Esperanza.

1.2K 97 5
                                    

Jerónimo iba y venía en el pasillo del hospital, las enfermeras no paraban de decirle que se calmara. Había pasado más de una hora desde que habían llegado e inmediatamente ingresaron a Victoria a emergencias sin informar sobre nada, solo pedir sus datos. Jerónimo no sabía qué hacer, moría de nervios y miedo pero era el único que debía mantenerse fuerte para lo que sea que pasara una vez que el médico saliera de la sala, mientras tanto se permitía llorar de miedo por momentos; nunca había visto a Victoria así y solo recordar cómo la encontró luego de despertarse le hacía erizar los pelos. Había sangre sobre la cama, en las piernas y manos de Victoria, era una imagen que nunca había visto ni vivido, mucho menos imaginado ese día que había transcurrido más que perfecto, Victoria había dormido bien, luego desayunaron y salieron de paseo, Jerónimo no podía evitar sentirse culpable, quizás el paseo había sido demasiado para Victoria, después de todo era un embarazo riesgoso y ella había manifestado que se había cansado y aunque en ese momento Jerónimo había decidido volver a la cabaña de todas maneras no podía evitar la culpa de haber llevado a Victoria a ese fin de semana tan lejos de la ciudad.
Perdido en sus pensamientos Jerónimo no había oído que finalmente el médico había salido de la sala.

- ¿Señor Acosta me oye?

- Si, si Doctor, dígame, ¿cómo está mi esposa? ¿Y el bebé?

- Bueno, lo que Victoria tuvo fue un desprendimiento de placenta, eso explica la gran pérdida de sangre, Victoria está de 23 semanas lo que es un tanto complicado cuando suceden estos casos.

- ¿Es grave?

- El desprendimiento fue leve y el sangrado parece haber cesado. Vamos a dejarla internada aquí por el fin de semana para monitorear más que nada las hemorragias y luego evaluaremos como seguirá todo. En casos de desgarro grave o casi a termino del embarazo se suele inducir el parto pero en casos como éste donde la embarazada está por debajo de las 34 semanas tratamos de que continúe embarazada el mayor tiempo posible ya que cada semana cuenta para el desarrollo del embarazo. Si todo sigue como ahora, sin sangrados y sin que la placenta se desprenda por completo podemos darle de alta en unos días y con reposo y cuidados llegara a termino sin problemas.

- Entiendo, ¿puedo verla?

- Ahora la cedamos porque estaba muy alterada pero puede pasar si gusta, en un par de horas va a despertar.

- ¿Le va a seguir doliendo?

- No es probable, señor Acosta. Esperemos que se mantenga así por lo que queda del embarazo.

- Está bien, muchas gracias, gracias de verdad.

- No hay de que.

Una vez que entró a la habitación Jerónimo no podía aguantar las lágrimas al ver a Victoria ahí, nunca la había visto en un hospital, es más Victoria casi nunca se enfermaba y hasta ocultaba cuando tenía que hacerse chequeos médicos ya sean ginecológicos o cardíacos, quizás por coquetería o por no preocupar a Jerónimo, aunque él sabía cada fecha en la cual Victoria debía realizarse los chequeos anuales.
Pero verla así, tan indefensa, tan lastimada le partía el corazón y más aún sabiendo que era su bebé también la que estaba en riesgo de vida, su pesadilla de hace unas semanas se había cumplido en parte, la vida de Victoria y de la pequeña Malena estaba en riesgo, ambas sufrían y él no podía hacer nada para calmarlas.

Unos minutos después viendo que Victoria no iba a despertar por el momento Jerónimo se dirigió hacia el baño y luego la cafetería, eran las cinco de la madrugada y Jerónimo casi ni lo había notado.
En el momento que Jerónimo volvía a la habitación con un café fue cuando se encontró con Santiago, Estrella y Mariana, a quienes les había avisado a penas llegaron al hospital

- Jerónimo, ¿cómo está mi mamá? Preguntó Santiago.

Unos segundos después llegaron Camila y Fernanda.

- ¿Y la bebé?

- Hola a todos, mal, tuvo un desprendimiento de placenta. El médico dice que no es muy grave aunque podría serlo, la sedaron porque estaba muy adolorida, despertará en un rato.

- Ay Jerónimo, lo siento mucho, ¿tú estás bien? Dijo Camila viendo lo palido que estaba.

- Si, es la impresión de haberla visto así. Bueno y de la situación. Contestó Jerónimo señalando su ropa con sangre. Perdió mucha sangre pero el médico dijo que no era necesaria una transfusión.

- Dios mío, pobre mi mamá. ¿Paula sabe?

- Si, yo le avisé en cuanto lo supe. Le contesto Fernanda a Santiago.

- ¿Y ahora?

- Hay que esperar a que despierte por lo pronto y luego se quedará unos días para controlar que no empeore el desprendimiento, si no sangra más le dan el alta pero con estricto reposo.

- ¿Pero qué pasó? ¿se golpeó con algo, hizo fuerza?

- No, no, para nada. Habíamos tenido un día tranquilo, salimos a caminar y volvimos a la cabaña en cuanto se cansó. Luego comimos, tomó una ducha y a la madrugada me despertó ya así.

- Ahora que recuerdo, en el embarazo de Mariana también tuvo un pequeño desgarro. Recuerdo que ella quería tenerla por parto natural y se tuvo que inducir porque tenía sangrados pero era al final del embarazo, faltaban unos días.

- No sabía eso, se lo diré al médico.

- Es que fue una cosa mínima, no la debía tener en mente ni ella. Pobre Victoria.

Todos siguieron hablando y lamentándose por la situación, ya entrada la mañana Jerónimo le dijo a Santiago y Mariana que fuesen a descansar, Camila y Fernanda por su parte prefirieron quedarse y esperar. Jerónimo entraba y salía de la habitación impaciente por ver despertar a Victoria, hasta que lo hizo.

- Hola. (Acariciándole el cabello)

- (Victoria abrió los ojos y casi por reflejo se tocó la barriga como buscando a su bebé)

- Esta bien, está aquí con nosotros...

En ese momento Victoria comenzó a llorar.

- Shh no, no llores.

- Tengo miedo.

- No, el médico dijo que fue un desprendimiento de placenta...

- Ya tuve eso... Con Mariana.

- Me lo dijeron.

- Pensé que no era nada, es mi culpa, debí decirselo a Bernardo.

- Nada es tu culpa, de todas maneras no podía evitarse. Ya pasó, ahora queda cuidar a ésta princesa y no permitir que nos deje.

- ¿Cuándo me voy a ir?

- El medico dijo que por lo menos el fin de semana lo pasaras aquí, pero no se preocupe señora Victoria porque me quedaré aquí hasta que se mejore del todo.

- Gracias, gracias por todo lo que haces.

- No agradezcas nada, te amo con mi vida Victoria, las amo a ambas. ¿te duele?

- Mmm creo que no.

- Mejor, dijeron que para que te den el alta no debes tener dolores ni sangrados. ¿te sangra?

- No. No quiero perder a nuestra bebé Jerónimo. Nuevamente a Victoria le llegaba otra ola de miedo a la mente.

- No la vas a perder, ésta niñita decidió venir a nuestras vidas y ahora no va a irse así como así.

- (Sonriendo) quédate conmigo.

- No pensaba irme.

- Ni un segundo.

- Ni medio.

Y así decidieron descansar después  y de una de las peores noches que ambos habían vivido, sino la peor.

Cautiva de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora