Adele
-Peter ¿te puedes detener un momento aquí, por favor?- dije y él de inmediato lo hizo. –Vic, cariño espérame aquí con Ange no tardo- le indiqué sonriendo. Ella asintió, le di un beso en la frente y bajé de la camioneta.
Entré al edificio y caminé por los largos pasillos hasta el elevador. Las chicas de recepción ya me conocen por lo cual me dejaron pasar rápidamente y sin registros. Pulse el botón del piso seis y en menos de un minuto estaba allí.
-¡Señorita Adkins, que gusto verla de nuevo!- dijo Clarie estrechando su mano con la mía. -¿Viene a ver al señor Konecki?
-Sí Clarie, ¿sabes si está ocupado?- le pregunté.
-No señora. No tiene pendientes ni juntas hoy, si gusta puede pasar- me sonrió amablemente y le agradecí.
Recorrí un pequeño pasillo y respiré hondo antes de entrar a la oficina de Simon. Quería hablar con él, arreglar las cosas. Aunque lo de anoche no fue una pelea me afecto bastante. Nunca me había gritado de esa forma.
-¿Amor...?- murmuré girando la perilla mientras abría la puerta poco a poco. No quería asustarlo tal vez estaba enfocado en sus asuntos y se sorprendería al verme. Abrí la puerta en su totalidad y fruncí el ceño al ver como acariciaba la mejilla de una mujer que estaba de frente a él, pero de espaldas a mí. –Simon, ¿interrumpo?- dije en voz alta y él de inmediato fijó su mirada en mí.
-¡Adele!- pronunció mi nombre casi gritando. -¿Qué... qué haces aquí?- su rostro estaba un poco pálido.
-Quería hablar contig... ¿Qué hace ella aquí?- dije en cuanto la mujer se dio la vuelta. Su rostro es más que reconocible para mí. ¡La famosísima doctora Alice Allen estaba en la oficina de mi esposo y él estaba acariciando su mejilla!
-Buenos días Adele- me saludó. No le respondí, ni la miré. Mi mirada esta fija en Simon, esperando su respuesta. -¡Ay, que grosera eres!- se puso a mi lado y sentí mi sangre hervir. –Será mejor que me vaya. Gracias por la junta barboncito- dijo y la miré con furia, ¿Quién se creía para llamarlo así? Me sonrió hipócritamente y salió de la oficina.
-¿Qué hace esa mujer aquí Simon?- levanté la voz y en menos de un segundo él estaba frente a mí.
-¡A mi oficina no vienes a levantar la voz!- gritó sobre mi rostro. –Alice es la nueva gerente de recursos humanos, por eso está aquí.
-Y ¿Por qué es la gerente, te puede llamar "barboncito" y tú acariciar su mejilla?- crucé mis brazos y elevé mi rostro aún más para enfrentarlo. No me iba a dejar intimidar por él.
-¡¿Vas a empezar con tus celos absurdos?!- llevó sus manos a su cabeza y suspiró fuerte. -¿Qué quieres?
-¡No son celos absurdos!- grité y cerré la puerta de la oficina de un solo golpe. – ¡Vine porque quería arreglar contigo lo de anoche, sigo sin entender porque llegaste así y me gritaste de esa forma!
-Estaba cansado Adele- gritó también.
-Entonces si tenías algo. No era "nada", si me lo hubieras dicho te habría dejado descansar sin necesidad de que me gritaras.
-Barboncito, los gritos se escuchan hasta afuera- la voz de Alice me exaltó más de lo que estaba. No sé en qué momento volvió a entrar a la oficina.
-Lo lamento Alice. Adele está un poco loca hoy- dijo Simon y sentí la furia y el coraje recorrer cada milímetro de mi cuerpo.
-¡Idiota!- le grité nuevamente y me di la vuelta para salir de la oficina.
-¿A dónde vas?- me tomó del brazo y me giré bruscamente.
-¡No te incumbe!- dije zafándome de su agarre. Alice se hizo a un lado y me miró con una sonrisa mientras yo salía de la oficina.
-¡Adele, ven aquí!- escuché el fuerte grito de Simon pero no me detuve. Caminé rápidamente al elevador y maldije para mis adentros porque tardaba demasiado en llegar. -Tú no vas a ningún lado, eres mi esposa y...- lo interrumpí quitando su mano de mi cintura.
-¿Ahora si soy tu esposa? ¿Ya no soy la loca?- lo reté con la mirada y pude ver la furia crecer es su ojos. – ¡Mejor vete con ella!- señalé a Alice, estaba a unos cuantos metros observándonos atenta. – ¡PARECE QUE POR ELLA ESTAS OLVIDANDO QUIÉN ES TU ESPOSA!
Las puertas del elevador se abrieron y entré sin darle oportunidad de decirme algo más. Contuve mis lágrimas y las disfrace con una sonrisa. No iba a permitir que mis hijos me vieran de esa forma y mucho menos por su padre. Simon se había convertido en un hombre que desconocia de la noche a la mañana. Durante nuestra relación hemos tenido diversos problemas, pero nunca lo había visto así. La manera en que me miró y gritó anoche acompañado de la discusión de hace un momento es algo que jamás creí de él.
Llegamos a la disquera y bajé con Angelo en mis brazos y Victoria a mi lado. Todos se quedaron viendo a mi hija sorprendidos, no paraban de decir que es idéntica a mí. Entramos al estudio de grabación y ella miraba todo en detalle. Dejé a Angelo en el porta bebé jugando con su chupete y me acerqué por detrás para abrazarla.
-¿Increíble, no?- dije acariciando su cabello.
-Todo es muy bonito mamá, nunca había visto algo igual- se dio la vuelta y me abrazó. –Gracias por traerme- me sonrió y yo también lo hice.
-¡Hola hola Delly...!- dijo Jonathan entrando. Me miró y luego a Victoria. -¡Wow tú debes ser mini Delly, son igualitas!- se acercó mirándonos a ambas completamente embobado. –Llevaba años sin verte Vic. Tu mamá solo me mostró una foto tuya hace muchísimo tiempo, es un gusto conocerte. –besó sus mejillas.
-El gusto es mío- respondió ella tímidamente.
Después de algunas indicaciones por parte de Jonathan y del chico que maneja todos los audiogramas grabé dos de las tres canciones. Podía sentir la mirada de mi hija en todo momento a pesar de tener los ojos cerrados. Me concentré en ella y en Angelo mientras cantaba y a mi parecer salió más que perfecto.
-¡Bien hecho Delly!- choqué cinco con Jonathan y tomé un poco de agua del vaso que Victoria me había traído.
-Solo falta una Jonny, ¿podemos grabarla de una vez?
-De hecho no- respondió y lo miré confundida. –La chica que venía para grabar la melodía en piano de esa canción se le presento un problema familiar y no pudo asistir, por esa razón tendremos que posponerlo.
-¿No puedo grabar la melodía y después cantar?- Jonathan negó y me quedé pensando en que hacer. -¡Lo tengo!- dije y él me miró atento. – ¡Vic puede grabar la melodía del piano mientras yo canto!- la miré y ella abrió mucho sus ojos.
-¿Qué yo qué? ¡Nonononono!- dijo con la voz temblorosa.
-¡Vamos mi amor, sabes tocar el piano de maravilla! Hazlo por mami ¿Sí?- hice puchero tratando de no reír y ella arrugó la nariz. Le roge casi llorando y finalmente acepto. Jonathan la llevó a la cabina y le dio todas las indicaciones, le entregó las partituras y ella las estudió rápidamente. Levantó su dedo pulgar y puso sus dedos sobre las teclas. Jonathan subió el volumen y la melodía de mi última canción nos invadió, la mirábamos maravillados, tocaba con tanta delicadeza pero a la vez con destreza. Era simplemente perfecto. La felicitamos en cuanto terminó, no cometió ni un solo error.
Fue el momento más feliz de mi día. Mi pequeña es la mejor.
...
¡Capítulo 16!
Gracias Siempre
❤