Cuando los hermanos Pevensie abandonaron Narnia por primera vez, después de haber reinado durante años, dejaron atrás a muchos seres queridos. Entre ellos, al Sr. y Sra. Castor, al señor Tumnus e incluso al propio Gran Aslan. Sin embargo, Peter dejó...
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Querido Peter:
Hoy hacen ciento noventa y seis días desde que tus hermanos y tú desaparecisteis. Las búsquedas se han reducido. Narnia ha perdido la esperanza de encontraros. Esperanza que yo perdí hace bastante y hecho que ya he asimilado.
¿Cómo estás en Inglaterra? Sí, he recordado el nombre del lugar donde naciste y no sin costarme lo mío, pues apenas tenía un vago recuerdo en mi mente de una conversación donde lo mencionaste.
Dejando eso de lado, espero que estés bien. Aquí todo el mundo te extraña, a tus hermanos también, por supuesto. Y yo te extraño más que nadie. Te extraño como el mar a la luna. Como el cielo a las estrellas. Como el sol extraña al alba.
Y... Creo que debo decirte esto: me he mudado de Cair Paravel. No podía seguir viviendo en ese palacio lleno de recuerdos. Cada rincón está lleno de ellos; los pasillos, los salones, los jardines, nuestra habitación... Todo está lleno de recuerdos de ti y de mí. Incluso de recuerdos con tus hermanos, aunque sobre todo con la reina Lucy, ya que desde que ella era joven siempre revoloteaba a mí alrededor. Y la verdad es que desde que empezó a hacer aquello, me di cuenta de lo encantadora y dulce que era, incluso llegué a pensar que si algún día tenía una hija, me gustaría que se pareciese aunque fuese un poco a ella.
Volviendo al tema... Era horrible para mí seguir viviendo allí, así que espero que puedas entender que haya vuelto a mi cabaña en el bosque; a pesar de que lo muchísimo que te costó convencerme de que me mudase de allí al palacio y lo mucho que te alegró en su momento. Pero no podía soportarlo más, Peter. Duele, duele estar ahí porque tú ya no estás, porque tú ya no volverás.
Antes no me importaba ni me dolía cuando te ibas durante días o incluso semanas y meses para tratar asuntos como el Sumo Monarca o a veces para cazar con tus hermanos, porque sabía que siempre regresarías y entonces la espera merecería la pena. Sin embargo, ya nunca más regresarás a Cair Paravel. Nunca más te veré entrar por esas grandes puertas con júbilo y satisfacción por un trabajo bien hecho. Nunca más te podré dar la bienvenida a casa. Nunca más veré tu sonrisa de felicidad al verme después de un largo tiempo. Nunca más correrás hacia mí para elevarme en volandas y decirme que me has extrañado, tanto como yo te había extrañado a ti. Nunca más, Peter. Y eso que creía que el «nunca» no existía ni existiría para nosotros, que para nosotros sólo existiría el «siempre».
