Camila Berglind
Y como si fuese dueña del lugar y mi entrada estuviese permitida, abro la puerta trabada con toda la facilidad del mundo para así, desplazarme por toda la sala evitando que esta mujer me vea; creo que no pensé como ser de otro mundo pero no importa, creo que así le agrego diversión al asunto. Ella, al escuchar el rechinido de la puerta dejada a la deriva por el viento, al ser movida por la misma, se levanta del sillón para cerrando con un gesto de miedo, nervios y duda.
Río ante eso en completo silencio. Pensé que el pensar como humano no iba a ser tan divertido pero estoy con unas tremendas ganas de seguir viendo esa expresión en ella, la puerta moviéndose y abierta es la razón suficiente como para que asuste ¡Nadie se mete con los Berglind!
Como dos sombras repentinas, mi esposo y a quien podría llamar cuñado de moral, nos apoyamos en el marco de la pared de la cocina mientras observamos a esa estúpida sentarse sin siquiera hacer un chequeo antes. Un auto llega y por ello, sé que es hora de hacer lo acordado.
— Lucas, coloca una barrera sobre Andrea cuando te lo indique. En el camino puede derramar sangre y es seguro que se encuentre aliada con los que eran tus compañeros y líder —le susurro a mi esposo
— Al segundo golpe en la cabeza, cuando eso ocurra lo hago. —Asiento con una sonrisa. Amo hacer esto y tengo ganas de bailar por eso, pero no, no es momento.
Me enserio completamente quedando completamente seria a pesar de que mi rostro no puede ser visto, tanto el mío como el de los dos hombres a mi lado.
— Vamos —susurro. Los dos cerca a mí, asienten.
Retiro el arma de uno de mis bolsillos para asegurarme de cargarla como se debe después de retirarle el seguro, le coloco el silenciador con toda la tranquilidad del mundo y con una sonrisa interna. Con todo el sigilo que puedo realizar en este momentos, me acerco a la parte trasera de donde se encuentra sentado nuestro objetivo, para colocarsela en la parte trasera de su cabeza. Lucas y Richard, uno se posiciona a la derecha y otro a la izquierda para evitar su escape aunque... ante nosotros, si me da la gana, puedo matarla de un infarto.
Huele bien.
— Vendrás conmigo. —Vuelvo mi voz más gruesa para evitar que la reconozca porque, eso es lo que conocen aparte de nuestros correos y teléfonos de trabajo los cuales no pueden ser rastreados porque, tenemos dos Hackers en la familia y sería jugar con fuego, donde ellos se quemarían.
Escucho desde mi lugar como traga en seco y, desde su cuerpo, empieza a dejar salir los nervios y el miedo creando un delicioso aroma, al menos para un demonio como yo.
— No me dan miedo. —¡Qué mentirosa esta mujer! Ah, bueno, es de esperarse por los últimos resultados de la investigación.
— Es inútil que lo ocultes. Vamos —digo con toda la dureza y frialdad del mundo.
Los dos hombres que me acompañan no tardan en tomarla de los brazos para alzarla y hacerla caminar mientras hace peso muerto, cosa que es inútil en nosotros. "¡Suéltenme!" es lo único que puede formular en este momento, me da pena, pensé que sería más astuta o supiese defensa personal pero ni eso.
Me canso de sus intentos fallidos para evitar ser llevada y por eso, le doy un rodillazo con fuerza en su espalda por mero gusto y, para empujarla y terminar de sacarla de la casa ante la puerta ya abierta por el japonés.
— No estás en muy buena condición para que te empieces a resistir —hablo fríamente.
Sigue haciendo los intentos para zafarse y me está hartando completamente ¡Quiero golpearla con el cañón de la pistola pero, aun no es momento por lo que tengo que controlarme!
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Secreto entre lazos
Fantasy"Berglind", un apellido que ha causado miles de sentimientos desde hace varios años. Son la inocencia y la malicia entrelazadas. Preocupados por el resto, pero al mismo tiempo recelosos de su seguridad. Ellos son capaces de pasar por encima del ser...