XXVI. La última promesa a la luna

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-Ya no quiero más estudios

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-Ya no quiero más estudios.

-Tenemos que ver de dónde vienen esos dolores de cabeza -Rodé las pupilas-. Lo bueno de esto, es que eres una de nuestras pacientes favoritas, así que te daré los resultados lo antes posible.

Felipe me volvió a acomodar sobre mi cama, con ayuda de las enfermeras, y salio del cuarto.

Cambié mi cómoda cama matrimonial, por una individual en el hospital, ni recamara paso de ser acogedora y tibia a un cuarto blanco, insípido, solitario y frío.

Creo que nací para satisfacer el deseo, ¿cómo es esto posible? con mi cuerpo, que fue arrojado al mundo como un costal de vegetales, sin preservativo, ni conciencia de lo vil y asqueroso que puede llegar a ser el hombre que vaga por el mundo con entidad podrida dispuesto a masacrar cualquier ser que se deje hurgar por pasión o capricho de la naturaleza.

Fuí el experimento de la lujuria que se deshizo de mí una vez que se arto y se cansó de ver mi ser entero llorar por la insatisfacción de una vida llena de sexualidad insaciable e insana.

Tuve el arrebato de seguir avanzando por la vida sin siquiera haber superado las circunstancias ajenas, no conté con la libertad que poseen la mayoría de las personas: La elección, no era una Wendy conciente la que decidió meterse con cientos de hombres, entre ellos el que me contagio de papiloma, pero si fui yo la que no tuvo la decisión de ir a revisión médica hasta que fue demasiado tarde.

No puedo ocultar que continúe con Enrique por amor, tal vez un egoísta amor, pero al final de cuentas lo que menos quería era dañar a mí esposo, porque no quería quedarme sin él, porque no podía estar sin él, porque lo amaba, lo amo y esto será más haya de mi propia voluntad, si olvidar fuera tan fácil no moriría enamorada de él.

Muchos admiran la belleza de la mariposa sin pensar por un momento lo difícil que fue para ella ser lo que es. Me aferraré tanto a la idea de la oruga, que si existe la reencarnación y vuelvo a esta vida, no voy a volar hasta ver lo que he dejo bajo la piel muerta, solo cuando las cicatrices cierren volaré tan alto como me sea permitido.

Viví durante años atrapada, como un ratón en ratonera, entre la dicha de un amor cristalino como agua de manantial y la tortura del pecado más asqueroso, entre la ignorancia a enfermedades que iban más haya de mi juicio.

Mantuve mentiras tan pesadas que creo perdí tamaño por cargarlas durante tanto tiempo, pero aprendí que no es cierto que con el tiempo todo se sabe, a veces corremos con la suerte de llevarnos semejantes aberraciones bajo tierra para que al igual que el cuerpo, sea devorados por los gusanos.

Mi madre nunca va saber que su hija fue la amante de el hombre que ella considera su «increíble esposo», al futuro padre del fruto que crece en su interior, sí, ella está esperando un hijo. Espero, anhelo y suplico al cielo que ese bebé no tenga mi mismo problema.

Mamá se encontraba hablando con él ginecólogo, que se encontró en el pasillo al salir de mi habitación. Al poco momento se le une Bruno, que trae puesta una camisa roja a cuadros, arrugó el entrecejo al identificar la prenda que jamás fue entregada.

Ninfómana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora