TREINTA Y TRES

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Alrededor de las 3:00 pm los chicos nos pidieron arreglarnos para ir todos juntos al lugar donde tocarían, tenían que llegar bastante temprano para poder acomodar sus instrumentos y tocar de las 11:00 pm a la media noche, es verdad que era poco, pero al parecer eran varias bandas y al final serían premiadas las mejores.

Entramos al antro por la parte de atrás, por donde entró la banda y los hombres de seguridad les advirtieron a los chicos que nosotras no podíamos comprar alcohol ni nada parecido.

Mientras ellos se ponían de acuerdo con el resto de las bandas sobre cómo iban a acomodar las cosas, nosotros nos sentamos.

- Nunca había entrado a un lugar de estos –Me dijo Luciana mirando todo

- ¿En serio? –Me sorprendí

- Bueno, el año pasado, la sinfónica de mi padre tocó en la capital y con unas chicas de la sinfónica me colé a uno de esos antros snob donde sólo te dejan pasar si te ves de cierta forma, o te vistes como... Pues golfa, yo pasé entre un grupo grande de ellas, pero no pasaron ni 20 minutos cuando mi padre y Capobianco aparecieron, en sus trajes elegantes por mí –Todas reímos demasiado con su anécdota

- Debió ser gracioso –Comentó Lucre

- No tanto, me gané un castigo y ellas también, las suplieron durante un tiempo por mi culpa –Se puso seria

- Tu padre suena estricto –Comenté

- Lo es, me trata como parte de su sinfónica, la nana va a cubrirme este fin de semana, cuando llame va a decirle que estoy practicando y se va a acercar al estudio mientras corre una cinta pregrabada de mí tocando el chelo –Que creativa resultó, reímos

- ¿Y luego de lo de tu madre fue igual? –Me atreví a preguntar

- Peor, mi madre lo detuvo cuando a los 3 quería que diera un concierto –Rio– Ahora sus planes son permitirme un año de prepa "normal" y al siguiente pues creo que me voy a Suiza, al conservatorio donde estudió Alessandro, un profesor nuestro amigo de mi padre –Aclaró eso último para nuestras amigas que no compartían escuela

- No parece que te agrade la idea –Dijo Clrara y Luciana suspiró

- No me agrada, yo quisiera una vida normal, con mi padre siendo profesor o carpintero, arquitecto o qué se yo, pero estando conmigo, desearía no haber estado todo el tiempo en escuelas relacionadas con la música, no pasar mis tardes enteras practicando con instrumentos, desearía no ser buena con el chelo, me gustaría poder elegir el siguiente paso a dar y no depender de las decisiones de mi padre –Sacó aire

- No creí que pensaras así de tu vida, me refiero a que has estado en las mejores escuelas de arte, vas a mudarte a Suiza y tienes un padre mundialmente conocido...

- Todos deseamos ciertas cosas que no podemos obtener –Interrumpió Roger a su hermana

- Cállate filósofo –Le dijo Clara

- Es la verdad, por ejemplo ustedes están pensando en lo maravilloso que sería vivir como Luciana, con la posibilidad de viajar a Suiza y después ser una gran chelista y ella está pensando en lo maravilloso que podría ser si fuera simplemente como ustedes, una familia normal, con padres dejándolas tomar decisiones, yendo a escuelas donde en lugar de artes le enseñen ciencia...

- Es verdad –Rio Luciana

- Mejor vete Roger –Rodó los ojos Lucre

- Pues yo sigo impresionada de saber que tu padre es Jorge Mester –Se sinceró Clara– No conozco mucho de música ni nada, pero ese nombre no puede ser ignorado en el mundo –Reímos

Querido PsicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora