-¡Victoria, te hice una pregunta!- dijo mi madre poniéndose frente a mí con su ceño fruncido. -¡¿En donde esta Marian?!-Ella... Mari ya se fue.
-¿Se fue? ¿Por qué?- preguntó sorprendida. –Pensé que pasarían la tarde juntas.
-Sí mamá y lo haremos, creo que ya viene de vuelta. Mari se fue a su casa un momento porque olvidó alimentar a su perro- dije y de inmediato me arrepentí, ¿Qué clase de excusa es esa? Definitivamente no se mentir.
-A su perro- murmuró no muy convencida.
-Sí mami, a su perro. Ella si tiene, no como yo, que nunca me has querido comprar uno- dije fingiendo modestia y ella soltó una carcajada.
-No me cambies las cosas hija- dijo retomando la compostura. –Eso no explica porque tu sostén estaba en el suelo y tu cama desordenada al igual que tu cabello.
-Mi sostén estaba en el suelo porque decidí arreglar mi armario y no noté que se quedó por fuera, eso también explica la cama desordenada, puse toda mi ropa ahí. Y mi cabello esta así porque solté la trenza, la dejaste muy ajustada y mi cabeza empezó a doler- respondí tratando de sonar convincente.
-Entiendo, pero debes tener más cuidado, imagina que no hubiera sido yo la que entró a tu habitación sino tu papá- dijo seria y me entregó el sostén. –Organiza todo esto y péinate- ordenó y asentí. Caminé hasta el armario y guardé el sostén, arreglé la cama y recogí mi cabello en una coleta alta.
-Listo, todo en orden- dije sentándome en el borde de la cama.
-Perfecto. Ahora ven aquí- dijo mi madre desde el marco de la puerta. Caminé hacia ella, abrió sus brazos y me envolvió en ellos. En ese momento me sentí mal por mentirle, se que confía en mí y yo en ella. Pero por más que quiera no le puedo decir que Marian esta en el baño y mucho menos que cuando ella llegó estábamos a punto de hacer el amor. –Dejé dinero sobre la barra de la cocina para que pidas algo de comer cuando Marian llegué.
-Gracias mami- dije y le sonreí. Besó mi frente y apretó mis mejillas.
-No es nada mi amor. Hija ¿Sabes en donde está el carné de vacunas de Angelo?- preguntó.
-Sí, está en su armario- dije saliendo de mi habitación con ella tras de mí. Entré a la de Peanut y busqué el carné. –Aquí está- se lo entregué y lo guardo en su bolso.
-Gracias nena, olvidé llevarlo y por eso tuve que volver.
-Eres muy despistada mamá- reí y ella también.
-Peter me esta esperando afuera, te veo en un par de horas mi vida- me lanzó un beso y salió a toda prisa.
Me quedé de pie en la escalera y cuando vi que la puerta principal se cerró solté toda la respiración que estaba conteniendo. Unos segundos más y mi madre nos descubre. Me dirigí nuevamente a mi habitación, abrí la puerta del baño y encendí la luz.
-¿Mari?- entré y no pude evitar reír al verla sentada en el piso de la bañera. -¿Qué haces ahí?
-No te burles- dijo levantándose. –Me asusté mucho cuando escuché como tu mamá decía lo del sostén, pensé que entraría aquí y por eso me escondí en la bañera.
-Yo también me asusté pero todo está bien, ya se fue- la tomé de la mano y salimos de ahí.
-Aquí esta tu sostén- dije entregándoselo, me sonrió y yo de nuevo tenia las mejillas cómo un tómate, empezó a subir su blusa para quitársela y de inmediato le di la espalda. A pesar del gran susto con mi madre aún tenía las hormonas aborotadas. -Voy por agua- dije y salí de la habitación. Me recargue en la pared del pasillo y respiré hondo, deseaba a Marian, la deseaba muchísimo, pero no era bueno tentar a la suerte. En otra ocasión terminariamos lo que empezamos hoy.