Pasó las manos por mi cabello y me aseguro de estar presentable al darme un vistazo en el espejo.
Escucho el ruido de unos tacones al chocar con el suelo y sonrió al ver el rostro de mi Mamá.
— Esto, no querido así luce mejor. —dice mientras arregla el cuello de mi camisa
Su rostro se encuentra tan tranquilo que me gustaría preguntarle cómo hace para estar siempre así, desearía que me regalara un poco de su tranquilidad.
Odio sentirme nervioso e incapaz de controlar cuerdamente mis palabras y acciones, el extraño movimiento de mi mano delata como me siento y eso no me gusta para nada.
Por la sonrisa burlona de Mamá puedo saber que ya noto mi nerviosismo.
— Alexander aún se pone así, no debes sentirte avergonzado, eso quiere decir que si te importa esta chica.
— No empieces con tu "te gusta esta chica ""ella es perfecta para ti" sería la milésima vez que te repito que nunca pasará algo entre nosotros.
Mamá me ve con un poco de enojo.
— No digas nunca ya que no sabes los giros que puede dar tu vida.
(...)
Al bajar del auto una brisa me obliga a meter las manos en los bolsillos y a arrepentirme de no haber traído unos guantes.
Tocó el timbre de la casa y no recibo respuesta de alguno de los Kurtz.
Otro toque y nada.
Mi subconsciente me pide que vuelva a oprimir el botón, pero niego, de seguro parecerá que soy un loco insistente.
Tres minutos exactos y logró oír un ruido en el interior de la casa.
La perilla se mueve y lo siguiente que veo es el rostro de Christine.
Esta tiene unas pinzas en el cabello y lleva puesta una bata de color negro.
— ¡Theo! —exclama asombrada — Pasa, ¿no es aún temprano?
Se abraza así misma con un poco de vergüenza.
— Si lo siento. Se suponía que era a las ocho y bueno recién son las siete, es un error mío lo siento mucho. Pero ve y termina de arreglarte yo espero aquí.
Christine sonríe.
— Ya sabes dónde se encuentra cada cosa, te prometo que haré lo posible para no tardar mucho. Una pregunta ¿el lugar es formal o informal?
— Informal.
Suelta un suspiro como si le quitará un peso de encima y seguido de eso sube las escaleras a toda velocidad dejándome sólo.
Christine.
Dejo a Theo sólo en la planta baja.
Me siento tan avergonzada, recién me estaba ondulando el cabello y no quiero ni saber lo que pensó Theo cuando me vio así, de seguro luzco como una loca.
Pasan unos treinta minutos y mi cabello ya no es un desastre, mi maquillaje está terminado y lo único que me falta es escoger uno de los tres atuendos que tenía preparados.
Seleccionó la tercera opción que consiste en un vestido negro, la falda llega a media pierna y tal vez lo más llamativo de este vestido es su corte en v.
Busco el perfume y aplicó un poco.
Por último y como toque final tomó el brazalete que Theo me obsequio el día de mi cumpleaños.
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Por Tu Sonrisa ©
RomanceNadie en el Instituto ha visto a Theo reír o tan siquiera mostrar una sonrisa de cortesía. El problema es que ella se enamoró de Theo. De su frialdad, de su mirada intensa, de su voz. Pero el tan siquiera le ha dirigido la palabra. Christine quiere...