ONCE

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- Diablos Phillip, aún no me siento lista para otra decepción.

- Nacemos listos para las decepciones –Se frenó de golpe y tuve que sostenerme fuerte.

- Es que todo está muy bien ahora... Me gusta pintar, estar en el estudio y todo eso.

- No te conformes, cielo, cuando veas vas a maravillarte –Creí que estaba siendo egocéntrico de nuevo.

- ¿Tan atractivo eres? –Soltó una carcajada al instante.

- Esta vez no es mi ego, en serio deseo que vuelvas a ver, el mundo espera a una gran fotógrafa y es tu deber mostrárselas –Me mantuve en silencio– Dime que estás lista.

- No puedo, pero voy a intentarlo.

- Debes tomarlo con calma.

Pasamos el resto del camino escuchando música a todo volumen, cantando de vez en cuando y yo pensando sobre lo que vendría después.

Justo unas horas antes había recibido una llamada del médico que me pedía prepararme para la semana siguiente, según él, estaba lista para una nueva intervención.

- Al fin llegamos –Soltó, luego de un camino lleno de baches.

- ¿Dónde estamos?

- ¿Hueles eso?

- Huele a auto Phillip –Ambos reímos.

- Ven, ven, debes bajar –Bajó y enseguida abrí la puerta de mi lado para bajar.

- Dios –Sólo eso podía decir, aquello olía a naturaleza y tranquilidad. Pude sentir enseguida la relajante brisa de algún lugar alto.

- Cuando puedas ver volveremos –Inhalé profundo y me quedé callada, debía ser precioso– Ven –Me sobresaltó cuando tomó mi mano– Es la cabaña de mis padres– Casi nunca vienen aquí así que es perfecta.

- ¿Estás secuestrándome? –Una sonora carcajada salió de él.

- No, quiero pintarte... Un cuadro diferente...

- ¿Cómo diferente?

- Este lugar me inspira otra cosa –Dudé un poco, estaba dando muchos rodeos– Un desnudo –Estaba segura del color de mis mejillas.

- ¿Qué dices? –Apenas pude decir.

- Vamos, será interesante...

- Estás loco –Negué y lo obligue a detenerse.

- Por favor –Tomó mi mano de nuevo y tiró de mí, escuché abrirse una puerta y entramos.

- Phillip, yo confié en ti –Comencé a entrar en pánico cuando escuché que cerró la puerta, era una ciega en medio de la nada, con un pintor medio loco.

- Hey, no voy a hacerte daño, es una propuesta, si no lo deseas no voy a obligarte –Sonaba como el Phillip de siempre, confié.

- No creo poder hacerlo ¿Sabes?

- ¿Por qué? Tal vez no lo sepas, eres preciosa –Mis mejillas se colorearon una vez más.

- Es vergonzoso, ni siquiera sé cómo es mi cuerpo justo ahora...

- Yo podría decírtelo –La manera en que decía las cosas, sin ninguna connotación sexual en el tono de su voz, me hacía confiar en él.

- No lo sé.

- Piénsalo, será arte, además tampoco pienso pintarte completamente desnuda...

- ¿Y si no te gusta me lo dirás? Me refiero a que, si mi cuerpo no es lo que esperabas ¿Lo dirás?

Querido PsicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora