‘“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” ¿Qué esperar al saber que el mundo que siempre soñaste nunca existió? ¿Y qué la imaginación una mala época te jugó? Aprendí a vivir sin miedo a enfrentar a mis sentimientos. Aprendí a no abandonar lo que me hace grande. Aprendí a callarme mis verdades, y así descubrí en el hoyo, profundo y depresivo e el que mi rutina me había hundido sin piedad alguna. Gracias, sueños, por ayudarme a cavar mi tumba de la imaginación…’ — Alba Gómez Carmona
Un día más, un concierto más había pasado. Masivo. Esa sería la palabra que definiría Méjico a la perfección. Gran escenario, grandes pantallas, un estadio enorme, y como no un publico asombroso. Los asistentes de video para el documental que estaban preparando habían acabado de grabar las últimas tomas de lo que sería ‘This Is Us’. Según me había contado un pajarillo, no sé si afirmar su lealtad, sería una película-documental-relato-fangirleo-masivo, vosotras ya me entendéis. ¡Espera! ¿Con quien mierdas estoy hablando? Bueno, que más da eso ahora, lo importante es que mientras que no tenga que volver a ese lugar de brillantes y limpias paredes blancas, todo está bien.
Llegamos a la sala de descanso-peluquería-vestuario y me tiré en el confortable sillón de cuero negro que allí había. Bueno, en uno de los 3 sillones como este de cuatro plazas que había repartidos por toda la estancia. Y, Natalia tomando ejemplo, se tiró de un modo similar en el mismo sillón que yo. Es u hecho que los hermanos pequeños copian a los hermanos mayores. El problema aquí es que solo era 3 meses mayor que ella y que no somos hermanas, tal vez pudiéramos serlo de sangre… compartimos el mismo grupo sanguíneo. Es decir, si nos fuésemos a la montaña y yo me hicieses una herida, ella moriría; es bastante obvio que me quedaría yo con su sangre. Vale, eso no pasaría, pero… ¡No, Alba para!
Bueno, os cuento un cotilleo muy jocoso que he visto, seguro que os interesará. Resulta que unas horas antes de que el concierto comenzase, vi a Natalia y al Liam tal que pegándose el lote tras unas cajas de cartón cuyo contenido desconozco, y el cual solo Dios y probablemente el resto del Team del Tour conoce. Yo no tengo muy claro lo que son o que hacen con sus vidas que aun no me han contado que tienen. Si alguien lo sabe, que me mande un WhatsApp, gracias.
Lux entró corriendo a las sala en la que Natalia y yo estábamos esa niña era… no hay palabras, por ella yo hablo delfínico casi todos los días. Tras de ella apareció el sujeto que tantas preguntas me debería de contestar y no ha hecho. Liam. Natalia con la agilidad de un lince y la sutileza de un caracol —nótese la ironía chorrear de cada una de las letras y de las palabras que salen de mis labios, bueno, de mi mente— se sentó correctamente en el sofá. Parecía una jodida millonaria de esas que parece que les han metido un palo por el culo, ya comprendéis mi punto.
Tras de él, aparecieron esos cuatro chicos que restaban por hacer acto de presencia. He de decir que pese a todo el cariño y todo lo que habían hecho por mi en este tiempo, me apetecía enormemente en este instante estamparles un jarrón en sus cabezas. Más que nada para que les quede claro que hay otros 3 sofás como el mío y que no tenían que tirarme del que estaba…
De un modo muy sutil las carcajadas se extendieron por la sala, e instantes después Liam y Natalia habían dejado de honrarnos con sus presencias. Realmente el suelo es cómodo, la moqueta no es tan asquerosa como siempre pensé. En serio, no me gustan porque son difíciles de limpiar y Dios sabe lo que esconde cada centímetro cuadrado y cúbico de ellas. Una parte de aquel hospital tenía moqueta. Incluso algunas habitaciones la tenían. Era horrible.
Me revolví con sutileza en el suelo y cerré mis ojos, era lo mejor que podía hacer, era tarde y estaba muy cansada como para arrastrarme hasta el sofá más cercano a cuatro metros. No soy vaga, es fatiga laboral.