DOCE

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- ¿Phillip? –Pregunté ante el silencio de Roger.

- Sí, ya me presento –Dijo amable– Un gusto Roger –Roger me soltó para saludarlo.

- Igualmente –No sonaba tan amable como Phillip.

- Bueno, yo creo que los dejo, hace mucho que no se ven...

- Hace mucho que no pasamos tiempo juntos –Lo corrigió Roger, creyendo que protegía mi sensibilidad.

- Ah cierto, frente a un ciego no digas ver –Soltó Phillip con ironía.

- Está bien –Paré su discusión "amistosa"– No te vayas, he pedido tres platos.

- Ah por eso, creí que te interesaba mi compañía –Bromeó.

- Quédate –Insistí.

- No le agrado a tu amigo –Susurró, supe que Roger había ido en dirección a la pequeña habitación, luego de escuchar sus pasos.

- Imaginaciones tuyas.

- Abajo pediré lo mío para llevar ¿Vale? Nos vemos pronto y por favor no dejes de avisarme cuando entras a cirugía –Besó mi frente y supe que no habría poder humano que lo hiciera volver– Hasta luego mejor amigo –Grito antes de salir, en definitiva ninguno había sido del agrado del otro.

- ¿Qué ha dicho? –Se acercó Roger cuando Phillip hubo cerrado la puerta.

- Nada.

- ¿Le dijiste que era tu mejor amigo? Se supone que él debe ser tu mejor amigo, no yo –Bromeaba.

- Que tonto eres, es un gran tipo, no entiendo por qué no te agrada.

- ¿Por qué afirmas que no me agrada?

- Te conozco Roger, te pusiste a la defensiva.

- Creo que te gusta –Confesó.

- Que histeria, hablo mucho de él porque pasamos mucho tiempo juntos, es la única persona a la que conozco aquí ¿Ubicas?

- ¿Entonces dices que sólo pasas tiempo con él porque no hay nadie más? –Suspiré.

- Es un gran tipo Roger, me agrada.

- Pues a mí no me agrada nadie que pase más tiempo contigo que yo. –Reímos.

- ¿Qué voy a hacer contigo?

- Abrazarme. –Me abrazó fuerte y me aferré a él.

- Me operan en 2 días. –Solté la bomba.

- ¿Qué? –La señora que llevaba la cena entró en ese preciso momento.

Nos sentamos a cenar y nunca respondí a su duda, él parecía estarlo asimilando en silencio, había guardado aquella información porque tenía un poco de miedo que no funcionara otra vez.

- ¿Quién más lo sabe? –Supuse que lo preguntaba porque Lucre no le había dicho nada.

- Tú, yo y Phillip. No quiero que nadie más lo sepa.

- ¿Por qué?

- Porque si no funciona de nuevo, no quiero que nadie más se sienta decepcionado.

- Pero también necesitas apoyo.

- Te tengo a ti.

- Jess, yo debo volver a Francia mañana. –Un duro golpe.

- ¿Cómo? Prometiste que pasarías un mes aquí.

Querido PsicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora