Capítulo 3~

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NARRA NATALIA

Con fuerza agarró el micrófono de mis manos a la vez que la palabra ‘mierda’ salía de sus labios. Pulsó el interruptor para apagarlo y lo tiró en una esquina de la habitación.

Dirigí mi mirada hacia el exterior de aquella sala, y pude ver a un hombre joven de edad no muy avanzada, pero si bastante más mayor que yo haciendo una señal hacia los chicos que estaban sobre el escenario.

La música volvió a sonar tal y como lo había hecho minutos antes. El público se mostraba ya más relajado y el espectáculo continuaba.

De nuevo dirigí mi mirada hacia el hombre que minutos antes me había gritado y oí un chasquido en la puerta. Era Alba, acompañada del mismo hombre que había dado la señal para que el espectáculo siguiese.

  -¿Estás bien? – Fue lo que articulé una vez que Alba se sentó a mi izquierda con una sonrisa triunfal en la cara.

  -Mejor que nunca – Me respondió mirándome a los ojos - ¿Seguimos? Aun quedan 2 canciones por delante, y después de lo ocurrido lo mejor es hacer que este espectáculo salga bien.

  -Está bien – Un suspiro salió de mis labios en el mismo instante que ese hombre salió de la sala. Alba se alejó un poco de la mesa de controles y miró hacia la puerta. De golpe se levantó y me miró con una enorme sonrisa en los labios.

  -¡Lo hiciste de maravilla Nati! Estuve preocupada de que no me entendieras o que te diese miedo, pero veo que lo has hecho mejor de lo que podría haberlo hecho yo – Sus palabras sinceras me llenaron de alegría, y su cariñoso abrazo me hizo darme cuenta que ser su amiga al inicio era una locura.

Cuando Alba y yo nos conocimos ella era muy impulsiva, una loca en potencia. Afortunada o desafortunadamente, depende para quien, eso me beneficiaba. Me hacia sentir bien y sabía que ella y yo estábamos muy unidas. Lo mejor en cierto modo es que esa locura no se le había pasado, y, a un mes de su vigésimo cumpleaños seguía igual de loca e impulsiva que cuando tenía 14 años.

NARRA ALBA

Por fin acabó el concierto, había sido duro. Sabíamos que no volveríamos a pisar otra vez un lugar como este, al menos en mucho tiempo. Que le íbamos a hacer, es lo que tiene que solo te contraten para un día y aunque nos contratasen para más tiempo, no tendría ningún sentido. Ellos se iban a otro país, claro. Pero, antes de que todo acabase necesitaba saber porque el management, Modest, dijo que no eran conocidos. Por lo que yo sé, cantantes que no son conocidos no llenan estadios con más de 9.000 personas.

Veía como miles de chicas, bueno y también algún que otro chico, abandonaban temblorosos y sollozantes la sala donde el concierto había tenido lugar. Nunca había ‘sufrido’ lo que todos esos jóvenes sentían.

He de admitir que los chicos tienen talento, pero aún así no logro entender porque nos ocultan la verdad. Vamos ni que se pasasen planos de bombas nucleares entre ellos.

Nos llamaron. Natalia y yo nos miramos con el ceño fruncido la una a la otra. Salimos de aquella sale de controles y nos dirigieron a ambas hacia una gran sala.

Había una gran mesa ovalada un el centro de la sala y a su alrededor grandes sillas de oficina tapizadas en cuero negro. Cuando dejé de mostrar asombro por lo que mis ojos observaban y alcé la vista pude ver sentado en una de esas sillas a un hombre con traje, no muy atractivo a decir verdad, pero que parecía ser importante.

Se nos presentó como George. George decía estar por encima de Rober lo que implicaba que seguramente este fuese ‘el manager’ que dirigía todo esto.

Al girar la vista vi a Rober con la mirada fija en nosotras. No era una mirada bonita. Era más bien una mirada por ¿odio? ¿Traición? Quien sabe… Pero lo que él si sabía es que se la habíamos jugado, y a juzgar por la relación que Jorge y Robar mantenían, una amistad de varios años, podía asegurara que Natalia y yo íbamos a salir mal paradas…

Love Your SmileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora