III. Melocotón prohibido

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Llegando de nuestro viaje Enrique les comunico a sus padres de nuestro compromiso, como fecha se acordó que sería una vez que él terminara su carrera

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Llegando de nuestro viaje Enrique les comunico a sus padres de nuestro compromiso, como fecha se acordó que sería una vez que él terminara su carrera. Mientras yo me dedicaría a organizar la boda con ayuda de su madre que tomó lo nuestro de la mejor manera, Nora se puso muy feliz por nuestra futura unión a diferencia de su esposo Víctor Lara, que al escuchar la noticia me miro de forma retadora, levanto la ceja y apretó los dientes.

Me sentía nauseabunda solo de pensar las veces que llegue a tener sexo con él.

Durante la comida escribía en el celular, parecía un niño pequeño que no se podía esperar a sus caprichos, cayendo en la indiscreción.

Leí el mensaje en la mente: «Sabes bien que no te puedes casar, te espero esta tarde en mi oficina».

No respondí el mensaje, pero recordé todo lo que hacíamos en aquel lugar y empecé a tener calor.

Horas más tarde estaba en la recepción, fuí anunciada por su asistente que me miraba con reproche.

-Pasa Wendy -dijo Esteban cuando salió de su despacho. Cerró la puerta al entrar y colocó el seguro.

-Y bien, ¿cuál es la urgencia?

-No te puedes casar con mi hijo, no quiero dejar de hacerte mía cada que tengamos esa necesidad de pertenecernos -Me agarró del antebrazo y de un jalon me puso de pié pegando nuestros cuerpos-. Tu eres mía, no sabes de que manera me he enamorado de tí.

-Por favor, eres el papá de mi novio.

Con ambas manos en su pecho trataba de quitarlo de encima mío, pero él era siempre tan suspicaz, me acorraló contra la pared y empezó a besar mi cuello. Sabía que era mi punto débil, mi perdición.

No recuerdo ni como tuvo inicio esta relación, solo sé que un día estaba deseando una penetración con urgencia y él estaba cerca, no me importo su parentesco, ni las consecuencias, esa sed de sexo era algo más fuerte que mi conciencia.

Gemi con delicadeza al sentir sus dedos rosando mi escote y su otra mano subiendo por mis muslos.

-No quiero hacerle daño a mi hijo, si te casas con él lo nuestro se va acabar -Se alejo de mí de repente, pero ya era tarde.

Lo volví a atraer hacia mí, busque sus labios con exasperación, Esteban respondió con el mismo afán.

Apresurada fui quitando cada botón de su camisa, mi respiración demostraba la fogosidad, su lengua jugaba con avidez en mi boca.

El atractivo madurito quito mis calzones sin deshacerse de mi falda, busco con vehemencia mi clítoris una vez que lo tuvo en sus dedos lo acaricio en círculos, desparramo mi lubricación hacia el ano.

-Te amo linda -susurro en mi oído y después se dedico a mirar mi cara de estúpida mientras me retorcía sobre la pared.

Acto seguido me acostó sobre el escritorio, reaccione abriendo mis piernas de par en par, admiró la vagina que tenía a su merced, deslizó la lengua por sus labios y se rió con morbo.

Clavo la punta del pene sobre mi abertura y prosiguió tocando con más velocidad mi hermosa gema.

-Dime que es lo que quieres y te lo daré -expuso.

Sin pensarlo dos veces conteste: -Quiero sentirla toda adentro.

Lara como buen amante hizo lo que le pedí y termino de meter todo adentro, movía sus caderas con ímpetu, tocaba lo más profundo en mi interior provocando el rebote de mis senos.

Lleve ambas manos a la boca para reprimir mis chillidos placenteros.

Aquello termino con un gruñido largo, agudo y su semen vertido en mi vientre.

Estaba buscando mi ropa interior cuando alguien intentando abrir la puerta.

‹La recepcionista inoportuna›.

-Papá, ¿estas ocupado? -Mis pensamientos estaban erróneos, era mi novio, mi prometido. La sangre se me congelo, él volvió a tocar la puerta-. ¿Puedo pasar?

Esteban aún tenía el pene semi erecto y secaba con un pañuelo desechable el semen que tenía.

Corrí a esconderme al toiler que se encontraba en la misma oficina, recargue mi espalda en la puerta para dejarme caer y abrazar mis rodillas.

-Pasa hijo, estaba estudiando un caso y no queria perder el hilo ¿a que se debe tu visita?

-Quería, bueno mas bien quiero pedirte un favor -Escuche su voz y mi corazón tembló.

"La madre de Wendy y su esposo viven en Texas y quisiera que estuvieran presentes en la cena de compromiso que esta organizando mamá, ella no tiene ningún otro pariente en la ciudad y quisiera que tuviera el apoyo de ellos. Pero gaste en otras cosas y no cuento con el suficiente dinero, no quiero que me prestes, quiero que hables con el cliente que tienes en el aeropuerto y le digas sobre el descuento que te ofrece, quiero que ese día que hagamos todo oficial Wen se sienta de lo más bendecida, para que no se arrepienta de haber dicho que sí».

El sonido de su risa y lo que quería hacer por mí me provocaron la sensación de un hueco en el estómago. Tenía cinco años sin ver a mamá y a su esposo y encontrarme con ella en definitivo me haría sentir muy contenta.

-Claro Quique, con gusto lo hare, igual si quieres algo de dinero...

-No papá, ya con lo que harás es suficiente. Quiero que sea una sorpresa que me cueste a mí.

-Hablare con mi contacto entonces -añadió mi suegro.

-Gracias, no te quitó más el tiempo, voy a entrar al baño y me marcho a la universidad.

‹No, no, al baño no por favor›.

Estába frita como pollo en asador, él me iba a descubrir.

-Esta fuera de servicio, como solo yo entro he olvidado mardar a que lo arreglen, pero puedes entrar al de la recepción -contesto el padre con viveza.

Enrique se despidió de su papá y Esteban anuncio que podía salir de mi escondite.

Tenía lágrimas en el rostro, la culpa me consumía.

El pecado en persona me abrazó con desprecio.

Esteban es como un melocotón que va madurando con el tiempo y sabe mas sabroso, pero él era prohibido y yo fuí capaz de morderlo arrastrando entre los dos a un dulce Enrique que no hacía otra cosa que amarme con devoción.

-No has pensado que no quieres a mi hijo lo suficiente, es decir, por algo me buscaste a mí, pienso que tu amor no es tan grande como para ser fiel. Deberías platicar con tu almohada esta noche y considerar la boda, no cometas un error que después te costará reparar. Además ten presente mis sentimientos.

Me separe de tu pecho, cruce los brazos por debajo de los senos y lo mire con desdén. Cómo era capaz de decirme que no lo amaba, entonces él tampoco amaba a su hijo porque se metía con su prometida.

Mi suegro no quitaba los ojos de mi busto y eso de cierta manera me provoca una calentura peculiar.

Bastaron unos segundos para tenerlo de nuevo encima de mí lamiscando mis tetas.

Escape del lugar después de mucho sexo por toda la oficina, sin calzones porque él se los quedo, creo que era como el trofeo a tenerme.




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¡¡Gracias por leer!!

Ninfómana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora