Cuando los hermanos Pevensie abandonaron Narnia por primera vez, después de haber reinado durante años, dejaron atrás a muchos seres queridos. Entre ellos, al Sr. y Sra. Castor, al señor Tumnus e incluso al propio Gran Aslan. Sin embargo, Peter dejó...
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Querido Peter:
Hoy hacen doscientos treinta y cuatro días desde que tus hermanos y tú desaparecisteis. Las búsquedas ya se han cancelado completamente, como mucho queda algún narniano buscándoos de forma independiente.
Parece que los días pasan rápido por el tiempo que tardo en escribirte, pero no es así. Pasan con una parsimonia tan excesiva que se me hacen una tortura. Incluso el reinado de la Bruja Blanca se me hizo más corto que cualquiera de estos días en los que tú no estás. Y no, no exagero, Peter. Me gustaría estar haciéndolo, pero no es así. Los días son lentos y tortuosos desde que no estás. Me hacen sentir martirizada. Me hacen sentir más rota de lo que ya estoy. Me hacen desear que todo acabe rápido. No importa cuántas cosas haga para distraerme y dejar de pensarte, intentado así que pasen más velozmente, no funciona. ¿Qué clase de mala acción habré cometido en mi vida pasada para estar recibiendo este castigo? El castigo de que tú ya no estés conmigo. Si hubiera sabido que llegaría el día en que sería castigada de esta manera, entonces habría preferido no enamorarme perdidamente de ti.
...
Mentí, ¿te has dado cuenta? Estoy segura de que sí porque no hay nadie que conozca tan bien mi corazón como lo haces tú. Incluso si digo que habría preferido no enamorarme por el dolor y la tristeza que ahora me dominan, tú sabes perfectamente que es una mentira. Pues no importa cuánto dolor me achaque, ni tristeza que sienta, ni añoranza que me desborde, jamás lamentaré en todo mi vida haberte entregado mi corazón y mi amor, incluso si ello me acaba conduciendo a la locura y posteriormente a la muerte. Jamás lo lamentaré, Peter, porque tú eres el primer y último hombre al que he decidido amar, al que he decidido darle mi todo y más, y eso jamás cambiará.
