Capítulo 52

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Akira Berglind

Domingo sin nada que hacer y es literal porque ya terminamos de preparar una exposición grupal que tenemos para el lunes de la próxima semana.

Luego de tres días seguidos de lluvia intensa donde el frío era insoportable, el calor se hace presente hasta el punto de ser también insoportable e incluso peor que el frío y por esa misma razón, me encuentro en la piscina de la casa de Victoria junto a ella y a Gastón disfrutando de la frescura del agua logrando de esa manera refrescarnos un poco.

Si me hacen elegir entre el frío o el calor, mi respuesta será siembre "Frío" y es porque es algo que se puede soportar, es algo que se puede disfrutar y es algo a lo que estoy acostumbrada porque he crecido en un lugar donde el frío está presente a cada momento sin importar que temperatura esté haciendo realmente, siempre estará fresco. ¿Cuál es ese lugar? La mansión.

Lo que me gusta de la ubicación de donde vive Victoria es que apenas llamamos al pelirrojo para hacer todo de una vez para el lunes y pasar el resto de la tarde juntos, no se hizo esperar y llegó en diez minutos porque realmente no es tan difícil llegar aquí.

—Quiero hacerlo realmente, quiero decirlo pero me da miedo. — Dejo de prestarle atención a mis dos amigos quien mantienen una fuerte conversación y me alejo poco a poco al escuchar un sonido cerca de aquí.

Al ver que un gato viene caminando con tranquilidad y suavidad portando esa típica elegancia que siempre presentan, me le quedo mirando fijamente y el hace lo mismo. Apenas el animal llega al borde de la piscina, se sienta ignorando el hecho de que se está mojando y sigue sin apartar su mirada de mí. Es el mismo que vi en la fiesta de Gastón.

— ¿Qué te trae por aquí? — No hace falta hablar porque ya he perfeccionado mi comunicación con ellos y con solo transmitirle el mensaje es suficiente.

Para poder estar más cómoda, me impulso con mis brazos para poder salir del agua, ya afuera, me siento en el borde también manteniéndome lo suficientemente cerca del animal mientras dejo mis pies dentro de la piscina. Con la intención de acariciar el gato, acerco mi mano esperando a que me dé permiso de hacerlo, luego de ya haber olido el borde de mi mano, ladea su cabeza hacia un lado y yo comienzo a acariciar su pelaje.

Seré tu aliado, tu aliado de información.

Esa simple oración es capaz de hacerme sorprender porque no es normal que un gato se convierta en aliado de una persona, ellos hacen lo que les da la gana y no les gusta recibir órdenes. ¿Por qué creen que los gatos nunca hacen caso? Son rebeldes.

—Akira, ¿Qué haces? — Giro mi cabeza donde la castaña sin soltar al anima. — ¡Gatito! — Grita apenas distingue al animal que tengo frente a mí pero inmediatamente esa expresión de alegría se transforma en un rostro serio. — Que no lo vea mi mamá porque es capaz de aterrarse. — Sonrío de manera imperceptible.

— ¿Desde cuándo tu mamá le teme a los gatos? — La voz de Gastón suena sorprendida.

— ¿Desde cuándo no tengo uno? — Con esa pregunta, el pelirrojo se autorresponde.

Dejo de prestarles atención nuevamente y me concentro en el felino frente a mí. Mientras voy acariciando su pelaje, siento como tiene varias cicatrices y costras detrás de las orejas y cuello; típico de un gato callejero.

Si te puedes comunicar conmigo es por algo y por lo que sé, perteneces a esa extraordinaria familia.

—Es de esperarse que sepas eso, después de todo, los gatos pueden escabullirse por cualquier lugar y enterarse de cualquier cosa.

Secreto entre lazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora