Capítulo 28~

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—Capítulo dedicado a mi amiga Andrea, o como muchos la conoceréis, @horxnftirwin solo por ser quien es, y por dedicar su valioso tiempo a leerme y a comentar en cada capítulo. Gracias por no abandonarme. —

‘Creer. Saber. Dos palabras muy distintas. Dos palabras que pueden cambiar tu vida de un modo inimaginable. Pueden destruirte; o simplemente, pueden llevarte a la charnela de tu vida. Nunca sabes de verdad a cual de las dos te refieres, y tampoco sabes si de verdad conoces el significado de cada una. Pero, lo que si sabes, es que elijas la que elijas, si eres como yo y no sabes quien eres, caerás al suelo. Puede que entonces averigües que era en realidad, dímelo, yo aún sigo esperando a alguien’— Alba Gómez Carmona

Momentos de tu vida en los que te das cuenta de que lo que te rodea, simplemente no lo mereces. Estar en un precioso lugar, rodeada de gente que jamás hubieses pensado conocer —por el simple hecho de que no sabías de su existencia—, te acompañan y te invitan a comer. Planeas durante años una vida preciosa, con un príncipe azul, rodeada de murallas en tu propio castillo; pero luego te das cuenta  de que las murallas son las que rodean tu corazón. Que ese casillo de piedra pulida, es tu corazón, y que en la torre más alta de ese lugar, donde debería estar la preciosa princesa de larga melena ondulada y precioso vestido de color pálido, es simplemente una joven desaliñada por culpa del tiempo y de la falta de presencia en tu vida llamada Orgullo.

Suena irónico que ahora piense en todo esto teniendo en cuenta de que me encontraba en el lugar, junto a cuatro jóvenes con los que muchas querrían estar. Puede que después de esto muchas chicas empiecen a estudiar una carrera de audiovisuales, como le pasó a la princesa de mi país. Leticia. Una joven periodista convertida en la princesa de España. Después de eso, la carrera de periodismo fue muy solicitada. ¿Quién pude negar que eso no pase ahora con mi propia carrera? Una carrera que ni siquiera había finalizado. Puede que digáis ‘Alba, deja de hablarnos de estas tonterías y explica las cosas de verdad, no gastes nuestro tiempo’.

Quizás a vosotros os gustaría saber quien es el misterioso ‘Davon’, pero ¿si algo malo hubiese pasado en tu vida y no quisieses recordarlo? Si esa persona os hubiese roto, humillado, y casi matado, ¿os gustaría recordarle? La herida que creía casi cerrada, se había abierto, con el simple hecho de recordar su nombre y lo que me hizo. Aunque a veces pienso que la culpa no era suya. No intento quitarle culpa ni mucho menos, pero pienso que si de verdad me hubiese importado yo misma lo mismo que me importaba él, nada en mi vida hubiese pasado. Nada malo quiero decir, el resto me da igual. Lo bueno al lado de lo malo no tiene comparación, siempre acaba perdiendo lo bueno y lo bonito en mi vida.

Dicen que para que la mente se recupere de lo malo del pasado, hay que recordarlo hasta que no duela. Y, desde que salí de la clínica, no he vuelto a pensar en ella. Para que conste, salí de aquel lugar frío, blanco y esterilizado cuando tenía 17, casi 18 años. Podría decirse que hace 2 años más o menos. En fin, los demás están a lo suyo, supongo que tengo veinte minutos al menos para mi sola... Supongo que recordar veinte años de vida en media hora es fácil, ¿no?

Bien, ¿por dónde empezar? Supongo que diréis desde el principio, pero, ¿desde que principio? ¿Desde el principio desde mi desgracia o desde el principio de mi vida? Bueno, empezaré desde la cesárea.

Nací un 4 de julio de 1993, digamos que sobre las doce menos veinte de la noche. Os comento que una hora aproximadamente antes, mi madre me estaba deformando a cabeza. Ella no dilataba y yo ya quería separarme de ella. ¿Buen inicio de relación, no? En fin, supongo que crecí feliz. No recuerdo en realidad que eran mis padres; supongo que les podría considerar personas, aunque a veces ni eso. Si recuerdo que mi abuela —o yaya, como yo la llamaba— era ama de casa, dedicada por años a sus hijos y a su marido, mi abuelo. Mi ejemplo, mi modelo a seguir. El hombre que me enseñó a respetar, a quererme y a querer a los que me rodean. Le amaba con locura, por enseñarme, me enseñó técnicas básicas de primeros auxilio. Diréis, ‘¿Qué hace una niña de diez años sabiendo primeros auxilios?’, bueno pues no por nada en especial, pero él era médico y quería que yo lo fuese. Y yo quería.

Love Your SmileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora