Capítulo 15

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Los minutos en el auto pasan como una ráfaga de viento y en menos de lo que espero ya me encuentro pisando la entrada de casa

— ¡Christine! —saluda Mamá al verme entrar

Le muestro una falsa sonrisa y me apresuro a llegar a las escaleras para por fin estar en mi cuarto.

Una lágrima se desliza por mi mejilla y la limpio antes de que alguien de mi familia lo noté.

'No debo llorar 'me repito mentalmente

— Christine ¿Cómo te fue? —saluda mi hermano antes de que logre entrar a mi cuarto

— Bien. —respondo un poco ronca

Se acerca más y posa sus manos sobre mis hombros, uno de sus manos sube a mi mejilla y niega mientras gruñe entre dientes

— ¿Por qué lloraste? —interroga aún con su mano sobre mi mejilla izquierda

— No lo hice.

— No me niegues algo que es obvio. —responde con un poco de molestia en su voz. — No me vas a decir el por qué ¿cierto?

Asiento, me pega a él en un abrazo.

— Entra, no quiero que otro te vea llorar —me da un leve empujón para que entre en mi cuarto y el me sigue.

Le pone seguro a la puerta y se sienta conmigo en la cama.

— Todo esto se debe a Theo.

— ¡No! ... Claro que no, sólo es algo hormonal.

— Vamos Christine, soy tu hermano. Te conozco de toda la vida, te he visto en todas tus facetas y te puedo asegurar que estas lágrimas son por un chico. ¡Mírame a los ojos! —dice lo último como orden. — Nadie puede hacerte llorar ¿me entiendes? Eres muy valiosa para llorar por un idiota.

— Tu no entiendes Manuel. Esto es difícil, tu novia nunca te rechazo, ella nunca se puso hablar contigo sobre otro chico. Las chicas se mueren por ti.

— No me salgas con eso. Eres Christine Kurtz, la chica por la cual muchos matarían. Eres hermosa y si no compartiéramos ningún lazo ten por seguro que ya hubiera intentado salir contigo.

— Pero tú no eres Theo, ningún otro chico es Theo y no sabes todo lo que duele ver que nunca tendré su cariño. He intentado miles de veces llamar la atención de él y todo es en vano.

— No llores pequeña. —dice para volver a abrazarme

El haber podido desahogarme con Manuel me había logrado ayudar bastante, el dolor que sentía en mi corazón por cortos segundos parecía apaciguar. Luego todo volvía tan rápido que en menos de lo esperado mis ojos se llenaban nuevamente de lágrima y es imposible no llorar, después de todo es lo único que me hace sentir mejor.

(...)

— ¿Y ahora te parece si vemos Orgullo y Prejuicio? —dice mientras mira su lista de películas

— ¡Si! —grito rápidamente

— Quede sordo. —se queja

Un golpe en la puerta nos deja en silencio y Manuel se apresura a abrir la puerta

— Mamá ¿sucede algo?

— Son las diez de la noche, claro que sucede algo. Ambos —dice mientras entra y nos señala a los dos. — Deberían de estar durmiendo, mañana tienen clases.

— Mamá, aún es temprano. —nos quejamos los dos a la vez

— Dile algo Papá. —pide Manuel al verlo entrar y posarse al lado de Mamá

Por Tu Sonrisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora