Nos sobresaltamos, para no sobresaltarse cuando un pirado decide que esta bien mandarte a ti y a tu mejor amiga mensajes amenazadores. Aun no había empezado el concierto y aprovechamos Natalia y yo para mirar a nuestro alrededor, fuera de la sala, en las gradas,… Nada sospechoso. Los móviles vuelven a vibrar. ‘Oculto’.
‘No me busquéis perras, nunca me encontrareis. Pero, no tratéis de esconderos, siempre os encontraré. SIEMPRE sabré donde estáis…’
Esto ya es demasiado. No tenía tantas ganas de llorar desde que tenía 13 años. Aquel jodido día no se me va de la mente. La raíz de todos mis problemas. Empieza el concierto…
***
NARRA HARRY
Estoy emocionado… ¿Emocionado? Si creo que esa es la palabra fina para decir que me he pasado medio concierto llorando. No se me notaba, pero por dentro me he sentido muy muy feliz al leer los carteles, bueno los folios que las Directioners nos han escrito. ‘Gracias’ era la palabra que adornaba cada uno de ellos.
Todos están sentados en los sofás que tenemos en el backstage, o bien llamado una sala totalmente blanca decorada y llena de cosas para nosotros. Comida, bebida, toallas,…
Por la puerta veo pasar a Alba y al instante me acuerdo de que aún no ha sufrido su ‘venganza’ por dejarme a medias en el autocar.
La venganza es un plato que se sirve frío, pero yo estoy demasiado caliente como para pensarla bien por eso salgo a paso ligero de la sala y atravieso la puerta bajo la atenta mirada de todos.
La veo. Agachada con un vaso de plástico en la mano mientras lo llena de agua. Me acerco a ella, la agarro por la camiseta y tiro de ella hacia el interior de la sala de al lado a la nuestra. Suelta un pequeño grito por el susto.
-¿Eres gilipollas o que te pasa chaval? – Me dice con mala ostia. Vaya su temperamento me pone. ¿Me estaré convirtiendo en un sumiso como Anastasia en ’50 sombras de Grey’?
Hago caso omiso a lo que me dice y pongo una sonrisa en mi cara. Me mira mal, parece que me acaba de echar una maldición y extiende la mano hacia el pomo de la puerta para abrirla. Apoyo mi peso en la puerta y me junto a ella. Gruñe. De frustración aunque noto en su mirada la emoción.
Se queda rígida y gira la cara para no mirarme a los ojos. Aprovecho que tiene el cuello descubierto. Bueno, no lo tiene descubierto porque los tirabuzones están ahí, impidiendo lo que quiero hacer. Acerco mi cara a su cuello y lo rozo con mi nariz.
Se estremece con el contacto. ¡Já! Punto para Styles. Ella sabe jugar, pues yo también, y se me da de miedo. Paso mi lengua por su mandíbula y justo después soplo. Otro estremecimiento. Va a ser gracioso hacerla sufrir.
Olvidé que ella también sabía jugar de maravilla y para cuando quise resistir habíamos cambiado de posiciones. Ahora era yo el sumiso. Me agarró el pelo con una mano y tiró de él. Al principio era agradable, luego tomo su venganza y tiró con fuerza. Se empezó a reír y aproveché para cambiar de nuevo las posiciones.