t r e i n t a y d o s.

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Querida Freya:

Han pasado ocho años, una semana y cinco días desde que mis hermanos y yo abandonamos Narnia.

Debo decirte dos cosas importantes hoy:

La primera, he tenido la pelea más grande y horrible que jamás habría imaginado tener con Susan.

No sé qué le habrá pasado en los últimos años, que habrá cambiado tanto ella, si ha sido la sociedad o este corrupto mundo, pero se ha vuelto sumamente tonta y superficial. Creo recordar que esto ya te lo había mencionado en una carta anterior, pero ahora es mucho peor.

Hace una semana, estábamos los cuatro reunidos en el salón de nuestra casa cuando Lucy mencionó que echaba de menos Narnia, Edmund y yo confesamos que también lo hacíamos. Susan permaneció en silencio y nosotros comenzamos a rememorar nuestros momentos en Narnia, nuestras aventuras, hazañas, errores y encuentros.

Todo bien hasta ahí.

Entonces, Susan comentó que le sorprendía que recordásemos tan bien los juegos a los que jugábamos de niños. Los tres la miramos con las cejas enarcadas, confundidos. Edmund dijo que no había sido ningún juego, que todo eso había sucedido y por eso lo recordábamos tan bien, porque había sido una importante de nuestra vida (para mí, la más importante). Susan se río y dijo que estábamos locos si seguíamos creyendo que Narnia era real, pues obviamente había sido cosa de nuestra portentosa imaginación de niños.

Lucy le preguntó indignada qué cómo podía decir esas cosas, qué cómo podía insinuar que todos nuestros amigos narnianos no eran más que una invención nuestra. Susan le contestó que lo decía porque era la verdad y que debíamos madurar de una vez. Por Aslan, no recuerdo haber visto a Lucy tan enfadada y tan roja de ira como en ese momento. Bueno, los tres estábamos enfadados.

Pero eso no fue lo peor, no.

Susan me miró y me dijo que no estaba tan mal si Edmund y Lucy seguían creyendo en Narnia porque eran más pequeños, pero que yo lo siguiese haciendo era una vergüenza y una extremada falta de madurez. No le grité de milagro, aunque tampoco me dio tiempo porque siguió hablando. Dijo que debía espabilar y dejar de soñar con una mujer que no existía, que debía poner los pies en la tierra y dejar de añorar a un producto de mi imaginación, que debía ser consciente de que en la vida real no existen personas con orejas puntiagudas, cabello blanco y que montan sobre dragones, que debía dejar de ser tan estúpido y no lamentar la perdida de una persona irreal.

Se atrevió a decir que no eras real.

Se atrevió a decir que no existías.

Se atrevió a decir que solo eras una ilusión.

No me siento orgulloso de lo que sucedió a continuación, pero estaba demasiado alterado como para medir mis palabras. Le contesté malamente y comenzamos a discutir a voz en grito. Recuerdo haberle dicho que era una estúpida, una insensible y muchas otras cosas. Recuerdo haberle preguntado cómo se atrevía a decir esas cosas de ti, cuando sabe cuán importante eres para mí, cuando ella y tú fuisteis grandes amigas en Narnia. Recuerdo que ella repitió que no eras real y que yo le contesté que tú eras diez veces más real que ella y cien veces mejor persona. Recuerdo muchos gritos e insultos. Recuerdo haberle dicho que no quería que volviese a hablarme si solo iba a decir estupideces y que ella me contestó que el único que decía estupideces era yo. Recuerdo que Edmund y Lucy tuvieron que intervenir y separarnos antes de que las cosas fueran a peor.

Susan se marchó después y no hemos vuelto a hablar desde entonces.

Y no pienso hacerlo hasta que se disculpe.

Sé que yo también tengo que disculparme por algunas cosas que dije, pero la que comenzó la discusión fue ella, la que comenzó a insultar y ofender fue ella, así que ella debería disculparse primero, conmigo y también con Edmund y Lucy.

De verdad, todavía no me creo que dijese que Narnia no es real.

Que tú no eras real.

Tú eras y eres lo más real de mi vida, Freya.

Lo sé con seguridad porque mi corazón me lo grita todos los días. Es imposible que estos sentimientos que tengo por ti sean mentira. Es imposible que todos estos recuerdos que tengo de ti sean falsos. Es imposible que todo lo que vivimos saliese de mi imaginación. Es imposible porque no tengo tanta imaginación para crear a un personaje tan perfecto y maravilloso como lo eres tú, Freya, no tengo tanta imaginación para crear una historia que parezca tan real que consiga llegarme al corazón, como me llegó la nuestra.

Además, tengo un anillo colgado al cuello, que jamás me quito, que reafirma tu existencia, nuestra historia y nuestro amor. Susan puede decir lo que quiera, yo sé que eras real.

...

Voy a contarte la segunda cosa antes de que me enfade otra vez.

Ayer mientras Edmund, Lucy y yo estábamos comiendo junto al profesor Kirke, la señora Plummer, mi primo Eustace y su amiga Jill (la cual también ha estado en Narnia), sucedió algo extraño. De repente, un hombre algo mayor que yo con atuendos narnianos apareció ante nosotros, aunque parecía más una sombra, un fantasma, que una persona de carne y hueso.

Le pregunté quién era, le ordené que nos lo dijese en el nombre de Aslan, pero no hubo respuesta y el hombre se desvaneció.

Después de aquello estuvimos divagando sobre lo que había pasado y llegamos a la conclusión de que algo malo estaba sucediendo en Narnia y quizás ese hombre había venido a avisarnos. Desgraciadamente, no sabíamos cómo regresar para ir a ayudar, uno no puedo regresar solo con desearlo (lo sé muy bien), hasta que el profesor Kirke dijo que el único modo sería mediante los anillos mágicos que él y la señora Plummer usaron para llegar a Narnia por primera vez.

El problema ahora era que los anillos habían sido enterrados en una casa que ya no pertenecía al profesor Kirke, así que Edmund y yo decidimos vestirnos como operarios para no levantar sospechas e ir a la casa a primera hora de la mañana para buscarlos. Nos llevó bastante, pero finalmente los encontramos.

Y ahora mismo nos estamos preparando (bueno, yo te estoy escribiendo, como puedes ver, pues llevo listo un rato) para ir a la estación de tren y dárselos a Eustace y Jill, ya que son los únicos de entre todos nosotros que todavía tienen permitido volver a Narnia.

Esperemos que lo que esté sucediendo en Narnia no sea tan malo.

Esperemos que no lleguen tarde.

Esperemos que puedan ayudar.

Esperemos que se solucione.

Ojalá pudiera ir yo y ayudarles.

Edmund me está gritando desde el piso de abajo que nos vayamos ya o llegaremos tarde, así que me despido aquí.

Deséanos suerte, desea suerte a Eustace y Jill, Freya, mi reina.

Con amor,

Peter.

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Dear Peter ➳ Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora