CUARENTA Y NUEVE

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Pasaron algunos meses y a pesar de la súplica de mi padre a todas las deidades y el esfuerzo del neurocirujano y colegas, no rendía frutos, seguía sumida en la negrura de mi mente y en la depresión.

- Debemos hacerle caso a la homeopatía, si decides dejar la negrura espiritual llegaras a ver de nuevo –Se burló el neurocirujano

- ¿Ya puedo irme?

- Claro, pero esta vez renové el consultorio así que cuidado –Era un hijo de puta

Di un par de pasos y tropecé con una mesa o algo parecido, gire un poco, intenté moverme a otro lado y estaba perdida, ya no tenía idea en qué dirección avanzar.

- ¿Puede ayudarme? –Dije molesta

- Hazlo sola, no te la puedes pasar sentada en el sofá de tu casa...

- Me la paso fuera...

- Sentada en una tumbona con un perro guía que se aburre a tu lado –Tiraba directo

- ¿Ya le dije que no me interesa seguir viniendo a consulta?

- Desde hace tres meses, que comenzamos la consulta ¿Pero adivina? Tu padre piensa lo contrario ¿Podrías esforzarte un poco? Por lo menos por la gran cantidad de dinero que gasta para que tengas consulta conmigo –Ególatra

- Si dejo de venir, deja de gastar ¿Una mejor solución no lo cree? –Seguía buscando la puerta y tropezando con cosas

- ¿Recuerdas que la semana pasada dijiste que te esforzarías?

- Eso no va a pasar, no me interesa seguir...

- ¿Viviendo?

- Si –Fue un susurró

- Pues déjame decirte que cada día tienes la posibilidad de suicidarte ¿Por qué no lo haces? –Era tan maldito

- No tengo tanto valor –Me detuve

- Se necesita más valor para seguir con vida que para pegarse un tiro en la sien –Sonaba un poco enfadado– Recuerda la promesa que suplicó tu madre, que hicieras lo correcto ¿Lo correcto es dejarte vencer?

- Déjeme ir por favor –Pedí con lágrimas en los ojos

- Ven –Me tomó por los hombros– ¿Sientes esto?

- Si –Dije, notando lo que pensé un escritorio

- Bien, busca la esquina del escritorio y a partir de ahí son 10 pasos en línea recta hasta la puerta –Puse los brazos al frente y chocaron con él– Cuidado, hay un obstáculo

- Lo siento –Dije bajándolas al instante

- Oye, es verdad que no me conoces ¿Sabes que puedes conocer a la gente mediante el tacto? –Negué con la cabeza sin saber si estaba mirándome– Mira –Tomó mis manos– Mi cabello, mi frente, cejas, ojos, nariz, contorno de la cara, boca y mentón ¿Qué te parece? Todo un galán ¿Cierto? –Me reí– Bien, hoy ganamos una sonrisa

- ¿Le puedo decir algo?

- Claro –Parecía animado

- Me pareció un galán amorfo –Reímos

- Seguro me veo terrible en tu mente –El sonido de su voz me hizo creer que había cambiado de sitio– Bien, de donde estás son 10 pasos vía libre al frente y encuentras la puerta. Si quieres volver pues no salgo mucho y si no quieres, háblalo con tu padre

- Gracias –Agradecía con todo mi corazón, desde el accidente no reía y él lo había provocado por primera vez

- Agradécemelo siendo fuerte –Dijo amable

Querido PsicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora