—Si mamá, ella está bien.
Respondo mientras recojo algunas muñecas de Erika, para tener 4 era bastante desordenada. No me quejaba, es una niña, tiene sus formas de jugar, las cuales a veces, se enfoca en un desorden espontaneo. Es cansador, pero, lo superas al cabo de ver que la sala, este limpia.
— ¿Qué tal el kínder? —cuestiona desde la otra línea.
—De maravilla, inicio la semana anterior—camino hacia el cuarto de mi pequeña.
Con solo imaginar a Erika, entrando en aquel kínder me emociona. No pensé llegar a este instante tan rápido, solo me entraba nostalgia al imaginarme cuando ella, había nacido recién, también cuando dio sus primero pasos, hasta ahora. Es impresionante lo que puede llegar uno, a crecer. Siendo madre, se experimenta, desde un ángulo hermoso.
—Y Londres ¿Cómo es? —sonreí.
Deje las muñecas en el juguetero de mi hija.
—Hermoso, madre—coloco un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.
— ¿El trabajo va bien?
Llego a la cocina y le veo a Erika coloreando, sonrío inconscientemente.
Es tan tierna.
—Sí, mamá, vendo ropa a varios famosos, hace poco le vendí un conjunto a Katy Perry.
—Me alegro, hija…-hace una pausa — ¿Sabes algo de, él? —pregunta y me voy de la cocina.
—Es famosos ¿Cómo crees que no sabré sobre él? —mi voz, sonó un poco dura.
Erika, mira hacia mí.
Ella ríe—ok ¿Cuándo le dirás?
Esas palabras, siempre resonaban en mi mente, ¿Cuándo le diría? ¿Cuándo le diría la maldita verdad? Mi venida a Londres, no es para eso. Es para mi carrera como diseñadora, no pienso toparme con Horan. Todo será perfecto, Erika, yo y quizás si consigo a alguien, me quede con él. Niall, tiene el derecho de saber quién es Erika, pero ahora, el temor de perderla solo está en mi mente. Aun, no estaba preparada para decirle a Horan, sobre su hija.
—Quizás… nunca—respondo suspirando—es difícil mamá, él es famoso.
—Su sueño…—dice mi madre nostálgica—me encontré con su madre y pregunto por vos… y su hermano Greg se casó con Denisse.
—Qué maravilla—sonreí—Bueno tengo que colgar, tengo que llevar a Erika al kínder, empezara en una hora. Adiós, saludos a papá.
—Estoy orgullosa de ti hija, eres tan valiente al cuidar y tener a Erika. Se lo digo, adiós, saludos a mi pequeña.
Cuelgo, reprimo un llanto, seco una lagrima que iba cayendo. Hablar sobre Niall afectaba a veces de varias formas. Tocar el tema, es tan delicado. Es como si me hiciera daño, como un arma, el cual disparo y apunto directo a mi corazón. A veces, solo sonrío y sigo adelante. Tal cosa, que hago ahora. Voy junto a mi pequeña.
— ¿Lista? —le pregunto y ella coloca su mochilita en su espalda.
—Lista.
(…)
Llego a la puerta del colorido kínder y me arrodillo para estar a la altura de mi hija, abrigo su campera y ella arruga la nariz. Obviamente, pensaba en otro futuro, uno sin una hija. Donde, triunfaba totalmente con mi estudio, uno… donde Niall se encontraba, luego de su noticia, siempre trate de imaginarme de otra manera, pero aun así, no me arrepiento. Ella es una luz, una luz que merece iluminar mi vida.