v e i n t i u n o.

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Querido Peter:

Han pasado nueve mil dos cientos veintidós días desde que tus hermanos y tú desaparecisteis.

Sinceramente, ya no sé cómo soy capaz de seguir la cuenta. Quizás haya pasado algún día más o menos, no estoy segura.

Han pasado más de veinticinco años desde entonces y quince desde que Narnia fue invadida por los telmarinos y nuestras tierras usurpadas.

Los telmarinos han construido su propio castillo y la dinastía Caspian se ha establecido allí. Extrañamente, a pesar de que solo han pasado quince años, ya van por su segundo rey (el primero se dice que fue asesinado por el que le sucedió). Han terminado de acomodarse en nuestros territorios y mientras que ellos viven cómoda y felizmente en lo que una vez fue nuestro hogar, sin ni siquiera apreciarlo en lo más mínimo, nosotros nos hemos vistos relegados cada vez más a las profundidades de los bosques. 

En los últimos años han dejado de cazarnos tan seguidamente. Seguramente creen que ya estamos medio extintos y no corremos tanta prisa. Pero, sin importar qué, nunca nos terminaremos de extinguir, nos aseguraremos de que algunos narnianos sigan viviendo por siempre, para que este mundo no se olvide de nosotros y de nuestras historias, como prácticamente pasó con los elfos de Adaris y los dragones.

Sin embargo, no creo que ningún narniano vuelva a tener fuerzas para levantar sus armas en contra de los telmarinos al menos en mil años. Nos han dejado un profundo dolor y una gran pérdida en nuestras vidas, en nuestros corazones. Ya nada es igual, hemos vuelto a perder nuestra libertad, tal y como la perdimos cuando la Bruja Blanca reinó. Muchos narnianos ya han perdido la capacidad del habla, se han vuelto puros animales salvajes, sobre todo los más jóvenes. Pero no se puede esperar otra cosa... Cuando te tratan como un simple animal, como un ser sin raciocinio, como un monstruo; al final, te acabas convirtiendo en uno.

Los arboles ya no bailan y los faunos han dejado de tocar su música. La alegría, la esperanza y las ganas de vivir se han esfumado de Narnia. Solo queda una pesada y triste oscuridad y el recuerdo constante de que no pudimos proteger lo que era nuestro, de que no pudimos proteger ni nuestro hogar ni a nuestra gente. De que no pudimos proteger absolutamente nada.

El señor Castor y uno de sus hijos gemelos fallecieron hace unos años, cuando salieron de la cabaña para ir a ayudar a unos narnianos junto con Sorian. Los telmarinos los cazaron y mataron. Sorian salió gravemente herido también. En realidad, sigue sufriendo los daños; tanto los físicos como los psicológicos. Perdió un brazo, así que ya no puede volver a usar su preciado arco ni hacer muchas otras cosas. Por suerte, Sylha y él tuvieron una hija realmente preciosa y gentil hace ocho años y ella siempre está ahí para ayudarlo, para reconfortarlo. Es su alegría, su rayo de luz y de esperanza.

Se llama Lucy, en honor a tu hermana y al gran cariño que Sylha le tenía, a la gran amistad que compartían las dos. Pero todos la llamamos Eyra, que en la lengua élfica significa «rayo de luz», porque, como he escrito antes, es la alegría y esperanza de Sorian.

La señora Castor está bastante abatida desde la muerte de su marido y uno de sus hijos, y aunque los otros tres tratan de animarla lo mejor que pueden, ella no ha vuelto a sonreír. Se pasa el día cocinando y tejiendo para distraerse y no pensar en nada. A veces viene a hablar conmigo y me pregunta: «¿Cómo puedes llevar tantos años soportando el dolor de una perdida tras otra, cuando yo solo he perdido a Castor y a uno de mis hijos, y ya se me hace la vida un infierno, ya siento que me quiero morir y que acabaré volviéndome loca por la añoranza?». La verdad es que yo me pregunto exactamente lo mismo, ¿cómo puedo soportarlo?

Supongo que únicamente lo soporto porque hay personas y criaturas a las que no puedo dejar solas. No puedo abandonar a Sorian, Sylha, Eyra, el señor Tumnus, a la señora Castor, a sus hijos... Y mucho menos puedo abandonar a mis dragones. Al menos a los que me quedan, porque ya no solo es Orie el que se ha ido, Ryra también se fue.

Nuestra Ryra, la dragona a la que pusiste nombre, se marchó al otro lado hace unos cinco años. Se enfureció un día por la situación que vivíamos y fue directa a atacar la ciudad telmarina... El resultado fue que sentí como nuestro vinculo, nuestra conexión, se rompía y nuevamente, una parte de mi alma y mi corazón me eran arrebatados. Debido a eso, el dolor que ya sentía por tu ausencia y la muerte de Orie se ha multiplicado tanto que no puedo calcularlo.

Tengo miedo de perder a alguno más de mis dragones a manos de los telmarinos, ya que para ellos es muy difícil ocultarse por su gran tamaño y también mantenerse quietos en un sitio. Creo... que debo dejarlos ir, aunque me vaya a sentir más sola de lo que ya me siento.

Espero, desde lo más profundo de mi corazón, que tu vida esté siendo mucho mejor donde quiera que estés, Peter, mi rey.

Con amor,

Freya.

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Dear Peter ➳ Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora