Días Después
Adele
-¡Victoria, apaga ese ruido!- grité desde la escalera. -¡Vas a despertar a Angelo!- su música a todo volumen estaba a punto de volverme loca. Subí las escaleras debido a que no obtuve respuesta de su parte, la único que recibí fue una nota alta del vocalista provocando que todos los vidrios de la casa se estremecieran. Entré a su habitación y para mi sorpresa tenía a Angelo en sus brazos mientras bailaba. Caminé hasta el estéreo sin que ella se percatara y lo apagué.
-¡Mamá!- volteo a verme enojada. -¡¿Por qué lo apagas?! ¡Estábamos bailando!- caminó hacía mi con toda la intención de volver a encender el dichoso aparato que hacía más escándalo que Peanut en la noche.
-¡Lo vuelves a encender y te castigo Victoria Konecki!- la señalé y me fulmino con la mirada.
-Salgamos de aquí Peanut- dijo acomodandolo en sus brazos. -¡Mamá es una amargada!- Angelo la miró fijamente y soltó una pequeña risita como si supiera lo que ella acababa de decir. Sonreí y bajé con ellos las escaleras.
-No es que sea una amargada hija- dije mientras la seguía a la cocina. -Sabes que la música a todo volumen me pone nerviosa.
-¡Lo cual es raro!- respondió dejando a Angelo en el porta bebé. -Eres cantante mamá, se supone que por naturaleza te debería gustar la música a todo volumen.
-Me gustaba mi vida, pero después del embarazo de Angelo quedé con los nervios de punta- admiti. Me miró confundida y soltó una carcajada escandalosa que me hizo reír también. -Bueno, cuéntame ¿Qué es lo que te tiene tan de buen humor?- pregunté curiosa. - Andas muy feliz últimamente.
-¿Yo feliz?- preguntó nerviosa mientras preparaba el biberón de Angelo.
-¡Sí. Tú!- dije ayudándole con la cantidad necesaria de fórmula. Estaba por contestarme, pero el sonido de su teléfono nos interrumpió, lo sacó del bolsillo de su pantalón y contestó de inmediato.
-¡Hola Mari!- dijo sonriendo y se alejó poco a poco hasta salír por completo de la cocina. Se me hizo bastante extraño que lo hiciera nuevamente, durante los últimos días cada vez que su teléfono suena se va a otro lado para hablar.
Terminé el biberón de Angelo y lo saqué del porta bebé para dárselo. Me senté en la barra con él en brazos y puse el chupete en su pequeña boquita, de inmediato empezó a beber.
-Mami...- dijo Victoria acercándose con su teléfono aún en mano. -¿Marian puede venir está tarde?
-Sí, mi vida- hablé en un susurro al ver como Angelo cerraba sus ojitos. -¿Sigue en la escuela de idiomas?- pregunté y ella asintió. -Dile que Peter va a buscarla para que no tenga problema en llegar- volvió a asentir pero esta vez con una sonrisa. Salió nuevamente de la cocina y yo terminé de darle el biberón a Peanut quién quedó profundamente dormido. Lo puse sobre mi pecho para dar leves golpesitos en su espalda y sacar los gases.
Con cuidado y tratando de hacer el menor ruido posible lo llevé a su cuna. Era tan difícil dormirlo últimamente y más aún en las noches. Dejé un beso en su pequeña manito, lo cubri con su mantita y salí de su habitación, no sin antes encender el monitor para escuchar su llanto en caso de que despertara.
Entré a mi habitación y organicé el desastre que usualmente dejaba Simon en la mañana. La toalla en la cama, su pijama en el suelo del baño junto con sus medias y boxer. Me desesperaba que lo hiciera pero era un caso perdido reprenderlo por eso, nunca le daba mayor importancia porque sabía que yo me encargaría de recogerlo. Después de hacer la cama entré al baño y me di una ducha rápida para después vestirme y maquillarme. Salí de mi habitación, pasé por la de Angelo y agradecí porque siguiera dormido.
-Vic- toqué la puerta de su habitación.
-¡Adelante!- escuché su voz y abrí la puerta. Estaba sentada frente al espejo mientras cepillaba su cabello. Todo estaba en perfecto orden a excepción de una cosa.
-¿Por qué nunca abres las cortinas hija?- me miró por el espejo y se quedó callada para después sonreír.
-¡Creo que soy un vampiro, me encanta la oscuridad!- hizo una mueca exagerada y no pude evitar reír. Dejé las cortinas tal cual estaban, finalmente son sus gustos.
Me acerqué al espejo y me puse detrás de ella, le quite el cepillo y terminé de desenrredar su cabello.
-Tienes muy largo el cabello nena, deberías cortarlo un poco- sugerí al ver que le llegaba por debajo de la cintura.
-¡Nononono! Todo menos eso mamá- dijo rápidamente. -Desde pequeña lo tengo así y es mi mayor tesoro, además mi papá me mata donde lo llegué a cortar.
-¿Quieres que te haga una trenza?- le pregunté y asintió emocionada. Nunca en sus diecisiete años de vida la había peinado.
Victoria
Solté un fuerte quejido al sentir como mi cabello se enredaba en las uñas de mi madre, esto estaba resultando bastante doloroso.
-¡Victoria quédate quieta, por eso es que duele!- dijo mi madre con su vista fija en la trenza.
-¡Auch!- puse la mano sobre mi cabello y seguía bastante húmedo, esa era la razón por la cual estaba doliendo tanto. Después de unos cuantos jalones más al fin mi mamá terminó, mi cabeza dolía pero valio la pena. La trenza quedó preciosa.
Me terminé de alistar mientras hablaba con mi madre de su nuevo disco. Esta tarde habría una reunión con Jonathan en la disquera donde se ultimarían los detalles de algunas canciones. Si todo salía bien, la próxima semana empezaría a grabarlo.
Escuché el claxon de la camioneta y mi corazón empezó a latir desbocado. Miré por la ventana y vi a Peter bajar. Eso quería decir que Marian ya estaba aquí. Salimos de mi habitación y bajamos las escaleras, Marian entró segundos después.
-Buenas tardes- dijo un poco tímida. Mi mamá se acercó a saludarla mientras yo la detallaba. Su cabello estaba recogido en una coleta alta y traía una camiseta ancha que la hacía lucir muy linda, además de su pantalón negro y unas converse.
-Hola Vic- dijo acercándose a mi, automáticamente me puse nerviosa, vino a mi el recuerdo del día que nos besamos. Me dio un beso en la mejilla y se separó con una sonrisa para después morder su labio inferior.
-Hola Mari, que gusto me da verte- dije sonrojada. El aroma de su perfume me invadió.
-¿Ya almorzaste querida?- preguntó mi mamá poniéndose a mi lado.
-No señora- respondió ella.
-¿Comida china?- sugerí y Marian asintió.
-Muy bien ya la pido- dijo mi madre. -Vic, mi amor me acompañas un segundo a la cocina- pidió con una sonrisa y asenti.
-Sientate muestras vuelvo- le dije a Marian y ella lo hizo. Mi mamá me tomó de la mano y me llevó hasta la cocina. -¿Qué pasa mamá?- pregunté confundida.
-Victoria dime la verdad ¿Marian te gusta, cierto?- preguntó curzandose de brazos, quedé tan sorprendida por su pregunta que lo único que pude hacer fue soltarme a reír.
...
¡Décimo Capítulo!
Gracias Siempre
❤