Hogar.

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Dentro de todo lo acelerados que iban Victoria y Jerónimo ahora que sabían que estaban prontos a ser padres, entre muchas cosas para hacer estaba la más importante en el momento: un nuevo hogar.

Ambos habían acordado no vivir en la casa familiar dado que casi ya no le pertenecía a Victoria y además ahí vivían Memé y Fernanda quienes aprovechando la comodidad de estar cerca no solo de la familia sino de la empresa de postres se mudaron definitivamente.

Dado esto ahora les tocaba buscar un hogar nuevo donde criar a su bebé y comenzar lo que sería una eternidad de amor juntos. Victoria quería una casa más pequeña que la que tenía pero más grande que la que tenían en España (que era muy pequeña), y por su lado Jerónimo quería una casa preferentemente pequeña y no muchos más detalles, sabía que ésta era una labor para Victoria, no en un modo machista de dejarle "el trabajo de la casa" a la mujer sino porque desde que conoció a Victoria soñó con vivir con ella, en un lugar con su toque, con su perfume, con los detalles y gustos que a ella más le gusten, en fin, Jerónimo quería una casa "Victoriana".

Para esto las semanas que siguieron se dedicaron exclusivamente a encontrar ese lugar perfecto para ambos, obviamente debía tener varias habitaciones ya que Martín iba a vivir con ellos y además necesitaban una habitación para la bebé (aunque la ansiedad de ambos les indicaba que durante el primer año no la iba a usar). Ya habían visto unas cuatro casas y seguían sin convencerse por ninguna, una tenía pocas habitaciones, otra era demasiado grande, otra no se veía segura para criar a un bebé, ninguna parecía adecuada pero seguían en la búsqueda de ese nuevo hogar que los vería nada más y nada menos que compartir una vida juntos.

Las patadas de la bebé ahora ya eran diarias, parecía magia que pateara o se moviera sin parar solo cuando Jerónimo se acercaba; Es más, por ratos hacia que Victoria prefiriera tener a Jerónimo lejos por lo enérgica que se ponía la bebé al "sentir" a su papá.

Y por supuesto Jerónimo estaba fascinado y viviendo este embarazo como si fuese su primer hijo, tocaba la barriga cada que podía, la acariciaba, la besaba, cuidaba de Victoria casi obsesivamente y se derretía de amor viendola en ese estado. Victoria por su lado disfrutaba no solo del embarazo sino de los mimos de Jerónimo, siempre había sido cariñoso con ella pero ahora podía aprovecharse con la excusa de un antojo o algún ataque hormonal para que Jerónimo deje a un lado los papeles del trabajo y se recostara con ella. Ambos estaban felices y esperando con ansias que pasen los meses y conocer a su princesa.

Mientras tanto se entretenían, entre muchas otras cosas más, con encontrar una casa; ese día tenían cita para ver otra más y Victoria solo rogaba que no tuviese escaleras porque era uno de esos días en donde la bebé no solo no se quedaba quieta sino que se ponía en posiciones imposibles.

Al llegar a la casa desde que la vieron les gustó, tenía cuatro habitaciones lo que era perfecto porque una podría quedar como habitación de huéspedes y además contaba con una habitación pegada a la habitación más grande que sería la de Victoria y Jerónimo y esa habitación podría ser de la bebé una vez que ya no duerma con ellos.

La cocina era hermosa y espaciosa, tenía un toque hogareño que Victoria amó desde que vió. El living room era acogedor y el jardín tenía espacio suficiente para un pequeño invernadero y quizás una huerta o un sector de juegos para la beba.

- ¿Qué te parece?

- Me encanta!! ¿A ti? Contestó Jerónimo con una sonrisa que no podía disimular.

- También, siento que no solo es una casa sino un hogar. Sabes, me pasa algo que con las otras casas no, en cada habitación que entramos nos imaginé a nosotros y a la bebé. Aquí podría ponerla mientras cocino, o allá podríamos poner un sofá y ver televisión juntos antes de dormir.

Cautiva de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora