CUARENTA Y OCHO

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- Valladares, doctor, Jessica Valladares...

- Es la del accidente con el camión de carga ¿Cierto? –Las voces se escuchaban lejanas, como en un sueño

- Si, estamos esperando que reaccione para –Fue todo lo que pude escuchar

Me sentía sin fuerzas, había algunos ruidos pero parecían tan lejanos e irreales, por momentos doctores hablando de cosas que no comprendía y no podía decir nada, ni moverme, las voces se hacían fuertes y sonoras, de pronto se disminuían tanto que creía que no comprendía lo que decían.

Los momentos en que me quedaba completamente dormida sucedían intermitentemente y al "despertar" algunas veces escuchaba las voces y otras el lugar se mantenía en silencio, poco a poco todo se volvió más claro y pude recordar un poco del accidente de la noche anterior, o al menos eso creía.

- Mamá –intentaba que fuera una pregunta

- Ha dicho algo –Soltó una voz desconocida

- Hola señorita Valladares ¿Me escucha? –Dijo otra voz

- Si –Dije intentando abrir los ojos porque todo aquello era tan oscuro

- Bien, dígame ¿Cómo se siente?

Comencé a desesperarme cuando noté que por más que intentaba todo seguía estando completamente negro, enseguida pensé en que tal vez tendría una careta y me llevé las manos al rostro y pude notar que no tenía absolutamente nada.

- ¿Todo bien?

- ¿Por qué todo es negro? ¿Por qué no veo? –Dije desesperada

- Enfermera, un encefalograma de urgencia –Sentí una mano sobre mi frente, como intentando obligarme a tirar hacia atrás la cabeza, luego de un par de minutos se alejó –Tranquila señorita, recuéstese

- No veo, no veo –Estaba desesperada– ¿Dónde está mi madre?

- Si, adminístrele calmante, la misma dosis –Era claro que no hablaba conmigo

De nuevo caí en un profundo sueño del que comencé a salir para seguir escuchando las voces y hundirme aún más en la negrura de un abismo desconocido.

- Está reaccionando –La voz de una mujer

- Hola Jessica, mi nombre es Mariano, sé que estás confundida, pero no quiero dormirte de nuevo ¿Bien? –Me mantuve en silencio, aún no se iba del todo el efecto del calmante y esta voz era diferente a la del médico anterior– Si te mantienes en calma yo intentaré explicártelo todo, tus amigos y familiares están en la sala de espera, queriendo hablar contigo, no se lo hemos permitido porque has estado sedada durante un par de días –"¿Un par de días?"– Si tú me prometes que vas a estar tranquila, yo haré lo posible por dejarlos entrar...

- ¿Por qué no veo? –Al fin pude articular lo que había estado pensando desde hacía tiempo

- Tuviste un accidente automovilístico ¿Lo recuerdas?

- Mi bebé –Dije tocando un vientre vacío, sin forma– ¡Mi bebé! –Grité desesperada aferrándome a un brazo cercano

- Tranquila, por favor –Susurró– No quiero dormirte de nuevo

- Mi bebé, mi bebé –Era todo lo que podía hacer, repetir una y otra vez "mi bebé" aferrada al brazo que se mantenía a mi lado

- Lo lamento, por favor adminístrale calmante una vez más –Dijo la misma voz que me susurraba que me tranquilizara

Querido PsicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora