*Camila pov*
Ian estaba viendo la televisión acostado en el sillón de la sala, estaba cómodo al parecer y tenía las piernas flexionadas y abiertas mientras bebía leche tibia de su mamadera verde con dibujitos de animales. Estaba atento y se veía adorable con su pijama amarillo y los cabellos un poco despeinados. Por otro lado estaba Emma sentada con las piernas cruzadas debajo de ella mientras comía cereales con leche ya con su uniforme del colegio puesto.
Mientras mis hijos veían televisión yo me encargaba del desayuno para Lauren que aún estaba bañándose.
La había despertado con besos y caricias. Le dije que se bañara y se preparara para el trabajo mientras le hacía el desayuno. No podía borrar mi sonrisa desde que desperté y recordé la noche anterior.
Amaba cuando Lauren y yo hacíamos el amor de esa forma, nos amábamos y nos divertíamos sin perder el cuidado. Ella, en realidad no perdía la costumbre de cuidarme en cada momento. No es por exagerar, pero a veces creía que ella había nacido para eso, para cuidarme y hacerme feliz porque en nuestros casi ocho años de estar juntas lo único que hacía era amarme, hacerme feliz y sobre todo, cuidarme mucho.
—Mamamaaaa.—Me giré en mi lugar y fruncí las cejas. Después escuché una carcajada de mi hijo y supe que era Lauren la que estaba ahí.
Él siempre estaba riendo y gritando cuando Lauren andaba cerca. Mi hijo la amaba y era feliz con solo escucharla. Siempre prefería estar entre los brazos de Lauren antes que en cualquier otro lado. Era hermoso y realmente increíble ver la relación que tenían ambos, además, Lauren babeaba por él. Le daba todas las mañas y lo cuidaba mucho, todo el tiempo, hasta de lo más mínimo.
—Buenos días.—Puse dos rodajas de pan en la tostadora y me giré ya con una sonrisa que creció más al ver a Lauren con Ian en brazos. Mi hijo no paraba de beber su leche mientras me miraba.
—Hola, mi amor.—Le di un beso en los labios que duró más de lo planeado porque apoyó una mano en mi espalda baja para mantenerme en mi lugar.
Sentí la mano de mi hijo sobre mi mejilla, él apretó un poco sin hacerme daño y solté una risa sobre la boca de Lauren cuando intentó meter su pequeño dedo entre nuestros labios.
—Así no se puede.—Me quejé sin dejar de sonreír. Mi hijo miró a Lauren y luego a mí para después agitar la cabeza negando.
—¿No?—Le preguntó Lauren.
—No.—Dijo cuando dejó de beber.
—Eres un payasito.—Lauren intentó morderle la mejilla, pero él se alejó riéndose.
—¿Estás con hambre?—Los ojos verdes de mi esposa se posaron en mí seriamente y luego sonrió apenas.—De comida.—Me reí empujando su brazo.
—Sí, sí.—Se rió yendo a la mesa, dejó a Ian en la sillita y se sentó a su lado.—¿Tú no desayunas?
—Voy a ir con Troye después de dejar a Emma en el colegio.—Dejé la taza de café y las tostadas frente a ella.
Iba a alejarme para ir a otra silla, pero sus manos me tomaron de la cintura y me hicieron volver hacia atrás, me senté en una de sus piernas ya que me dejó entre ellas y tomó la taza con una mano mientras a la otra la tenía alrededor de mí.
—Sabes que no vuelvo hasta la noche, ¿verdad?—Pasó la lengua por sus labios y dejó la taza sobre la mesa.
Pasé un brazo alrededor de su cuello y suspiré presionando mis labios en su mejilla.
—Sé que es un día especial, pero prometo recompensarte en la noche.—Puso un mechón de pelo detrás de mi oreja—Te amo, ¿lo sabes?
—Sí.—Sonreí acariciando su mejilla con la mano del brazo que tenía alrededor de su cuello.—Yo también te amo. No puedo creer que cumplimos seis años de casadas.
—Me encanta que éste año sea diferente.—Posó su mano en mi pierna y me dio un beso en la mejilla.—¿Vas a poder con los niños?
—Claro, no te preocupes por eso. Cuando vengas solo seremos tú y yo.—Acaricié su oreja con la punta de mis dedos.
—Tengo algo muy especial para ti.—Sonrió.
—Cada año es tan difícil encontrar algo para ti, que sea suficiente, pero nada lo es porque eres muy, muy especial para mí.—Se rió besando mi mejilla.
—Por favor… sabes que no necesito nada. Si aún no tienes algo para mí, no compres nada, no te preocupes ¿sí?
—Ya es tarde.—Hice una mueca.
—Bueno, entonces estoy segura de que va a ser increíble solo porque viene de ti.—Me robó un beso rápido haciéndome reír.—Te amo, ya debo irme porque tengo cosas que hacer antes de ir a la empresa.—Asentí levantándome.—Espero que tengas un hermoso día y conduce con cuidado.
—Te amo.—Me abracé a su cuello y la besé lentamente. Sus brazos me envolvieron con mucho cuidado, con cariño y la sentí sonreír durante el beso.—Feliz aniversario.—Rodó los ojos.—No debías decirlo hasta la noche, amor.—Solté una risa.
—No podía aguantarme. Lo siento, olvídalo.—Se rió y me dio un último beso.—Ten buen día.
—Tú igual.—Se giró a Mateo y éste le sonrió mostrando sus pequeños dientes antes de recibir un beso de parte de su madre.—Pórtate bien con mami y cuida de ella, campeón. Te amo a ti también.—Nuestro bebé asintió muchas veces haciéndonos reír.
Cargué a Mateo para distraerlo mientras Lauren se iba y la escuché hablar con Emma.
—Disfruta del colegio. Te amo.—Emma se rió de algo y luego sentí la puerta cerrarse.
Ian se giró para intentar ver hacia la sala y luego frunció las cejas.
—Ma.—Dijo en voz baja y comenzó a hacer puchero avisando que iba a llorar. Siempre se daba cuenta cuando Lauren se iba.
—No. No, amor. Mira, ¿Quieres banana? Mamá necesita ordenar aquí, ¿Puedes portarte bien un momento?—Dije agarrando una banana.
—¿Nana?—Él estiró su mano para alcanzar la fruta y se la di cuando lo senté en la sillita otra vez.
—Toma, quédate quietito aquí.—Él solo quería la fruta.
**
—Te portas bien, cariño.—Emma asintió parándose en la punta de sus pies para alcanzar la mejilla de Mateo que jugaba con un dinosaurio rojo.—Vengo por ti y vamos a almorzar con Ally y Normani.
—Sí, mami.—Me besó la mejilla y sonreí acariciando su mejilla.—Adiós, Mat.—Mateo agitó su manito un poco torpe en forma de despedida y me reí viendo a Emma caminando dentro del colegio donde la esperaba su maestra junto a los demás niños.
Ella estaba tan grande y hermosa. Me llenaba de orgullo que fuera mi hija, que a cada lugar que fuéramos ella recibiera halagos por ser como era.
Con Mateo concentrado en el dinosaurio, caminé de vuelta al auto que Lauren me había comprado hace algunos meses. Sí, estaba loca, pero era imposible convencerla de algo que ya tenía metido en la cabeza. Me había pagado la escuela para que aprendiera a conducir y ella me había ayudado también, había sido un poco difícil, pero Lauren me tenía paciencia.
Estaba abriendo la puerta de atrás para poner a Ian en su sillita y asegurarlo bien, pero me detuve al escuchar mi nombre de una voz gruesa que hizo que mi cuerpo entero se pusiera tenso.
Me giré cerrando la puerta detrás de mí y sujeté a Mateo con cuidado cerca de mi pecho, él seguía encantado con el juguete en sus manos, lo analizaba detenidamente y a veces balbuceaba cosas.
—Hey.—Kevin se rascó la nuca viendo detrás de mí, probablemente asegurándose de que estaba sola.—¿Puedo hablar contigo?—Miró a Mateo.
—No.—Respondí rápidamente.—No puedo y no quiero. Aléjate de mí, Kevin. No quiero problemas.—Él negó suspirando.
