Cuando los hermanos Pevensie abandonaron Narnia por primera vez, después de haber reinado durante años, dejaron atrás a muchos seres queridos. Entre ellos, al Sr. y Sra. Castor, al señor Tumnus e incluso al propio Gran Aslan. Sin embargo, Peter dejó...
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Querido Peter:
Hoy hacen treinta y seis mil quinientos treinta días desde que tus hermanos y tú desaparecisteis.
Hace tan solo un par de meses, hicieron cien años desde entonces.
Ya ha sido todo un eterno siglo sin ti.
¿Sabes qué día es hoy? Es nuestro aniversario, Peter.
Por Aslan, hoy estaríamos celebrando nuestro ciento siete aniversario si nunca te hubieras ido de mi lado y para estas fechas, ambos siguiésemos vivos, claro.
Quizás no sea el mejor día para escribirte esta carta, pero si no lo hago ahora, no sé si podré hacerlo más tarde.
¿Empiezas a notar a donde voy a parar?
Soy mayor, Peter, muy mayor, y ya no tengo fuerzas para sujetar la pluma en condiciones. Mis manos tiemblan y mi visión ha empeorado muchísimo en los últimos veinte años, así que puede que notes mi letra muy movida y difusa, puede que ni entiendas lo escrito, puede que incluso la tinta se corra si termino llorando... Lo siento.
Lo siento, de verdad. Es más que probable que ya no haya más cartas. Estoy segura de que pronto daré mi último aliento y me despediré de este mundo. Siento que si no es hoy, mañana o pasado será mi último día. Mi larga vida por fin va a llegar a su final. Sonará triste, pero lo he estado deseando y esperando por mucho tiempo. Quiero morir para así descansar de todas las desgracias que me han tocado vivir. Quiero morir para dejar de sufrir. Quiero morir para reunirme con todos aquellos que he perdido. Quiero morir para dejar de esperarte.
Miento. Bueno, no es una mentira exactamente. Pero sé que no voy a dejar esperarte, incluso si muero. Seguiré esperándote al otro lado, con la esperanza de que nos reuniremos allí.
Estos últimos cien años de mi vida han sido horribles, llenos de pérdidas y sufrimiento. Por supuesto ha habido cosas buenas, pero las malas han predominado sin lugar a dudas. Y lo peor es que los primeros veintinueve años de mi vida tampoco fueron de color de rosa. Igualmente, sufrí muchas pérdidas, pero también gané muchas cosas y eso lo compensó. Gané a Orie, a Darmie, a Erigor, a Ryra, a Mertir, a ti, a tus hermanos, a Sorian, a Sylha, a Bilal, al señor Tumnus y a los castores. Os gané a todos vosotros, a aquellos que llenaríais mi vida de color, a aquellos a los que podría llamar amigos y hermanos, a aquellos que se volverían mi familia y mi mayor tesoro.
No tienes ni idea de cómo agradezco haber encontrado el huevo de Orie aquella trágica noche. Porque, seguramente, si no lo hubiera encontrado y no me hubiese vuelto su jinete, nunca te habría conocido a ti, Peter, ni a ninguno de los demás, salvo a Sorian. Porque, no recuerdo si te lo conté pero, aquella noche, cuando encontré su huevo después de haber sido tirada por unos desgraciados en aquel estrecho y oscuro agujero que resultó ser la entrada de una cueva, estuve a punto de morir. En realidad, incluso ahora todavía no sé cómo sobreviví exactamente. Lo último que recuerdo es que encontré aquel precioso huevo verde esmeralda que parecía indestructible, pero que cuando lo toqué, empezó a romperse como el más frágil cristal y una extraña sensación recorrió mi cuerpo.
