‘‘Cuando eres pequeño, tus padres te enseñan a caminar; si caes, ellos te ayudan a ponerte en pie; si te resbalas, igual te ayudan. Pero cuando creces ya no están siempre ahí para eso. En ocasiones son los que hacen que llueva sobre ti y, que caigas o te resbales con esos charcos: Pero como una vez me dijeron, tienes que aprender a caminar bajo la lluvia…’’. – Alba Gómez Carmona
Un nuevo día amanece ante mis ojos. La voz que suena por los altavoces de ese avión me informa de que en unos minutos aterrizaremos en Londres. Con, como siempre, el cielo algo nublado y mis tan apreciados 19ºC como temperatura máxima pese a que en pocos días entraremos en junio.
Como echo de menos el tiempo de la Península Ibérica.
Estiro mis brazos y mi cabeza hacia ambos lados. Pero cuando me quiero dar cuenta una voz aguda me saca de mi desvelo.
-Cariño – Automáticamente, asustado giro mi cabeza hasta la procedencia de ese sonido. La veo. La rubia esa. ¿Cuál era su nombre? ¿Inma? ¿Enna?
A no. Emma. A ver, el nombre muy bonito y todo lo que tu quieras. Ella muy guapa, atractiva, voluptuosa,… Pero no me gusta joder. Me da asco la gente como ella, interesada. No la trago.
‘Pero no te la tienes que comer, si no quieres, claro’ la voz más interna de mi mente habló por mi. Mirándolo bien, algo bueno podría sacar de esta situación.
Y de nuevo su voz.
-Amor, será mejor que abroches tu cinturón – Dijo la muy hija de la vecina. Su retintín me pone muy nervioso.
La sonreí y abroché mi cinturón de seguridad.
***
Tiré mis zapatos por ahí nada más poner un pie en mi tan apreciado apartamento. Estaba medio muerto, necesitaba con urgencia una ducha y dormir.
Dormir mucho si quería volver a ser persona de nuevo.
-¿Por qué no salimos a... – Corté de inmediato su proposición con tan solo levantar mi mano hacia mis labios en un gesto de silencio.
-Si quieres salir – Le dije mientras caminaba hacia el baño – Coge la puerta y vete y cuando vuelvas llama y alguien te abrirá.
-Pero yo quiero salir contigo a dar una vuelta – Dijo ella como una niña pequeña al borde del berrinche.
-No.
Y con ese último monosílabo cerré la puerta de mi habitación dejándola a ella fuera de esta. Que se busque la vida.
NARRA NIALL
-Amor, cielito – Dijo la tía esta. ¿Por qué mierdas acepté esta estupidez de plan?
‘Porque quieres ser feliz sobre un escenario’ Respondió, a mi pregunta retórica, mi propia voz subconsciente.
Irlanda. Mi tierra querida. Tan solo puse un pie en el aeropuerto de Dublín, una sensación de alegría infinita me llenó por completo. Tenía ganas de ver a mi familia. Hacía semanas, ¡qué digo!, meses que no los veía.
Y como siempre, una voz me sacó de mi silencio interno.
-Cariño, te estoy hablando.
-Ah, ¿si? No había notado tu presencia a mi alrededor, aunque, ahora que la noto no estoy muy contento.
La chica se tomó su tiempo para asimilar mis palabras. Tiempo que yo aproveché para subirme al todo terreno negro que nos esperaba cerca del avión.
Tres minutos pasaron hasta que con el ceño fruncido me echo una maldición gitana con una simple mirada. La pobre, es que es cortita de mente.
-Haré oídos sordos a tus palabras – ¡Anda! Pero si la rubita se enfada.
-Ammmm – No tenía pensado responderle más nada.
- Bien, ¿qué haremos hoy? ¿Visitaremos Dublín? ¿Iremos por sus más famosas calles?
-No – Dije rotundo. Ella simplemente hizo u puchero, algo infantil – Iremos en este coche – Dije señalando mi alrededor para que su mente se activara un poco – Hasta mi pueblo, bueno, el lugar que me vio nacer, Mullingar.
-Y, ¿allí hace frío? – Pero vamos a ver hija de mi vida. Buff. Yo no salgo vivo de esta ‘experiencia’ tan maravillosa y bien ingeniada por Jeff.
Por favor, nótese el sarcasmo gotear de cada una de mis palabras.
-No, para nada – Dije en un notable tono sarcástico. Ella relajó su gesto de nerviosismo.
-Uy, menos mal, porque con el frío y la humedad se encrespa mi pelo y me veo fea – Un puñetero poema era mi cara en esos momentos. Incredulidad en mi mirada. Cerré los ojos, era lo mejor después de esa conversación tan productiva... Más sarcasmo...