Quisiera poder regresar en el tiempo. Sé que he fallado, he cometido errores, tal vez algunos imperdonables. Simon lo dijo y no miente, nunca deseé a mi hija, desde que estaba en mi vientre la rechacé. Ahora me arrepiento de eso, ella nunca tuvo la culpa de nada, ni de mi pasado, ni de las constantes discusiones con su padre. Ella no ha hecho más que amarme toda la vida como si yo fuera lo único existente en toda la faz de la tierra.Yo no la amé nunca de esa forma.
Mis días se han vuelto un tormento. Me fui de casa con Angelo en brazos y Victoria aferrada a mi mano. Me eligió por encima de su padre y no puedo negarlo me sorprendió que lo hiciera después de todo lo que Simon pronunció con más que odio.
-Mamá- susurra Victoria acercándose con cautela y se sienta a mi lado. –No llores más.
-Me equivoque nena- la miro detallando su rostro un poco pálido y con ojeras tan profundas como el mar. –Tú no merecías a una madre como yo, merecías a alguien que te amara tanto como tú lo haces. Merecías mucho más.
-Que te puedo decir- habla tranquila. –Cada quien tiene lo que merece, ni más ni menos. Este es mi destino y así quieras no lo puedes cambiar, eres mi madre.
-Soy tu madre, más sin embargo nunca quise serlo. Cuando te estaba esperando jamás...
-Eso es pasado- me sonríe fingidamente y las lagrimas la traicionan. –Que se quedé ahí.
Asentí y ella se pone de pie para observar por la pequeña ventana. Es tan hermosa, aún no se cómo sigue a mi lado después de tantos errores cometidos. Su amor hacia mí es infinito de eso no me cabe duda.
-¿Has hablado con tu padre?- me acerco y acomodo su cabello para abrazarla.
-No, no he querido hacerlo- su mirada esta fija en el pequeño paisaje. –Peter llamó hace un rato, dijo que papá se había ido de la casa así que podemos volver.
-¿Estás segura? Podemos comprar una casa aquí, siempre quisiste estar en Miami.
-Esta no es nuestra vida mamá- dijo segura. –Llevamos dos semanas aquí y lo único que quiero es volver.
-Haremos lo que tú quieras mi amor- la abrazo con fuerza y siento como solloza sobre mi hombro. -¿Aún no sabes nada de ella?- acaricio su cabello y niega entre lagrimas.
-Llegando a Londres iremos a buscarla, te prometo que todo estará bien- la separo un poco y limpio su rostro. –Te amo hija.
-Gracias, te amo mamá.
Después de unas horas estábamos listos para volver. No ha sido fácil estar aquí y comparto la opinión de mi hija. Esta no es nuestra vida. Angelo le sonríe a Victoria mientras le hace mimos en su pequeña nariz, tan pequeño e inocente. El no sufre, no es consciente de lo que pasa a su alrededor y en parte me alegra. No sabe que tuvimos que huir porque su padre se volvió loco y si no nos íbamos nos haría daño.
-La confirmación de su vuelo y sus boletos- la señorita del aeropuerto me sonríe nerviosa. – ¿Sería mucho pedir un autógrafo? Soy su admiradora- extiende una hoja y un lapicero. Le sonrío y leo su nombre en la pequeña placa dorada que lleva en su suéter.
-Tienes un nombre muy bonito, Kate- firmo la hoja y dejo que nos tome una fotografía con su teléfono. Después de todo, un poco de felicidad para ella no está mal.
Me agradece, le agradezco y nos retiramos para ir a la sala de espera. Leo los boletos. Sala 15, de Miami, Florida a Londres, Inglaterra. Tiempo estimado de vuelo, ocho horas y treinta minutos. Fecha y hora de salida, 21 de septiembre 6:05pm. Suspiro y camino unos cuantos pasos más hasta que mi mente cae en cuenta de algo. Miro la fecha nuevamente y después a mi hija.
-Victoria- la llamo y ella voltea a verme, me acerco rápidamente y la abrazo con fuerza.- Feliz cumpleaños mi amor.
-Pensé que no lo recordarías- me devolvió el abrazo. –Nunca me lo habías dicho- una sonrisa triste aparece en su rostro y me vuelvo a sentir la peor madre.
-Perdona mi amor- muerdo mi labio. –Te amo, te debo dieciocho regalos.
-Tenerte a mi lado es más que suficiente mami.
Le sonrío encantada y acaricio su mejilla. Caminamos nuevamente hacia la sala y antes de entrar le compro una caja de mini donas, se que le encantan. Esperamos unos minutos más y abordamos el avión. Tomo a Angelo en mis brazos y él busca mi seno desesperado. Su llanto no se hace esperar.
-No llores Ange. Aquí está mamá- susurro y de inmediato se calma al ver que bajo mi blusa.
El avión despega justo a la hora indicada. Angelo duerme y Victoria toma mi mano al sentir la pequeña turbulencia.
-De vuelta a casa mi vida- aprieto ligeramente su mano.
-De vuelta a casa mamá.