Mateo aún atolondrado y con los labios ardiendo enderezó su cuerpo en reacción al grito que se escuchó. De repente un segundo llamado lo hizo pararse de la cama.
—Es mi mamá —dijo sin mirarme con su pecho latiendo al límite, escuchaba el zumbido de su corazón hasta mi lugar.
—Mateo... Mateo, ven pronto —Volvio a gritar mi tía con angustia en su tono, alertó mis sentidos, algo no estaba bien.
Mi primo trato de relajarse para que su erección se bajará, pero estaba tan al límite que no surgió efecto, por lo que se acomodó el pantalón con su anatomía dura y salió disparando al cuarto donde dormía su mamá.
Yo tarde unos minutos más en cambiarme, me encontraba con las ganas por las nubes y al borde de un ataque de ansiedad por sexo.
Como pude acudí a donde mi tía llevándome un inmenso impacto por lo que observé; Mateo alterado marcando el teléfono con las manos temblando, Lilia lloraba desconsolada en el suelo al lado de una Ofelia tendida y pálida.
—Necesito una ambulancia —hablo él en un hilo de voz. Carraspeó—. Una paciente con insuficiencia renal está inconsciente al parecer no tiene pulsó.
No sé que más añadió él en su reporte. Me puse de rodillas a un lado de mi tía, intenté sentir su pulso y efectivamente no tenía.
‹¿Esta muerta? no puede ser›
Mat caminaba de un lado a otro soltando maldiciones, Lilia hacía un intento por calmarlo pero él estaba fuera de sí.
La ambulancia tardó nada en llegar, fui yo quien abrió la puerta y los dirigió con prisa a la habitación.
Los recuerdos de mi madre sangrando me llegaron al ver el procedimiento que los paramédicos realizaron.
La subieron a la camilla y la llevaron a la ambulancia donde con un aparato le dieron bruscas, pero breves descargas, su cuerpo se movía de arriba a abajo con rapidez debido a ese aparato.
Todo pasó tan rápido que me quería desmayar, era como ver luces moviéndose a mi alrededor para salvar una vida.
Sin perder más tiempo el vehículo arranco con Mat arriba.
—Wendy, llévame en tu carro con ellos, deja me pongo otra ropa.
Todo me daba vueltas, ella tenía problemas en el riñón y ahora estaba al borde de la muerte.
Entre a mi habitación y me deje caer el el suelo quitándome el pantalón de pijama, tenía algunas heridas de mi encuentro con César que me dolieron al momento de que mi espalda resbaló por la puerta, con las piernas separadas estimule mi clítoris con desprecio hasta descargar la tensión erógena.
Desde que empezamos a tener relaciones sexuales, Mateo y yo teníamos esa rara manía de actuar como si no pasará nada, podíamos tener sexo toda la noche, o intentar una posición nueva que mirábamos en algún vídeo, pero al día siguiente era como que esos momentos nunca existían entre nosostros, no había tensión, ni incomodidad, miradas indiscretas, ni nada que nos delatará.
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Ninfómana.
Ficção GeralSiempre pensé que no había sentimiento más fuerte que el amor, pero no conocía el deseo. «El deseo es una sed loca que no se apaga con beber; se apaga con otro cuerpo que tenga la misma sed» Registro en SafeCreative: 1002201604113