-Onisse te tengo un chisme que contarte, te vas a ir de espaldas -dijo Anel con la emoción de la que era característica.
-Deja la intriga pues, dime -exigí con curiosidad.
-Te lo digo por la tarde que nos veamos, compramos los disfraces para la pachanga y platicamos.
No me quedo de otra que esperar hasta esa tarde. Después de cerrar la florería me puse en camino a la plaza Gallerie. Ella ya me esperaba ahí, dimos varias vueltas, compramos algunas cosas que no necesitábamos pero que compramos por si algún día nos eran de utilidad, después pasamos a la tienda de disfraces, nos medimos varios hasta estar conformes.
Una vez que ordenamos algo de comida nos sentamos a descansar fue cuando la hostigué para que me dijera eso que era tan intrigante.
-Esta bien, no sé si sea de importancia, igual te diré, resulta que Joshep el fotógrafo de la agencia enfermo de una gripa horrible, por su seguridad y la nuestra no podíamos aceptarlo. Por más que contáctamos con otros, nadie estaba disponible, fue el mismo Joshep quien nos recomendó a su asistente, dijo que era bueno y que era muy profesional. Cuando llegó me quedo sentada sin poderme mover, Katherin, una de mis compañeras quedó alucinada con sus ojos verdes. Él al verme hizo una cara de desagradó como me imagino que era la mía. ¿cómo vez?
Me quedé con cada de «¿Qué fue todo eso?»
-Negra, todo eso a mí qué me incumbe.
-¡Ah sí!, resulta que el ayudante de Joshep era Mateo Vega, tu primo.
Esa información sí que me interesaba, quedé con cara de tonta y la boca abierta. Desde mi boda no lo volví a ver, tomamos caminos separados, sabía por mi madre que seguía viviendo aquí, pero nada más. Cuando hablaba con mi tía y le preguntaba por él, ella omitía el tema.
-Como est... -No terminé la pregunta, Anel miraba con tanta insistencia en una dirección que me distrajo.
-¿Dónde lo he visto? -cuestionó enfocando la mirada.
-¿A quién?
-A él, el hombre de la melena envidiable -respondió señalando con el dedo, sin ningún interés de disimular.
Lo miré a lo lejos, iba del brazo de una mujer de aspecto refinado, iba vestida con un vestido de cintura alta color añil, zapatillas negras, un pequeño bolso negro y cabello recogido en una media cola que soltaba algunos mechones de su cabello chino, era alta como él y juntos se miraban espectaculares.
Me quedé boca abierta al ver el cuadro familiar que formaban junto con sus dos hijos. A la vez sentí un poco de gusto al verlo de nuevo, de todos los clientes que tuve él fue con el que más me identifiqué. Todos me contrataban buscando satisfacción, pero César iba acompañado de un problema que él no había elegido, apuesto que si en sus manos estuviera le gustaría dejar de infligir dolor para tener placer.
Lo miré tan fijamente que mi mirada lo atrajo, volteó tratando de cerciorarse que fuera yo, no sabía dónde meterme, me hice la desentendida buscando entre mi bolsa y cuando regrese discretamente la vista a él, ya me miraba con fuego en la mirada.
-Claro, de los videos porno del celular de mi manager. -Trague saliva-. «La prostituta sumisa y el amo» era el tema del vídeo.
Tomé profundamente aire e intente tranquilizarme. Me sentía lejana al deseo que distinguía en su mirada pero avergonzada de las palabras de ella.
Cuando volteé de nuevo al lugar de César D'alessio, él platicaba plácidamente con la mujer que supuse era su esposa.
-Que feos ser actriz porno después de tantos años ¿cuándo vistes esos vídeos?
ESTÁS LEYENDO
Ninfómana.
General FictionSiempre pensé que no había sentimiento más fuerte que el amor, pero no conocía el deseo. «El deseo es una sed loca que no se apaga con beber; se apaga con otro cuerpo que tenga la misma sed» Registro en SafeCreative: 1002201604113