Capítulo 20

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Pasan los segundos, los minutos, las horas, los días y hoy se completa una semana.

El día después de la salida con Theo fue un desastre, había llegado como una demente a mi casa y los regaños por parte de toda mi familia no se hicieron esperar.

A los que él había llamado estupidez yo lo había guardado en mi memoria como algo hermoso y perfecto, pero al parecer eso nunca lo comprendería.

A Theo sólo lo había visto en el Instituto y por escasos minutos, por lo poco que me contó Thomas sus padres también lo reprendieron.

Hasta el momento no ha mostrado ninguna iniciativa pensé que luego del beso todo sería más fácil, yo sola me arme un completo libro en mi cabeza en el cual Theo al siguiente día me pedía ser su novia y de allí en adelante todo se volvía como en un cuento de hadas más nada de esto ocurrió.

Su respuesta cuando le hablé al otro día por un mensaje me devastó "Perdóname por todo lo que haya hecho la noche de ayer, me encontraba bajo los efectos del alcohol y no era completamente consciente de mis acciones, fui un tonto al no medirme y de verdad lo siento mucho. Espero y perdones todas las estupideces que formulé y cometí".

Y si él no pensaba en dar tan siquiera un poco de iniciativa yo no haría nada más, estaba agotada de hacerlo todo yo.

La voz del maestro me saca de mis pensamientos y me informa que ya podemos irnos, las tres horas extras que tenía el día de hoy me han dejado exhausta, todo para mejor la posición del Instituto y presumir de la excelente calidad de este.

Guardó el cuaderno, me aseguro de no dejar nada y me acomodó el bolso para luego salir del aula.

El clima que está haciendo hoy no es muy agradable, con una temperatura de veintisiete grados sólo tengo ganas de llegar a casa, llenar toda la tina y no salir de ella en lo que resta del día.

Los pasillos del Instituto están casi vacíos, al mirar el reloj compruebo que el maestro nos retuvo por más tiempo, y aligeró mi paso hasta el estacionamiento, y desde la puerta logro escuchar el diálogo de los otros estudiantes, algunos gritos y unas risas de burla; rápidamente mi conciencia me recuerda que ver tantos chicos hablando justo pasada la hora de la salida no indica nada bueno.

No me detengo a preguntar por el cotilleo a sabiendas de que luego podría terminar en problemas con la persona de la que estén hablando.

Llegó hasta el lugar donde deberían de estar mis amigos y no encuentro a ninguno de ellos, a sólo un metro de distancia se encuentra Theo, podría pedirle a él que me lleve, pero rompería mi promesa, "No mendigar más a Theo" ya bastante lo hice antes.

— Christine —una voz me detiene. — Thomas y Astrid se fueron, si quieres puedo llevarte.

El ofrecimiento de Theo es tentador, pero terminó negando con la cabeza.

Saco mi celular y revisó la hora, cinco de la tarde y es imposible que Manuel venga por mí.

— ¿Te llevo? —vuelve a decir mientras abre la puerta del auto

— No gracias.

— Vamos insisto.

— No gracias, me puedo ir con Frank —me doy la vuelta dispuesta a irme de allí, pero Theo me detiene al tomar mi antebrazo.

— Entra al auto Christine.

Su voz refleja un poco de molestia, pero eso ya no me asusta como lo hacía antes.

— Ya dije que no. —le vuelvo a decir

— Entra. —dice mientras masajea su sien tratando de ocultar la molestia

Por Tu Sonrisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora