Corazón De Demonio [Kakashi Hatake]

Crónicas de un shinobi: Dezaki/Hazuri

Hace mucho tiempo, en la aldea oculta entre las nubes, existía un clan de origen desconocido, algunos contaban que descendían del cielo y que habían estado allí mucho antes de la creación de la aldea. Éstos poseían un misterioso poder conocido como el yamigan.

Se decía que este clan era peligroso, los aldeanos querían su expulsión ya que temían por la vida de sus hijos, pero el miedo era demasiado que ni siquiera tenían valor para hablarles o acercarse a ellos, excepto algunos.
Fueron pocos y pocas los que no juzgaban a los del clan, llegando a formar una familia con ellos y siendo repudiados por el resto de la aldea.

La nueva generación de niños recién entrados en las academias desconocían el peligro que tenían que enfrentar cada día cuando un integrante del clan se sentaba a su lado.
En este clan, existía una familia que tenía por retoños a 2 niños pequeños, Haru era el mayor, tenía 5 años y Naya era la menor con tan sólo 3 años.

Haru fue el primero en entrar a la academia debido a su destreza y habilidad a temprana edad - ¡Voy tarde! ¡voy tarde! ¡voy tardeeeeee! - gritaba corriendo hasta ingresar a la academia - ¡Sólo faltan 12 segundos! - exclamó buscando su salón hasta encontrarlo - ¡Llegué! - abrió la puerta de golpe llamando la atención de todos - Eh... yo... este... - tartamudeó avergonzado mientras toda la clase lo veía.

- ¡Oye! ¡Haru, aquí! - lo llamó una niña desde su asiento.

- ¡Ya voy Hizari! - dijo el pelinegro corriendo hasta llegar a su lado y tomar asiento.

- Con que llegando tarde otra vez - le reprochó la castaña mientras sacaba sus libros.

- Me quedé dormido y nadie me despertó - se excusó Haru, pero la castaña ya lo conocía perfectamente.

- Por suerte yo tengo a Hazuri que me despierta cada mañana con sus lloriqueos - contó Hizari recordando a su hermanita menor.

- Hazuri es una bebé recién nacida y es por eso que llora, en cambio Naya duerme hasta el medio día, qué envidia - bufó el pelinegro recostando su cabeza sobre la mesa.

- Oye, no te duermas - le reprochó Hizari jalando los mechones de su amigo - En cualquier momento vendrá nuestro sensei.

- Sólo... 5 minutos más - pidió Haru dejándose caer sobre la mesa otra vez.

Haru era un niño como cualquier otro, reía, jugaba, hacía sus tareas, ayudaba en casa, tenía una gran amiga a la cual quería mucho.
Una pena que tuviera que perderlo todo y convertirse en un arma asesina del Raikage.

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Hizari y Haru estaban yendo juntos de regreso al distrito de su clan, las clases de la academia habían finalizado y ya casi era de noche - ¿Por qué la aldea está tan silenciosa? - preguntó Haru notando que las calles estaban vacías y las ventanas de las casas estaban cerradas.

- Esto es raro, hay mucho silencio - murmuró la castaña viendo a todas partes - No debe ser nada bueno.

- ¡Ayuda, ayúdennos! - se escucharon gritos muy lejanos.

- ¿Qué fue eso? Mis oídos lo detectaron, son gritos - Haru miró a su amiga esperando que ella haya escuchado lo mismo. 

- También lo escuché; Haru, hay una nube de humo en el cielo - Hizari señaló un punto fijo en el cielo donde se encontraba una gran nube de humo, algo se estaba quemando.