‘‘Y cuando crees que ya nada puede ser peor, te das cuenta de que aun no ha acabado todo. Y, no lo hará hasta que decidas poner punto y final a esta historia. Tu historia. Un final digno de alguien como tú. Pero recuerda siempre que ese final es insignificante. Solo son batallas, pequeñas peleas contra la vida. Pero esa guerra contra nosotros mismos es la más importante. Y yo, te pido que continúes luchando hasta que los ganes a todos. No te rindas’’. – Alba Gómez Carmona
Las 12 de la noche en España, Madrid… ¿Saldrían ahora los lobos? ¿Esos lobos se llamarían Jacob? ¿Será un hombre lobo y…? Oh Díos mío tengo que ir al psicólogo.
-Nat... – Llamo a mi amiga que está enfrascada con su móvil, obviamente en Twitter.
-Dime – Dice ella mientras gira la cabeza en mi dirección apartando su mirada del aparato.
-Estaba pensando… Emmm... – Mordí mis labios. Lo que quería hacer era la estupidez más grande de todos los tiempos – Y si, bueno, ¿y si llamamos a Lou o a… bueno a Lou?
Me mira fijamente. La otra opción que yo quería decir era ‘a George’ pero me la callé, no era plan de hablar con él. La última vez que le vimos casi le saco ese palo que tiene en el culo. El muy cabrón nos echó y le importó una mierda.
Está claro, nunca te fíes de un británico trajeado…
-Bueno, estaría bien saber como están ella y Lux – Esa frase. Ese nombre. Lux. Me hizo desaparecer toda la rabia – Allí es una hora menos ¿no?
-Si – Respondí con una sonrisa en mi cara y sin dudar.
-Pues entonces allí…
-¡Son las 10 de la noche! – Me quedé muy satisfecha al decir eso.
-Vamos a ver putón – Dijo mi amiga mirándome – ¿Tú de pequeña te caíste de la cuna y te quedaste tonta o que?
Yo como si no me afectasen sus comentarios políticamente incorrectos… ¿Pero que mierdas estoy diciendo? ¿Desde cuando mi mente narrativa habla así? Dije lo más gracioso que me salió.
-Bueno, en realidad de pequeña, con pocos meses me caí del porta bebés, y la semana pasada en una tienda un zagal así muy Tumblr me dijo que caí del cielo, pero en realidad yo no sentí el golpe…
Acababa de quedar como una gilipollas. Pero más gilipollas era la cara de imbecil que se le había quedado a ella. Parecía que ya reaccionaba de su trance.
-Pero, hija de mi vida, te das cuenta de la gilipollez que acabas de soltar. ¿Eres consciente de ella? – Una sonrisa salía en mi cara – En fin – Uhhh he vuelto a ganar. Alba 2 - Natalia 0.
-Pues eso que si la llamamos, que allí son las 11 de la noche – Digo ahora del modo correcto. Ella se queda de nuevo empanada – ¡Ey! Besuguilla. Que te estoy hablando.
-Alba Gómez, como me vuelvas a tomar el pelo de esta manera duermes en el rellano.
Sonreí. Aunque me gustase fastidiarla, siempre la querría un montón.
Marqué el número de su móvil en nuestro teléfono fijo. La factura saldría por un ojo de la cara, pero sería más barata que desde el móvil.
Conecté el altavoz. Pitido. Pitido. Pitido. Soy una persona impaciente y a Natalia pongo por testigo que si Lou no fuese madre la mataba y huiría del país… ¡NUNCA ME COGERÁN VIVA!
-¿Si? – Una voz en un idioma que, obviamente no era el mío, atendió la llamada.
-¡Lou! – Gritamos Natalia y yo – ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola!
Gracias a los cielos benditos que no había dicho mi maravilloso plan en voz alta ni en inglés; sino, tendría un problema: no le había puesto copyright.
-Menos mal que has cogido el teléfono – Dijo mi amiga tranquilamente. Me asombra su seriedad... – Porque Alba ya estaba preparando tu asesinato y su huida del país.
¿Qué mierdas me estas contando? ¿Me gusta nuestra telepatía ahora? ¿Pararé algún día de hacerme preguntas estúpidas? Nah. Yo creo que no.
-En mi defensa diré que nunca dije esas palabras en voz alta. No tengo más declaraciones – Mi épico gesto con el pelo hizo que una tímida risa se escuchase al otro lado de la línea. Lux.
-¡Lux! – Gritamos cuales pastores arriando vacas mi amiga y yo.
-Hola... – Tímida – ¿Volveréis?
Su fina e infantil voz nos estremeció, pero no tanto como su pregunta.
¿Qué se debe responder en estos casos? Es una niña pequeñita, es decir, no le puedes decir cualquier cosa. Hay que pensar muy bien lo que decir.
-Iremos pronto a verte cielo – Dijo mi amiga y yo la miré con algo de duda.
Tenía miedo de crearle falsas esperanzas. No se merecía sufrir. Miré a Natalia que me sonreía cómplice y automáticamente sonreí yo también.
-¡Vendréis pronto! – Un par de voces gritaron eso de fondo. Automáticamente las reconocí - ¡Alba! ¡Natalia!
Niall y Harry.
Colgué automáticamente la llamada.