El vidrio se encontraba empañado y se deslizaban por el un par de gotas, el clima últimamente había dado un giro drástico. Los días con el sol en todo su esplendor se habían acabado y ahora sólo se podía observar en el cielo las nubes grises que advertían la lluvia.
La chica castaña se pasea nerviosa por la habitación y frota sus manos con un elevado nerviosismo, ¿cómo sería capaz de contarle a ex novia de Theo que este se le había declarado?
No es muy difícil darse cuenta de que en la rubia aún se mantiene ese sentimiento llamado amor, en la forma en la que trata y observa es notorio el afecto que siente y por lo mismo la castaña temía contarle. En tan poco tiempo le había tomado un afecto increíble y la llegaba a considerar su segunda amiga más querida luego de la pelirroja de Astrid.
Por otro lado la rubia ya se encuentra al tanto de todo, y sin embargo esperaba que Christine se atreviera a contárselo con sus propias palabras, no entendía cual era el nerviosismo de su amiga después de todo ese era el fin de su plan, que Theo cayera pérdidamente enamorado.
— Christine sabes que me muero por saber lo que pasó esa noche —dice Grace
La castaña se detiene en seco, levanta la mirada y se topa con los ojos azules de la rubia inundados de curiosidad.
Respira profundo y recuerda las palabras que le dijo la rubia antes; "No omitas nada, se que esa noche ocurrió algo importante y me interesa saberlo, no importa si crees que eso puede lastimarme más me lastimarías sino me lo cuentas".
— Esa noche Theo me dijo que yo le gustó —dijo tan rápido Christine que si no fuera porque la rubia ya lo sabía le hubiera pedido volver a repetir lo dicho
— Pero que cosa tan magnífica, me alegra y te felicito Christine. No pensé que lo pudieras lograr en tan poco tiempo sin embargo veo que te subestime.
Si tan solo la rubia pudiera mover sus extremidades superiores de seguro se encontraría abrazándola pero eso solo se podía quedar en la imaginación de las dos presentes.
— Eso no lo es todo —se queja la rubia. — Cuenta me como te sientes, ¿que se siente que el pequeño demonio se te declare eh? —dice esta con un baile de cejas picaresco
Christine cansada de andar por el salón deside volver a el sofá donde antes se encontraba, era para ella ya una costumbre venir todos los sábados desde la mañana a pasarlos con su reciente amiga, la compañía era gratificante para las dos y de vez en cuando se les unía la pelirroja quien ya parecía haber olvidado la existencia de su mejor amiga y ahora le dedicaba su mayor tiempo a Thomas, esos dos, se podría decir que son la pareja perfecta. El modelo que quizás muchos deberían de seguir.
— Todo fue tan rápido Grace. Primero el estaba aclarando algo conmigo y luego el empezó a decir que le gustaban mis hoyuelos, fue tan raro de su parte que no dude en preguntarle si estaba seguro de lo que me decía. Luego me dijo en un tono tan... Tan... ¡Diablos! Fue algo totalmente diferente a lo que yo me imaginaba, el fue tan dulce y fue tan honesto. Me permitió por primera vez saber lo que su corazón guardaba y eso fue mágico. Nunca pensé que todo esto pudiera llegar a ser así. Y luego de ese momento tan indefinible para mi metí la pata con mis tonterías. Me llene de nervios y no supe cómo responderle, por lo que Theo pensó que lo rechazaría y salió del salón antes de que yo dijera algo...
— ¡Que tonto! —exclama la rubia interrumpiendo la narración. — Pero sigue esto está muy interesante.
Cuando Theo le contó a su amiga que había tomado la valentía de contar sus sentimientos a Christine no fue muy detallista, sólo se lo resumió como un momento peculiar, algo que nunca antes había experimentado y a él había logrado cautivar. Después de todo que se podía esperar de Theo Baermann un chico que se esmera al máximo en ocultar sus sentimientos y el cual es muy reservado.
ESTÁS LEYENDO
Por Tu Sonrisa ©
RomanceNadie en el Instituto ha visto a Theo reír o tan siquiera mostrar una sonrisa de cortesía. El problema es que ella se enamoró de Theo. De su frialdad, de su mirada intensa, de su voz. Pero el tan siquiera le ha dirigido la palabra. Christine quiere...