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Alexa

Estaba en la cocina preparando la comida.
Tratando, más bien.

Había oído trozos de la conversación y era consciente de que formaba parte de ella.

Cogió varias cosas del frigorífico. Estaba provisto de todo.
Lo cierto es que a simple vista, uno creería que era un desastre, pero ella no.
Taylor se había convertido en el centro de su vida y quería estar con él.

Mientras la pasta hervía, se dispuso a preparar la salsa.
Su madre hacia la mejor salsa de tomate del mundo, e intentó recordar todo lo que ella le ponía para impresionar a Taylor.
La probó y no tenía nada que ver.
¿Que había hecho mal?

Todo el mundo encuentra un modo de hacer las cosas, Alexa. No intentes hacer como los demás.

Las palabras de su madre resonaron en su mente.
Justo después de decirle eso, se había ido corriendo a la puerta para encontrarse con su marido, y padre de Alexa.
Menudo par.
Sonrió al recordarles. Al recordar a su familia. Les echaba de menos.

-Estás preocupada, nena.
-Estoy triste.
-Prometí que encontraría la manera. Siempre cumplo mis promesas.
Se volvió hacia él y tiró de su camisa para acercarlo todo lo posible a ella.
-Entonces prométeme que no me dejaras ir.
Sus ojos, verdes como el musgo, brillaron con intensidad.
Sintió como su corazón se volvía loco bajo la palma de la mano.
-Prométemelo, Taylor.
-Garreth. Ese es mi nombre, y te juro por mi vida que no te dejaré ir.

*****

Garreth

Y nunca había sido tan sincero.
Atrapó su boca con la suya, haciendo que se olvidase de todo lo que les rodeaba.

Se apartó de ella sin ganas, sin dejar de mirarla a los ojos.
Viendo en ellos todo lo que sentía.
-No lo digas. No lo hagas.- apoyó su frente a la de ella y suspiró.- Me estoy enamorando de ti, Alexa. Si me dices que me amas...
-Te amo- cerró su boca sobre la de ella mientras la colocaba sobre la mesa de la cocina, apartó la ropa interior a un lado y la penetró con un par de dedos hasta llevarla al borde del abismo varias veces.

Incapaz de seguir torturándola, liberó su miembro y le hizo el amor del modo más tierno del que era capaz.
-Dímelo otra vez.
-Te amo.
-Dios, Alexa. Te amo- susurró contra su boca.- No me dejes.
Porque no había nada en este mundo que le hiciese dejarla. Ni nadie.

-Garreth...- habló ella un par de minutos después, cuando su respiración empezó acompasarse.
-¿Qué?- no le costaría nada acostumbrarse a que ella le llamase por su nombre.
-Se me está quemando la comida.
Reacio, la soltó para que apagase el fuego.
Reprimió una sonrisa cuando la escuchó suspirar.
Estaba claro que Alexa no servía en la cocina.
-No te preocupes. Yo cocinaré.
-Gracias.
-Ven, ayudame. Quizá podamos aprovechar la pasta.

*****

Alexa

Con él era más sencillo. Le decía cuando poner cada cosa y siempre hacia que lo probase para que estuviese a su gusto.

Comieron en la cama, mientras él le contaba historias de su pasado, como cuando Stella e Ian se conocieron.
-El pobre se pasó toda la cena tartamudeando. Los dos se enamoraron entonces. Una cena fue todo lo que bastó.
Las pregunta escapó de sus labios antes de poder detenerla.
-¿Cuando te diste cuenta de que estabas enamorado de mi?
-Cuando te marchaste. Al no encontrarte. Creí que me volvía loco. Aunque supongo que lo estoy desde bastante antes. ¿Y que hay de ti?
-Más o menos igual. Me daba miedo confesar lo que sentía. Temía que si lo decía en alto, todo cambiaría, pero la agente Evan se dio cuenta enseguida.
-Es una mujer muy inteligente, aunque a veces me saque de mis casillas.
-¿La quieres mucho, verdad?
-Si. Ian y ella son todo lo que tengo. O lo eran.
La cogió de la barbilla y pasó la lengua por la comisura de sus labios para quitarle restos de salsa.
>>Me has cambiado la vida, Alexa. Y no lo olvidaré.
Ella tampoco.

Savi'n me (Serie Love 11) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora