C a p í t u l o 4

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Capítulo 4

EL rubor en mis mejillas o general el bochorno de todo mi cuerpo incremento cuando escuché la voz de nana chillar un...

-¡Mei!- sentí la presión de la mano de Cameron en mi cintura y como deslizaba la otra por mi pierna hasta dejarla caer al costado.

-¡No es lo que parece!- me enderecé sentándome, analicemos la escena, estaba yo, una chica en vestido, sobre el abdomen en de un chico, al que le habló por primera vez ese mismo día, con las piernas a cada lado de sus caderas, en realidad parecía ser algo indebido, pero en realidad no era lo que parecía- fue un accidente- me excusé cuando cruzó los brazos.

Entonces me di cuenta del silencio misterioso que se formó, todo el mundo quedó callado, nadie se movía, creo que podía escuchar el goteo de la llave de la cocina, y entonces, todo pasó.

Los gemidos de Isabel pasaron a ser exigencias sexuales gritadas a todo pulmón, se escuchaban ruidos extraños, de los que no deseaba conocer la procedencia, y el golpeteo de algo contra la pared.

-¡Demonios!- me puse de pie a una velocidad asombrosa, corrí en busca de mis audífonos, mi celular y una bufanda, con mis objetos de salvación listos, corrí de nuevo junto a Cameron.

-¿Qué haces?- dijo viéndome conectar los audífonos.

-Esto será lo más extraño que harás pero confía en mi.- se los coloqué y di play al reproductor, subiendo el volumen al máximo, el castaño se encogió debido al ruido, le suplique con gestos que soportara un poco.

Con la bufanda vende sus ojos, nana recogió todas sus pertenecías y su mochila, después me dio mis zapatos, justo en el momento en el que Isabel llegaba al éxtasis... eso o estaba en una cámara de tortura a punto de morir. Entrelazando ambas manos con las de Cameron lo guíe fuera de la habitación, tenía algo de practica sacando a mis amigas de aquí cuando mi desubicada madre montaba sus espectáculos, el cuarto de Isabel estaba frente al mío, ahí estaban los dos amantes con las puertas abiertas de par en par. Las náuseas me inundaron y una arcada me alcanzó.

-Llévalo a casa- dijo nana cuando llegamos a la planta baja- dejare todo en tu coche- asentí y guíe al chico hasta el auto, lo ayude a subir y sin quitarle aun todo conduje dos calles lejos de casa y apagué el motor.

Entonces lo ayudé a quitarse todo.

-¿Qué fue todo eso?- mordí mi labio inferior apretando las manos al volante, tratando de no llorar, jamás me sentí tan humillada, y por mi propia madre.- ¿Mei?- su mano se colocó en mi hombro, me aparté.

-Lo siento mucho, Cameron- solté sollozando y queriendo abofetearme por no modular mi voz- no tenía idea de que Isabel llegaría y...- apreté mis parpados, tenía un nudo en la garganta.

-No es tu culpa- apretó una de mis manos sobre el volante con la suya- tus padres no deberían permitirle a tu hermana hacer ese tipo de cosas en tu casa- lo miré con el ceño fruncido y sintiendo mi corazón acelerarse, pero asentí.

-Te llevaré a casa- encendí el auto, una vez más, conduje en silencio, Cameron hablaba solo para darme indicaciones.

...

Llegué a casa una hora más tarde, Cameron vivía tan lejos como mis abuelos, para mi sorpresa en una casa tan grande como la de ellos, pero debía suponerlo, el colegio al que íbamos era bastante exclusivo, en fin, cuando crucé el umbral de la puerta vi a nana que estaba por irse.

-Tu cena está en el microondas, niña- asentí, y la abracé- lo siento mucho Mei, no me di cuenta cuando tu madre llegó.

-Yo también lo lamento, Isabel hace mi vida tan miserable- besó mi frente.

¿Cambio de planes? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora