‘¿Música? La música ayuda a la gente. Las hace fuertes, los identifica o simplemente los relaja hasta tal punto de olvidar las preocupaciones. Muchas veces, el resto critica lo que escuchamos por el simple hecho de que la voz, la canción, el ritmo, la letra,… no le gusta en absoluto. Y otras muchas veces critican y se ríen por el cantante, la cantante, la banda, el grupo,… ¿en serio debemos enfrentarnos a ellos por sus propias opiniones? Yo digo que no, porque sé que algún día llegará el momento que el universo se lo devolverá todo junto. No hay que menospreciar las demás opiniones, solo atender a las de la gente que de verdad lo merecen’ — Alba Gómez Carmona
NARRA ALBA
— ¡Eh, Natalia! – llamé la atención de la morena que estaba frente a mi – Tira con más fuerza de estos cables o no llegaremos a ningún lado.
Estábamos en las escaleras de acceso a las gradas. Unas enormes gradas a decir verdad. Y para nuestra desgracia con altísimas temperaturas nos encontrábamos tirando de unos cables, que pesarían seguro más que nosotras dos juntas, escaleras arriba. En realidad si echas cuentas, habríamos andado más de 3 kilómetros. Si lo sé, no me hubiese apuntado a ese gimnasio…
— ¡Venga culo vago! Solo 30 escalones más y habremos acabado – Gritó mi amiga con fuerza. Eché un vistazo a mi alrededor para comprobar como iban José y Carlos, los otros dos operarios que nos estaban ayudando. Obviamente nos sacaban 3 cuerpos, 2 cabezas y ya estaban agitando su mano en gesto de despedida para irse.
¡Malditos sean ellos! Ya se iban para sus casas… su trabajo había acabado y a nosotras aún nos quedaban un par de horas terminando de organizar. Lo que daría por un helado…
***
— ¡Vamos apartaos todos de mi camino! – gritaba mientras caminaba a paso veloz por los pasillos del backstage con Natalia a mis espaldas riendo a carcajadas. Entré en la zona de ‘aperitivos’, si, entre comillas mentales porque si eso son aperitivos yo soy de Noruega. Vaya festín de comida mejicana…
—Eh, ¿pero a ti que te pasa? – dijo Louis mientras cogía en mi mano derecha una Coca-Cola y en la izquierda helado de vainilla.
—Tengo calor – respondí simple a su pregunta.
—Y no necesitas por casualidad a alguien que te baje los humos ¿verdad? – dijo la voz del pesado que tan bien conocía.
—No Harry, cielo. ¿No necesitarás por casualidad que te lo baje yo a ti? – Dije alzando una ceja intensificando el tono pervertido de mis palabras – recuerda que tengo helado, y esta muy fresquito.
—No juegues conmigo eh. Recuerda que soy tu jefe.
—Unos cojones eres mi jefe. Solamente eres un pipiolo – le respondí con algo de humor en mis palabras. No me molestaba ‘discutir’ con él, al contrario, era muy divertido en realidad.
— Pi-- ¿qué? A mi no me digas cosas en español que no me entero. Niall, que dice la señorita – le pregunta a él con un gesto asustado, esperando que no sea nada malo lo que salió de mi boca.
—Básicamente te ha llamado niño – dice el chico de ojos azules.
—Vaya, además de saber español eres todo un diccionario. Me asombras pequeño Niall – dije mirándole.
—Tienes claro que soy yo mayor que tu ¿no? – respondió él.
— ¡Shh! – le chisté – sígueme el juego pequeño aprendiz.
Ambos comenzamos a reír como dos niños. Para cuando me quise dar cuenta, nos habíamos quedado Niall, Harry, Louis y yo en la sala. Me senté en el suelo y empecé a comer helado. Mucho helado.