Capítulo 4

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En la enorme sala se encuentran reunidos todos los empleados para despedirse de las Señoritas Lefevre. Quienes se irán a vivir Alemania a su propia casa, regalo de su abuelo el gran empresario y Lord Szadkowski, título que consiguiera por ser gran amigo de la realeza, Maggie es la primera en hacer su aparición en la sala, su cabello castaño se encuentra trenzado y sus ojos verdes con un toque de gris se encuentran húmedos, ella no desea marcharse y mucho menos dejar Londres, a sus veinte años aun siente que tiene muchas cosas por experimentar, y entre ellas esta buscar el amor y no hacerse cargo de una vieja casona en las colinas de Madenburg, Alemania.

— ¡Oh cariño las voy a extrañar mucho! — el hombre la  envuelve en sus brazos

—Y nosotras abuelo— sonríe intentando contener las lagrimas que luchan por salir

Apartadas de ellos los empleados miran con tristeza la escena, echaran de menos ambas chicas, siempre tan firmes y nobles aunque a veces volátiles sobre todo la pequeña Allie pero siempre con los pies en la tierra, pero jamás como la señorita Kimberley quien para ella el servicio solo es eso. Personas de bajo nivel.

—Ya Maggie, no acapares al abuelo, también deseo despedirme de él —Allie planta un beso en la mejilla arrugada de su abuelo y se separa para que su hermana se pueda despedir.

—Prométeme que nos visitaras abuelo— le pide a su abuelo, para finalmente separarse de él.

—Lo prometo mi pequeña Allie—toma las manos de ambas chicas. Quienes le sonríen con amor y cariño. — las visitare antes de que fijes la fecha de tu boda para con Ethan —pronuncia el hombre. Los ojos azules de Allie se oscurecen de rabia. Ella no desea casarse no siendo tan joven, se traga la rabia y sonríe de lado para complacer a su abuelo.

— ¡Vamos niñas que se les hará tarde! — Odette aparece y tras ella Kim, quien mira sonriente a ambas chicas. Quienes vuelven abrazar a su abuelo para finalmente despedirse del servicio, caminan hacia la gran entrada donde las espera el coche que las llevara hasta el aeropuerto.

— ¡Abuelo! —Allie se detiene— prométeme que enviaras a mis caballos a Alemania— pide antes de subir al coche, el hombre asiente y ella finalmente entra, la puerta se cierra y el coche se pone en marcha. Ambas miran por última vez la gran casa por donde años vivieran, Maggie mira el enorme jardín y Allie hacia el prado por donde miles de veces hullera en compañía de Arabito su caballo preferido a pesar de tener casi una docena, ninguno se parecía a su caballo preferido, demasiado altanero y orgulloso como ella. Había sido su regalo de cumpleaños número dieciséis y amaba más que nada a ese caballo

—Vele, el lado bueno Maggie— dice Allie mirando a su hermana que limpia una lagrima que baja por su rostro— no veremos a la Tía Odette y la odiosa de Kim— Maggie suspira pero no dice nada, sabe que en parte su hermana pequeña tiene razón, pero ella estaba acostumbrada a su abuelo aunque a un principio el viejo se negara aceptarlas como sus nietas, con el paso de los años se ganaron el corazón del hombre, quien las cubriera de cariño durante parte de su infancia no recibieron y tal vez no hubieran recibido si sus padres no hubieran perecido.

—El abuelo espera que fijes una fecha para tu boda con Ethan —Maggie mira a Allie quien hacia puños su manos, podría jurar que se estaba haciendo daño.

—No entiendo el afán de Tía Odette por convencer al abuelo de que yo tenía que casarme, porque no hacerlo con Kim— masculla molesta y con la ira recorriendo por sus venas.

—Porque para esa mujer somos una molestia— le recuerda Maggie caminando hacia el hangar que las llevara al avión privado.

—Kim tiene tu edad—se defiende— Que le busque un marido a ella— se sienta molesta en el sillón del lugar.

Maggie no dice nada, solo la mira a su hermana quien mira fijamente hacia la ventana, el tema de la boda, su noviazgo impuesto con Ethan desde hace dos años ha sido una verdadera agonía para Allie, su hermana nunca ha estado interesada en él y puede jurar que él tampoco está interesado en ella. Porque aceptar un compromiso así. Porque la clase social a la que pertenecen lo demanda. Su madre podría haberse casado con un gran empresario o alguien que fuera de la realeza, pero no lo hizo se enamoro de un joven pintor con el que huyo y tuvo una hermosa familia. Hasta el día en que su padre murió y ellas fueron a vivir con su abuelo.  Un año después su madre también moría dejándolas solas.

— ¿Alguna vez has pensado en fugarte? — pregunta Maggie sacando a Allie de sus pensamientos.

—Todo el tiempo—responde mirándola— pero es imposible el abuelo me encontraría y Tía Odette se encargara de llevarme al altar así sea arrastrándome.

—Tal vez si haces el intento de enamorarte de Ethan—murmura Maggie.

— ¡Crees que en dos años no lo he intentado! — Allie cierra los ojos— es frio cuando estamos a solas y cuando hay compañía es cálido— suspira— como me podre enamorar de un hombre así.

Después de eso ninguna de las dos dice algo, el resto del viaje ambas se quedan en silencio, Maggie reflexionando sobre las palabras de Allie, mientras que ella se dedica a dormir soñando con sus caballos, a los únicos que puede amar, además de su hermana y abuelo. No existe en el mundo un hombre que le robe el corazón. Tal vez el amor no fue creado para ellas, no en la condición en la que se encuentran, donde los matrimonios prácticamente son tratados de negocios entre las familias adineradas de Londres y con títulos, aunque ellas no tengan uno pues son bastardas reconocidas por su abuelo. Pues el matrimonio de su madre con su padre nunca fue visto como valido.

That BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora