¡Marian me besó...! Me tomó completamente por sorpresa. Quedé tan aturdida en ese instante que no supe que hacer. Solo sentía el suave roce de sus labios sobre los míos provocando miles de sensaciones en mi interior. Puse mis manos en sus hombros un poco insegura, ella puso las suyas sobre mi cintura y junto con un pequeño suspiro cerré mis ojos y me dejé llevar. Seguí su beso hasta que la falta de aire se hizo presente. Nos separamos con las respiraciones agitadas. Abrí los ojos y la vi observándome con una sonrisa, pegó su frente con la mía y me dio un pequeño beso para después separarse.-Yo...- pronuncie sin salir de mi asombro. Puse unas de mis manos sobre mi pecho y la otra sobre mis labios. No podía creer lo que acababa de pasar.
-Besas muy bien- susurró Marian y pude sentir mis mejillas arder. -¿Estás bien?- preguntó acercándose nuevamente a mí. La miré y extrañamente sentí la necesidad de que me besara de nuevo. Quite la mano de mi boca y me acerqué a sus labios, estaba por besarme cuando escuché el sonido de la puerta al abrirse. Peter entró provocando que nos separaramos de inmediato. Me cubrí el rostro con las manos apenada mientras escuchaba la risa nerviosa de Mari.
-Señorita Victoria- escuché la voz de Peter y me incline para verlo.
-¿Si?- respondí en un hilo de voz. Mis manos temblaban.
-¿Vamos a casa?- preguntó.
-Sí... por favor, pero toma la ruta de Hyde Park para dejar a Marian en la suya- volteé a verla y una bonita sonrisa adornaba su rostro.
No pude pronunciar palabra después de eso, todo el camino fue silencioso. Tenía mi vista fija en la ventana mientras mi mente divagaba en aquél beso. Miré a Marian de reojo y ella también tenia su vista fija en el camino. En ese momento miles de preguntas inundaron mi cabeza ¡¿Por qué la bese?! ¡¿Cómo fue que termino pasando esto?! ¡¿Cuál fue la razón que me impulso a besarla también y a dejarme llevar por el momento?! ¡¿Me gusta?! ¡No, no, eso no lo sé! Pero de lo que si estoy segura y me parece realmente increíble es que me gustó que me besara, sentir sus labios sobre los míos fue algo... inexplicable.
-Me quedo aquí, por favor- la voz de Marian se escuchó y Peter detuvo la camioneta. –Gracias- nuestras miradas se volvieron a encontrar. Hubo un silencio incomodo y bajé mi mirada apenada. Una de sus manos levantó mi barbilla y me encontré de nuevo con su sonrisa. – ¿Te veo mañana?- preguntó.
-Sí... ¡Digo, no!- Marian me miró confundida. –Emmm, hablaré con mi mamá para que cancele la matricula en la escuela de idiomas- dije rápidamente.
-Oh... Ya veo- murmuró jugueteando con sus manos. Rápidamente saco un lapicero de su mochila, tomó mi mano y escribió números en ella. – ¡Llámame!- dijo y bajó de la camioneta.
Me quedé completamente desconcertada mirando la palma de mi mano una y otra vez. Peter encendió la camioneta y le pedí que esperara un momento. Entre nerviosa y asustada bajé, era una locura lo que estaba a punto de hacer.
-¡Mari, espera!- la llamé. Se volvió y corrí unos cuantos metros para alcanzarla. –Préstame tu lapicero- dije estando frente a ella. Ella me lo entregó e hice lo mismo. Escribí mi número de teléfono en la palma de su mano- ¡Mejor llámame tú!- le sonreí y sin pensarlo dos veces me acerqué a sus labios y la besé rápidamente. Me giré y corrí de nuevo a la camioneta. Subí y Peter la puso en marcha. Miré hacia atrás y ella seguía en el mismo lugar sonriendo. Suspiré y me dejé resbalar en la silla completamente sonrojada por lo que acababa de hacer.
Adele
El llanto de Angelo me hizo despertar, tallé mis ojos y miré el reloj de mi muñeca, habían pasado apenas quince minutos desde que había decidido tomar una siesta. Con mis ojos aún entrecerrados caminé hasta su habitación.
-¿Por qué llora el bebé de mami?- dije sacándolo de su cuna. Empecé a mecerlo en mis brazos tratando de calmarlo. Al ver que no daba resultado lo puse sobre la cama y revise su pañal el cual estaba limpio. Descarté la idea de que tuviera hambre porque antes de acostarme lo había alimentado. -¿No quieres dormir Peanut?- susurré y él movía sus manitas de un lado a otro mientras su llanto se hacía cada vez más fuerte.
-¿Mamá?- escuché la voz de Victoria y levanté mi vista con el ceño fruncido. Estaba de pie en la puerta, dejó su mochila en una silla y con un poco de inseguridad se acercó a mí. -¿Te ayudo?- dijo refiriéndose a Angelo. Asentí y ella con cuidado lo tomó en sus brazos. Lo puso sobre su pecho y empezó mecerlo mientras daba vueltas por toda la habitación. Después de unos minutos increíblemente el llanto de Angelo había cesado por completo. Me quedé observandolos y noté que Victoria le estaba susurrando algo que no logré escuchar. Con cuidado lo retiró de su pecho y lo dejó sobre su cuna, lo cubrió con la manta hasta la cintura y volteó a verme. -¿Podemos hablar?- preguntó en un susurro.
Me levanté y salí de la habitación de Angelo con ella tras de mí. Caminé hasta la mía y después de que entrara cerré la puerta. Me senté en el borde de la cama y ella se sentó a mi lado. Tenía su mirada fija en sus manos. Las movía de un lado a otro tratando de calmar su nerviosismo.
-¿De qué quieres hablar?- pregunté rompiendo el silencio que había en la habitación y entre las dos.
-Quiero pedirte una disculpa- dijo levantando su rostro, aún así seguía sin verme. –Se que no estuvo bien de mi parte hablarte como lo hice ayer y mucho menos gritarte... me dejé llevar por mis impulsos y terminé diciendo cosas que no debí, te juzgué por tus actos pasados... conmigo- me miró por unos segundos y volvió a bajar la mirada. Respiré profundo y la tomé de la barbilla elevando su rostro.
-¿Recuerdas aquella vez que te prometí que nunca más lo volvería a hacer?- pregunté y ella asintió con sus ojos llenos de lágrimas. –Tú me dijiste. Mamá, una promesa solo se hace cuando sabes que puedes cumplirla. ¿Cierto?- volvió a asentir y soltó un sollozo. –Si te lo prometí fue porque sabía que podía cumplirlo, te di mi palabra que es lo más valioso que tengo, pero parece que eso para ti no es suficiente.
-No...- dijo limpiando sus lágrimas. –No digas eso mamá, es más que suficiente...
-No parece- la interrumpí. –Si para ti fuera suficiente, no hubieras hecho lo que hiciste ayer.
-Lo lamento... no quise hacer las cosas de esa manera... como te dije me dejé llevar por mis impulsos y me llené de rabia- su voz estaba entrecortada por el llanto. –Perdóname mamá- dijo acercándose más a mí con su mirada de suplica. Trató de hacer los mismos pucheros que hace Angelo cuando está a punto de llorar y reí por lo graciosa que se veía. La acerqué más a mí y la abracé con fuerza.
-Nunca podría volver a hacerte daño, mi amor- susurré acariciando su cabello. –Tampoco a tu hermano ¿Qué clase de madre desalmada crees que soy?- dije separándola. Soltó una carcajada y se lanzó a mis brazos.
-Te amo mami- dijo abrazándome con fuerza.
-También te amo nena- le di un beso en la mejilla y se separó de mi. La tomé de las manos y pude ver en una de ellas varios números escritos con un lapicero. -¿Por qué escribes en tus manos?- la reprendí, sabe que odio que haga eso.
-No fui yo. Lo hizo Marian, es su número de teléfono- sonrió mirando su mano y la cerró ocultando los números.
-Mmm... Y ¿Cómo va tu amistad con ella?- pregunté y pude ver como sus mejillas cambiaban de color. Bajó la mirada mordiendo su labio y en ese momento supe que estaba ocultando algo. – ¿Tienes algo que contarme?- pregunté levantado nuevamente su barbilla.
-Sí mami...
-Te escucho cariño. ¿Qué tienes que contarme?- pregunté curiosa.
...
¡Séptimo Capítulo!
Gracias Siempre
❤