—Solo quiero hablar contigo un segundo. No vas a tener problemas, Lauren no está aquí.—Podía jurar que él casi rodaba los ojos.
—Por eso mismo, si ella se entera el que va a tener problemas eres tú. Te dijo que no te acerques a mí, ¿Para qué me buscas? No quiero saber nada de ti.—Negué dando un paso hacia atrás.
—Quiero pedirte perdón por… por todo, por todo lo que hice. Lo siento mucho.—Lo miré seriamente negando y bajando la mirada a mi hijo.—Él es igual a ti.—Mostró una sonrisa nerviosa.—Es hermoso, ¿Cuánto tiempo tiene?
—Eso no te importa.—Suspiré.—Y no me hiciste daño solamente a mí, lastimaste a Lauren. Tú hiciste que le mintiera y la lastimara cuando no lo merecía. Nunca se mereció que le mintiera por tu culpa.—Mateo me miró curioso y llevó el juguete hacia arriba para que lo viera.
—Ella me golpeó.—Frunció las cejas.—Fue con alguien más a buscarme y me golpearon. Yo desperté en un hospital, Camila.
Mi corazón latía rápidamente al escuchar aquello. Lauren no sería capaz. Ella no era así.
—Tú me obligabas a que estuviera contigo, quisiste sacarme la ropa cuando te decía que no, ¿Acaso pretendes que te defienda o algo antes que a mi esposa? Tú. Tú no eres un hombre, jamás vas a serlo y espero que yo haya sido la última persona a la quién trataste como me trataste a mí.
—Lo siento de verdad. Ahora soy papá, tengo un hijo. Te juro que cambié. Solo… lo siento, quería que lo sepas.—Parecía rendido, pero yo no sentía nada ante sus palabras. Jamás me iba a olvidar de las cosas que pasé por su culpa.
—Espero que seas un buen padre entonces.—Asentí una vez.—No vuelvas a acercarte a mí nunca más. No tienes derecho, ningún jodido derecho a estar aquí pidiendo perdón por haber sido un machista, poco hombre y abusador porque no lo mereces. Me dañaste… Ten buena vida, Kevin.
—Lo siento.—Repitió detrás de mí.
Abrí la puerta y dejé a Mateo en su sillita. Para cuando terminé de acomodarlo y cerrar la puerta, él ya no estaba más y solté un fuerte suspiro dejando caer algunas lágrimas. Me había hecho tanto daño y a Lauren, yo no me olvidaba las cosas que había hecho conmigo, que me había maltratado, que me había insultado y obligado a acostarme con él simplemente porque le dije que no quería estar con él y que no me parecía suficiente lo que aportaba en nuestra relación, además, vamos, me había puesto los cuernos con alguien más cuando era alguien inseguro y triste esperando a que llegara el momento en el que su corazón dejara de funcionar. Nunca nadie me hizo tanto daño como él. Nadie. Y jamás iba a perdonárselo.
Me saqué las mejillas obligándome a no volver a llorar por alguien como él nunca más. Encendí el auto y le di una mirada a Ian que jugaba con las tiras de la sillita y en la otra mano llevaba el dinosaurio.
Conduje donde había quedado con Troye, metida en mis pensamientos. Cuando llegué bajé a Mateo y lo dejé parado unos segundos sin soltarlo para arreglar su remera mientras él intentaba caminar lejos.
—No, ahora no podemos. Tenemos que entrar.—Sonreí levantándolo.
—¿Nana?—Negué besando su mejilla mientras caminaba hacia la entrada de la cafetería.
—No, no tengo bananas para ti. Luego cuando lleguemos a casa, monito.—El sonrió levantando el dinosaurio para que lo viera.—Que guapo, igual que tú.—Lo tuve que sujetar de la espalda también cuando tiró su cabeza hacia atrás para reírse exageradamente y seguro que no entendía nada de lo que le decía.—Eres un payasito hermoso.
—Maaa.—Abrió su boca y la apoyó en mi mejilla. Me estaba dando un beso y no pude evitar reírme mientras entraba al lugar.
—¿Qué son tantas risas?—Troye me dio un abrazo y le picó la mejilla a Ian que lo miró sonriendo y se escondió en mi cuello.—Oh, vamos, ¿Cuándo dejarás de ser tan tímido?—Sonreí dejando que lo sacara de mis brazos.
Ian me miró estirando sus bracitos hacia mí mientras se quejaba. Era demasiado tímido, siempre hacía aquello hasta que entraba en confianza.
—Está bien, cariño.—Asentí sonriendo para tranquilizarlo y entonces lo miró, Troye le dio un beso en la punta de la nariz. Ian sonrió llevando su mano a la boca.
—Oh por Dios. Lo quiero mucho. Te extrañaba, campeón.—Ian me miró unos segundos y luego levantó el dinosaurio para mostrarle a Troye.—Me encanta.—Besó el juguete haciendo que mi hijo se riera.
Más tarde logramos que Ian se quedara quieto en una sillita para bebés que la cafetería nos dio. Pedimos nuestro desayuno y le conté como iban las cosas, le dije cómo iban mis estudios porque sí, había comenzado a estudiar otra vez. Y también le conté lo que me había pasado en la mañana. Me sentía nerviosa aún y un poco molesta porque él nunca debió acercarse a mí.
—Si Lauren se entera… no va a estar feliz.—Murmuró jugando con un sobre de azúcar.
—Dios. No. Ni lo digas.—Me pasé las manos por la cara.—Pero debo decirle. ¿Y si luego se entera? Va a enojarse y va a creer que le mentí.—Suspiré.
—No sé si debas.—Hizo una mueca.—Si luego te dice algo, le dices la verdad, él se acercó y tú le dijiste que se vaya y listo. No le querías decir para no preocuparla.—Se encogió de hombros.—Lauren no va a enojarse contigo porque no hiciste nada.
—Pero sabes como es ella… y me cuida tanto.—Me mordí el labio. Mateo intentaba alcanzar la cuchara de mi café y se la di.—Voy a decirle mañana.
—Como quieras. No estés mal o algo así, no hiciste nada. Además, tenlo por seguro, Lauren no va a hacer nada porque ya no es la misma. Es consiente de que ahora tienen una familia y que lo haga ella puede recaer sobre ustedes. Quédate tranquila.
—¿Sabes lo que me dijo? Que Lauren fue con alguien a golpearlo y él se despertó en un hospital.—Fruncí las cejas.
—¿Le crees?—Dudé un momento en responder.
—Sí, le creo.—Asentí.—Lauren siempre fue capaz de cualquier cosa por defenderme. Pero si nunca me lo dijo es por algo, además ya es pasado y no quiero discutir por nada con ella. Estamos bien.—Me encogí de hombro levemente.
Mi hijo estaba dando golpes en la mesa con la cuchara mientras gritaba y tuve que sacarle el cubierto y darle el dinosaurio otra vez antes de que siguiera haciendo que todo el mundo se girara a vernos.
—Hoy es nuestro aniversario. Cumplimos seis años de casadas y ocho de estar juntas.—Sonreí feliz.
—No sabía eso.—Frunció las cejas.—Que bueno, me alegro y las felicito. Son una pareja hermosa, de verdad.—Sus manos acariciaron las mías sobre la mesa.—Y tú mereces a alguien como Lauren en tu vida, Mila.
**
*Lauren pov*
—Hola, Keana.—Respondí la llamada una vez que puse en altavoz.—¿Todo bien?
—Pensé que íbamos a tomar un café juntas.—La escuché suspirar del otro lado.
—Lo siento. Estoy en algo importante, te dije que saldría un rato antes para buscar el regalo de Camila por nuestro aniversario.
—Sí, me lo dijiste.—Dijo algo apenada.—Bueno, también llamaba para decirte que dejé el balance terminado y ya puedes revisarlo. También te dejé unos papeles que debes firmar y un currículum del nuevo conserje.
—Eso no hace falta. Ya vimos que es un hombre humilde, llámalo y dile que vaya mañana, o mejor dile a mi secretaria que lo llame, ella sabe los horarios y todo lo que deba decirle. Gracias por lo del balance, mañana voy a revisarlo.
—De nada, jefa. ¿Te veo mañana?
—Claro que sí, voy a llegar un poquito tarde… pero sí, nos vemos.—Sonreí.
—Bien. Hasta mañana entonces. Suerte esta noche. Disfruta.
—Que ni se diga.—Me reí.—Hasta mañana.
Estacioné mi auto frente al garaje y solté un fuerte suspiro antes de bajarme. Fui hasta la puerta de entrada una vez que crucé el pequeño jardín de la entrada y abrí la puerta.
Ese olor que me invadía cada vez que entraba a la casa de mis padres me llenaba de recuerdos. Ésta vez yo entré sola y nadie estaba ahí para recibirme y abrazarme entre risas y besos como lo hacía mi madre, tampoco estaba mi padre a algunos metros con esa sonrisa que me volvía loca y me daba ganas de querer abrazarlo tan fuerte. Ésta vez éramos solo la casa silenciosa y yo.
—Tengo que hacer esto rápido.—Murmuré limpiando mis lágrimas.
Subí las escaleras y fui directamente a la habitación de mis padres. Busqué entre los cajones sin querer levantar la vista a ningún otro lugar porque sabía que me haría recordar a algo y lloraría.
Seguí buscando y cuando vi la caja de madera, la abrí y de inmediato encontré lo que quería. Mi madre había querido darme ese anillo antes, pero yo sabía lo especial que era para ella y por eso preferí que lo mantuviera. Era un anillo de oro con una pequeña perla blanca, se lo había regalado su madre cuando se casó con mi padre y aún lo mantenía guardado porque no quería que se perdiera o algo.
—Sé que lo protegías con todo tu ser, mamá. Camila también va a hacerlo.—Suspiré cerrando la caja con cuidado y devolviéndola a su lugar.
Fue un error mirar entre las fotos que había sobre un mueble. Las lágrimas no dudaron en salir de mis ojos despiadadamente cuando vi una foto donde estábamos mis padres, mis hermanos y yo sonriendo. Era en Navidad, estábamos en Cuba con nuestra familia de allá. Era hace casi unos diez años atrás y aún podía recordar las risas de aquella noche y lo feliz que nos sentíamos de estar todos juntos.
Limpié mis mejillas sintiendo un nudo en la garganta y tomé la foto también. Supongo que no iba a importarle a nadie que quisiera tenerla en mi oficina para verla cada día.
Todo en aquella casa me recordaba a ellos, cada rincón, cada mueble, cada cosa de ahí era un recuerdo. Sentía que me ahogaba con el nudo en la garganta y las lágrimas cayendo sin parar. Así que salí de allí luego de darle una última mirada a la sala y susurrar un “Los extraño”. Claro que los extrañaba. Aún pensaba que lo daría todo por haber podido darles un último abrazo y decirles lo mucho que los amaba.
Había aprendido, no me iba de casa sin besar a Camila y decirle que la amaba, lo mismo con mis hijos y cada vez que me despedía de mis amigos o mis hermanos los abrazaba con tanto cariño, como si fuera la última vez. Quizás exageraba, pero nunca más quería sentirme con esas inmensas ganas de darle un abrazo a alguien que ya no estaba.
Cuando salí de la casa, subí a mi auto y me quedé viendo la entrada, recordando cuántas veces mis padres me recibían y me despedían con sus sonrisas hermosas cada vez que llegaba y me iba.
Me obligué a ser fuerte otra vez y a salir de allí para ir a casa. Donde me esperaba mi hermosa esposa con la cena lista y probablemente con nuestros hijos ya dormidos. Ésta noche era diferente porque no saldríamos a festejar solas fuera de casa, íbamos a cenar juntas en casa lo que Camila cocinara, iba a beber un poco de vino con ella, le daría su regalo y luego le haría el amor hasta que ninguna pudiera más, luego la acariciaría hasta que se quedara dormida entre mis brazos como cada noche.
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Mañana subo el capítulo final y el epílogo.
Estoy llorando. Muchas gracias por leerme y a los que comentan algo. Son lo más❤