Capítulo 9

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-¡Amor ya llegué!- escuché la voz de Simon y la puerta principal cerrarse.

-¡En la cocina amor!- grité y pocos segundos después escuché sus fuertes pasos cerca de mí.

-Huele delicioso- besó mi mejilla y sonreí. -¿Qué cocinas, cariño?

-Crepes de poll... ¡Simon!- lo reprendí cuando metió un dedo a la salsa caliente que estaba revolviendo en la estufa.

-¡Me quemé!- gritó corriendo al lavaplatos.

-Eso te pasa por garoso- dije y me miró con cara de pocos amigos.

Victoria entró minutos después con Angelo en brazos. La tarde se había pasado rápidamente después de nuestra charla. Ahora nos encontrábamos todos cenando. Mi hija no dejaba de mirar su teléfono lo cuál era bastante extraño.

-¿Esperas la llamada de alguien nena?- pregunté tomando un poco de agua.

-¿Qué? No- dijo un poco nerviosa para después levantarse de la mesa. –Tengo algo para ti mamá- evadió el tema y salió del comedor. Poco después volvió y me entregó una caja. La miré extrañada y ella me hizo una seña para que la abriera. Con cuidado abrí el empaque y unos lentes negros de sol preciosísimos estaban en el fondo.

-¡Qué lindos!- dije sacándolos de la caja. –Gracias mi vida- me levanté de la silla y la abracé.

-¿Y para papá no hay nada?- agregó Simon fingiendo tristeza.

-¡Envidioso!- le saqué la lengua y tanto él como Victoria rieron. Terminamos de cenar entre risas. Simon le hizo prometer a Victoria que también le regalaría unos lentes a él.

-¿Cómo estuvo tu día amor?- le pregunté a Simon en cuanto entramos a nuestra habitación. Peanut ya estaba en su cuna dormido y Vic en su recámara.

-Cansado cariño, despidieron personal en el tiempo que no estuve así que tengo que realizar proceso de selección durante la semana- dijo en un suspiro. Se veía agotado.

-¿Quieres tomar un baño?- sugerí y el negó caminado hacia mí.

-Te quiero a ti...

Levantó su mano y acarició mi mejilla. Incliné mi cabeza hacia su mano con los ojos cerrados mientras sonreía. Extrañaba tanto su tacto, lo extrañaba a él. A mi Simon. Abrí un poco los ojos y vi como él se inclinaba hacia mi rostro con sus ojos cerrados, rozó sus labios con los míos provocando que mi cuerpo se estremeciera. Atrapó mi labio inferior con los suyos para besarlo. Primero fueron besos dulces y tiernos, los cuáles abrieron paso a los pasionales y rápidos. Lentamente bajó la cremallera de mi vestido mientras con sus dedos acariciaba la piel de mi espalda que iba quedando desnuda. Deslizó el vestido por mis hombros y brazos hasta despojarme completamente de este. Apartó sus labios de los míos y dio un paso atrás. Sus hermosos ojos grises brillaban de deseo mientras contemplaba mi cuerpo. Sonreí sonrojada por su profunda mirada y me acerqué a él para besarlo nuevamente.

-Te amo Simon- susurré sobre sus labios.

-Te amo Adele. Mi amor, mi eterno amor- susurró también sobre mis labios dejando su aliento cálido sobre ellos. –Te amo a ti y a nuestros hijos.

Sus besos bajaron a mi cuello mientras yo trataba de desabrochar su camisa. Sus manos se encontraban sobre mi cintura apretando sutilmente de esta. Mis ojos se cerraron involuntariamente ante el placer que estas pequeñas caricias provocaban. Me di por vencida con su camisa y deslicé mis manos por su pecho. Mordí mi labio al sentir como sus labios succionaban delicadamente la piel de mi cuello. Una sensación increíble recorrió mi cuerpo al sentir sus manos dirigirse a mi espalada para apretarla. Se deshizo de mi sostén y me cargó para dejarme en el centro de la cama. De nuestra cama. Sus ojos estaban fijos en los míos. Lograba ver cada una de sus facciones gracias a la luz de las lámparas que estaban encendidas. Siguió dejando besos sobre mi piel, bajó por mi cuello y luego por mis hombros. Volvió a mi pecho y con sus manos tomó mis senos, los recorrió con sus labios, los besó y lamio hasta dejarlos completamente erectos. De mi boca solo salían gemidos de deseo.

Hace tanto tiempo no hacíamos el amor.

Se apartó un momento de mí para quitar toda su ropa. Su mirada seguía fija en la mía, por momentos la desviaba para mirar mi cuerpo. Quedó completamente desnudo frente a mí, mordí mi labio y tapé mi rostro con mis manos por la pena que me provocaba verlo así. Algo ridículo en realidad, Simon y yo habíamos tenido intimidad un sinfín de veces. Sentí el roce de sus dedos en mi cadera y quité mis manos de mi rostro para ver que hacía. Inclinó su rostro y delineó todo el borde de mis bragas con sus labios. Con ayuda de sus manos abrió un poco mis piernas y se deshizo de mi ropa interior. Nuevamente estaba desnuda ante él. Nuevamente estaba a punto de tocar el cielo con las manos. Nuevamente lo iba a sentir a él. A mi hombre. Al único que me ha hecho mujer.

Sus labios recorrieron todo el contorno de mi cuerpo hasta llegar a los míos. Me besó lentamente mientras una de sus manos se deslizaba por mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna. Sus dedos se abrieron paso en ese lugar que él conocía tan bien como yo, en ese lugar que era suyo y de nadie más. Mis manos se aferraron a sus hombros mientras sentía el placer en todo su esplendor. Me separé de sus labios solo lo necesario para poder gemir sobre ellos. Mi cuerpo temblaba de placer y mis ojos se cerraban involuntariamente, no tenia control sobre mí en ese instante. Él me tenía bajo su dominio.

-Dios mío... Simon ¿Qué me estás haciendo?- pregunté agitada.

-Quererte, amarte y adorarte...- susurró en mi oído.

Con premura abrió un poco más mis piernas y se situó en medio de ellas. Sus manos se entrelazaron con las mías y rozó su miembro completamente erecto en mi sexo. Gimió sobre mis labios y entendí lo que quería. Flexioné mis piernas y las puse a cada lado de su cadera dándole paso a que me hiciera completamente suya. Entró lentamente provocando que soltara miles de gemidos. Sonreí complacida cuando estuvo completamente dentro de mí. Con movimientos suaves en un vaivén de caderas lento nos permitimos disfrutar. Pequeños gemidos se escapaban de nuestros labios. El placer era increíble. Esta noche era perfecta.

Aumento su ritmo al tiempo que sus manos dejaban las mías para tomar mi cintura. Salió y entró con firmeza. Gemí duro. Grité de placer. Le roge por más y eso hizo. Me hizo el amor tal como quería. Tal como lo necesitaba y deseaba.

-¡Ah!- gemí y me aferré de la sabana al sentir como llegaba a la cima total y él me secundaba acabando dentro de mí.

Salió de mi interior y me rodeó con sus brazos. Me acosté sobre su pecho, nos cubrimos con la sabana y de esa manera caímos en un profundo sueño.

...

¡Noveno Capítulo!
Gracias por leer mis niñas.


Best For Last -  Part II.Where stories live. Discover now