Estaba tan feliz, hace tan solo unas horas volví a ser madre, después de diecisiete años. Mi pequeño Peanut es hermoso y chiquitito, midió 50.3 centímetros y peso 3.400 gramos. Después de su nacimiento mi ginecólogo junto con el doctor que acompaño mi parto se lo llevaron para practicarle algunos exámenes debido a que nació tres semanas antes de lo previsto y querían cerciorase de que todo estuviera bien.
-¿Mami?- escuché la voz de mi hija y la puerta de la habitación en la que me encontraba se abrió, una sonrisa apareció en mi rostro al verla, seguía con su pijama y en su mano derecha traía globos de helio azules junto con un oso de peluche.
-Mi pequeña Vic- dije y ella sonrió. Se acerco a la cama y me dio un beso, colgó los globos en la cabecera y me entrego el oso. -¿Cómo te sientes?- preguntó.
-Estoy bien bebé- golpee el lado vacio de la cama indicándole que se sentara y así lo hizo. –Solo un poco dolorida.
-¡Hola mami!- la voz de Simon se escuchó y ambas volteamos a verlo de inmediato, tenía a Peanut en sus brazos envuelto en una cobijita azul con figuritas blancas. Estiré mis brazos hacia él y mi hija de inmediato trato de levantarse de la cama, pero, logré detenerla. Simon me miró y le hice una seña de que le entregara el bebé a Victoria.
Me acomode mejor en la cama y pude ver sus ojos fijarse en los de Simon, abrió sus brazos y él con cuidado le entregó a su hermanito.
-Se parece a mí- dijo sin dejar de detallarlo, y era cierto. Cabello rubio, piel blanca, ojos verdes y barbilla partida, Peanut es idéntico a Victoria y a mí. – Hola Ange- susurró y Simon y yo nos miramos confundidos.
-¿Ange?- preguntamos al tiempo.
-Sí- dijo con una sonrisa y nos miró a ambos. -¿Se puede llamar Angelo?- hizo pucheros.-Es nombre para un angelito y él tiene cara de ser uno- se levantó de la cama y me lo entregó.
-Angelo- pronuncie y mi pequeño abrió sus ojos, sus hermosos ojos me miraban fijamente. -¿Te gusta Angelo mi amor?- le di un beso en la punta de su pequeña nariz y estornudo al instante.
-Angelo James- dijo Simon y asentí, ese será su nombre.
Simon camino unos cuantos pasos hasta quedar frente a mí, levantó mi barbilla, acerco su rostro al mío y rosamos nuestras narices antes de unirnos en un beso delicado y lleno de amor, sentí mi cuerpo estremecer. El llanto de Angelo se hizo presente provocando que nos separamos de inmediato, pero solo un poco.
-Gracias por esto mi amor- dijo sobre mis labios. –Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Te amo Delly.
-Te amo Simon- susurré y le di un pequeño beso para luego poner mi atención en Angelo.
Victoria
Han pasado tres semanas desde que Ange nació, ha crecido un poco y con eso sus ganas de llorar. Llora gran parte del día y en la noche es peor, todos tenemos ojeras y mamá ni se diga, se ve agotada. En ocasiones mi padre y yo nos turnamos para cuidar de él y así lograr que mamá descanse, pero a veces el llanto de Angelo es tan insoportable que tenemos que despertarla para que lo calme.
-Vic, cariño- dijo mi padre quitándome las cobijas de encima. –Despierta, Angelo está llorando, creo que tiene el pañal sucio y ya sabes que yo no sé cambiarlo- abrí los ojos resignada y me levanté más dormida que despierta.
-¿Qué hora es?- pregunté luego de dar un bostezo.
-Una quince de la madrugada- respondió entregándome a Peanut quien tenía las mejillas rojas de tanto llorar –Tu mamá hace poco se durmió.
-¿Trajiste el pañal?- dije meciendo a Angelo para que se calmara.
-Sí. También la crema, las toallitas húmedas y el talco.
Puse a Peanut sobre la cama y rápidamente saqué su pequeño pantalón de pijama, quite su pañal y vaya que estaba sucio, lo limpié, levanté sus piernitas y puse el pañal limpio, aplique crema, talco y lo cerré. Volví a poner su pantalón y lo tomé entre mis brazos para dormirlo.
-Dámelo y lo llevo a su cuna, tú tienes que dormir también, mañana empiezan tus clases- susurró papá y negué.
-Yo lo llevo en un rato, no quiero que se quede despierto y lloré, además no pienso ir a esas clases- susurré también al ver que Angelo estaba cerrando sus ojitos.
-Vicky, sabes cómo se pondrá tu mamá si no vas, cariño son solo seis meses, tienes que hacer el esfuerzo.
-¡No quiero papá!- exclamé y Peanut se movió en mis brazos pero no despertó.
-Es mejor que asistas, no querrás ver a tu madre enojada- dijo y dio un beso en la frente de Angelo y en la mía para después salir de la habitación.
Dejé a Angelo en la mitad de la cama y acomodé varias almohadas en el borde para que no se callera, me dio tristeza llevarlo a su cuna para que durmiera solito, apagué la luz y encendí la lámpara de la mesita de noche, me acosté a su lado y no tarde mucho en conciliar el sueño.
-¡Victoria!- gritó mi madre y desperté espantada. Miré para todo lado tratando de orientarme, Peanut ya no estaba a mi lado, la puerta de mi habitación se abrió y una Adele Adkins enfurecida se dejo ver. -¡Levántate ahora mismo! Tienes una hora para llegar a la escuela de idiomas ¡Muévete!
No me opuse, me levanté rápidamente y me metí al baño. El no dormir bien la está afectando y anda con el genio por las nubes, la entiendo, pero no era necesario que me matriculara en una escuela de idiomas solo porque ella quiere. Salí de baño y busqué un vestido en mi armario, opte por uno rosa que me quedaba un poco más arriba de las rodillas, tomé unos zapatos del mismo color y un abrigo blanco. Cepille mi cabello, puse un poco de brillo en mis labios y rubor en mis mejillas.
-Te ves hermosa- dijo mi padre en cuanto entre a la cocina, tenía a Peanut en sus brazos. Mi madre estaba preparando el desayuno.
-¿Cereal y fruta nena?- preguntó mamá volteándome a ver con una sonrisa. Asentí y la miré extrañada ¡Estos cambios de humor son como para volverme loca! –Aquí tienes- dijo poniendo un plato sobre la barra. –Aún es temprano, fingí todo el enojo para que te levantaras – me dio un beso en la mejilla y puse los ojos en blanco.
Desayunamos en silencio debido a que Angelo se durmió de nuevo, subí a mi habitación nuevamente y cepille mis dientes, me aplique un poco de perfume y tomé mi cartera y teléfono.
-Que te vaya bien mi vida, espero lo disfrutes mucho- dijo mi madre acomodando mi cabello, me dio un beso en la mejilla nuevamente y suspiré frustrada mientras salía de casa.
Mi padre abrió la puerta de la camioneta y ambos subimos, me llevó hasta la escuela de idiomas y me dijo que me recogería a la hora de salida.
¡Genial pasaré seis horas diarias en esta escuela durante seis meses, todo gracias a mi hermosa madre!
-Bonjour- dijo una anciana en cuanto entré al salón. Ni siquiera sé qué idioma está hablando.-Llega tarde señorita...
-Konecki- dije y miré el reloj de mi muñeca, efectivamente había llegado cinco minutos tarde, pero no fue mi culpa, me demoré porque no encontraba el maldito salón.
-Señorita Konecki- habló con acento raro y la miré divertida. –Siéntese en el fondo, junto a la señorita de abrigo negro- ordenó y obedecí, no tenia alternativa.
Caminé por todo el salón y la mirada de las demás personas estaba sobre mí, me sentí un poco incomoda y acelere el paso, me senté justo en donde la anciana me indico. Miré a la chica de abrigo negro quien también me miraba con una sonrisa, la detalle y era bastante bonita, su cabello negro resaltaba su piel blanca y sus ojos, tenía un rubor natural en sus mejillas y sus labios tenían un color naranja bastante llamativo.
-Hola- extendió su mano ampliando su sonrisa. –Mi nombre es Marian y esta es la clase de Francés.
...
¡Segundo Capítulo!
Con todo mi amor
Gracias Siempre
❤