*Lauren pov*
Dejé las bolsas del supermercado sobre la mesa y miré a Camila que estaba apoyada contra la mesada de mármol.
—¿Estás bien?—Había cerrado los ojo y con una mano en la frente asintió. Fui hasta ella y me miró.—Camila…
—Estoy bien, solo me sentí un poco mareada.—Suspiró.—Seguro me moví rápido.—Asentí y le di un beso en la mejilla.—Estoy bien.—Me repitió intentando tranquilizarme.
—Podemos ir un rato a la cama, ¿Quieres?—Le acomodé el pelo hacia atrás y asintió.—Podemos pedir algo de pizza y cenamos en la cama. Debes estar cansada.
—Sí, es que anduve haciendo algunas cosas con mi madre y Ally. Debo estar cansada.—Le di un beso en la frente y caminé con ella hasta nuestra habitación, éramos seguidas por Junior.
Era maravilloso decir nuestra habitación. Hacía cuatro meses que Camila y yo vivíamos juntas y todo iba perfecto. Me encantaba decir nuestro, me encantaba saber que todo lo mío era suyo también aunque a veces se enojara un poco porque según ella “no debía ser así”.
Camila se acostó y me acosté a su lado, de inmediato se abrazó a mí quedando con medio cuerpo y me empezó a contar sobre lo que había hecho en la tarde con su madre y Ally. Yo había despertado en la mañana y luego de darle algunos besos mientras dormía me fui sin hacer ruido. Ella había quedado aquí y luego había ido a hacer algunas compras hasta que pasé por ella y fuimos al supermercado juntas. Me encantaba hacer esas cosas con Camila, ir de compras, hablar durante el camino, mirarla y que nos riamos de cualquier cosa.
Junior se había echado a mi lado apoyando la cabeza sobre mi estómago y Camila lo acarició, es que eso quería él, que Camila le diera caricias y lo mimara tanto. Hasta podía jurar que estaba celoso cada vez que ella y yo nos acurrucábamos así o nos estábamos besando, incluso cuando solamente estábamos hablando él quería atención.
—¿Así que caminaste bastante? Por eso estás tan cansada.—Le acaricié la cabeza con la mano del brazo en el que ella se estaba apoyando.
—Sí, pero valió la pena.—Soltó un suspiro.—Tengo que contarte algo.—Me dijo apoyándose en un codo, pero aún seguía casi sobre mí.
La miré seria esperando a que hablara. Se mordió el labio un segundo y me miró.
—Es que… Bueno, yo estuve pensando mucho. Estoy mejor, el médico lo dijo, ¿Recuerdas?—Asentí frunciendo el ceño.—Entonces… pensé que sería buena idea estudiar ahora. Estoy bien, tengo tiempo y mi madre me apoya.
—¿Estudiar?—Sonreí un poco.—¿Qué quieres estudiar?
—Trabajo social.—Dijo con un poco de pena.—Es que… Mira, yo vi tantas cosas desde que ayudaba a mamá con el hogar. Yo vi a niños que eran dejados como si fueran un trapo sucio, vi la condición en la que viven, hay casos de familias que les afecta mucho, ¿sabes? Y yo quería ser alguien que pueda ayudarlos, quiero ser alguien que le busque una buena familia a los niños que no la tienen. Quizás no vi tanto porque el hogar de mi madre es genial, ellos están bien, cada día crece más y reciben mucho apoyo, pero pienso en otros lugares donde hay niños que siguen sufriendo allí adentro donde se suponen que deberían ser acogidos, cuidados, no mal tratados. Me haría muy feliz ayudar a familias y a niños que no pasan por una buena situación. Yo me siento capaz, yo sé que puedo. Además no va a ser difícil, cuando yo estudié derecho era fácil y eso que es una carrera más amplia y compleja que Trabajo Social. ¿Tú que opinas? ¿Estás de acuerdo?
Llevé una mano a su mejilla y le sonreí negando sin poder creerme que me estuviera preguntando si yo estaba de acuerdo con que ella estudiara aquello.