ESQUIZOFRENIA 36

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... Orihime ...
—Entonces, me decías que no te gustaba este parque —Le dije con la cuarta rebanada de pizza a la mitad en mis manos.
—Pero no me dejaste de otra —Dijo con apenas la segunda a 3/4 partes... Me sonroje por lo mucho que como.
—Es que es bonito comer en un lago —Dije eliminando esos pensamientos y volviendo a disfrutar.
—Más bien la orilla de un lago —Dijo como siempre corrigiéndome... ¡Eh! Ulquiorra, no soy perfecta.
—Es lo mismo —Dije mirando hacia el lago.
—No, no es lo mismo —Dijo burlándose... Lo sabía.
—Shhh, déjame comer a gusto —Dije dándole una mordía a mi media rebanada de pizza.
—Terminemos, y vamos a un bosque —Dijo llevándose su casi entera rebanada de pizza a la boca.
—¿A un bosque? —Pregunte extrañada, según yo, el único bosque cercano estaba a dos horas.
—Si, hay uno cerca de aquí, quiero visitarlo —¿Uno cerca? Eso me extraño aún más.
—Bien, pero ¿para qué quieres ir? —Dije con poca confianza.
—Solo para visitarlo, además, apuesto a que no lo has visto, te va a gustar —Acertó... Nunca he visto un bosque en Karakura.
—Espero que no sea uno oscuro, como en los cuentos de terror —Dije comenzando a asustarme.
—No, no tiene nada que ver —Me dijo arqueando una ceja.
—Entonces acepto —Dije más animada.
—Pues acabemos —Dijo y asentí feliz, yendo por la quinta rebanada.
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—Nunca me dijiste que estuviera tan lejos —Dije agotada llevábamos como una hora caminando.
—No está lejos, falta poco —Dijo como si apenas hubiera recorrido el camino por medio segundo.
—Aun así, ya me cansé —Le dije, ya sentía que mis piernas temblaban.
—Es porque haces poco ejercicio —Dijo burlándose.
—Y aun así me traes a caminar —Le dije quejándome.
—Es bueno para tu salud.
—¿Ahora me vas a decir que es bueno para mi salud? —Dije poniendo las manos en mi cintura.
—Si.
—Pues, entonces yo te diré lo que es bueno para tu salud.
—No, hay que dejarlo así.
—No, ahora me escuchas —Le reprimí.
—Mira, ya llegamos —Dijo señalando.
—No me cambies el tema.
—Mira, es hermoso —insistió.
—Si es hermoso, pero no me cambies de tema —Dije más molesta.
—Hablemos después de eso, vamos.
Me jalo dentro de un pequeño bosque de cerezos, era muy hermoso, había muchos árboles de cerezos y lo mejor es que ya habían florecido, se veía muy lindo con los rayos del sol, que por cierto no era tarde.
—¿Por qué me trajiste aquí? —Le pregunte más calmada y relajada por el paisaje.
—Quiero mostrarte algo.
—¿Qué es?
—No preguntes, ya lo veras.
—Eso, me empieza a dar miedo sabes.
—Pues eres una desconfiada.
—Es que no hay nadie.
—Porque apenas es temprano, se llenara de gente al anochecer, pero ya no tendremos tiempo de quedarnos.
—Bien.
—¿Lista? —Dijo poniéndose tras de mí.
—¿Para que? —Me tapó los ojos —Oye no puedo ver.
—¿Lista? —Volvió a preguntar.
—Supongo que si —Dije con resignación.
—Bueno, camina con cuidado —Empezamos a caminar a un lugar desconocido para mí.
—Oye me voy a caer.
—Confía en mí, no te dejare caer.

—Bueno —Dije con poca confianza.
—Y si lo haces me acuesto contigo.
—Que gracioso.
—Huele.
—¿Que Huelo? —Empecé a olfatear un aroma, eran flores, pero no sabía de cuáles.
—Las flores, huele bien ¿verdad?
—Si, demasiado, es muy dulce.
—Si, y además escucha el río.
—¿Río? —En efecto, poniendo atención podría escuchar como corría el agua.
—¿Ahora te das cuenta porque te traje a esta hora?
—No —Supe que en ese momento rodó los ojos.
—Es sencillo, como no hay gente aquí, se puede apreciar toda la naturaleza.
—Bueno, en si es hermoso, aunque no lo puedo ver.
—Espera a que lo veas.
—Pues destápame ya los ojos.
—Aun no, préstame tu mano.
—¿Mi mano? —Tomo mi mano con la suya.
—Siente.
—Es algo peludo.
—Si, es una rata.
—¡AAAH! —Solo puede escuchar su carcajada, burlándose de mí, sabe que me dan miedo las ratas.
—Era broma, espantaste a una pequeña ardilla con tu grito.
—¿Ardilla? —Dije con la respiración un poco agitada.
—Si, aquí los animales se dejan tocar, son más confiados.
—Supongo que los tratan bien.
—Demasiado, veras, hay variedad de animales, pero no esperes ver lobos, no está apto este lugar para animales tan salvajes.
—¿Entonces que poder ver?
—Ardillas, uno que otro venado, conejos, peces, zorros, solo animales pequeños.
—¿Y gatos? —Supe que en ese momento arqueo la ceja con incredulidad, empiezo a conocerlo.
—No, eso no.
—¿Ya me puedes destapar los ojos?
—No, ven, te vas a dejar caer de rodillas.
—Bien.
—Poco a poco, ¿que sientes? —fui doblando mis piernas, hasta que toqué el suelo, se sentía húmedo y con algunas plantas.
—Pasto.
—Aja, ¿y ahora? —Volvió a tomar mi mano y la puso en un objeto muy suave, lo toqué con cuidado y percibí las texturas.
—Una flor.
—Si, ¿y esto?
—Algo peludo.
—Es un pequeño zorro.
—¿No me va a morder? —Dije tensándome.
—No es capaz de hacerlo, es un bebe.
—¿Un bebe?
—Si mira.
En ese momento me destapo los ojos, y vi las maravillas que nos rodeaba.
Había un río frente a nosotros y un camino de pasto, en el que estábamos, y atrás de nosotros un gran campo de flores, de muchos colores, y más al fondo estaban los árboles de cerezo, y cerca de mi había un pequeño zorro de no más de dos meses, estaba tan esponjado... y ahí estaba Ulquiorra acostado recargado en sus antebrazos... a mi lado.
—Es tan pequeño y esponjado.
—Si, mira allá, hay varios conejos —Señalo hacia el fondo.
—¡Waa! Mira Ulquiorra, son tan pequeños y peludos, ¡mira! ¡Mira! Su colita —Dije sacando mi lado infantil, y jalándolo de la manga de su camisa.
—Sabía que te iba a gustar este lugar —Dijo sentándose, enderezando la espalda y recargándose en sus manos.
—Si y mucho, no entiendo cómo es que nunca supe de este lugar —Dije más tranquila.
—Es porque está muy protegido —Dijo sonriendo.
—No entiendo.
—Si lo hicieran tan público, cualquier idiota vendría y empezaría a hacer destrozos, eso es lo que se quiere evitar.
—Entiendo, será una gran pena que lo destruyeran —Dije bajando la mirada.
—Es cierto, pero por ahora no hay por qué preocuparse.
—¿Y cómo es que tu conoces de este lugar? —Hizo una mueca como si quisiera sonreír, pero con cinismo.
—El padre de una exnovia es uno de los dueños de este bosque, ella me trajo una vez, desde ahí lo conozco.
—Me imagino que también te sorprendiste, al igual que yo.
—No venimos exactamente a observar la naturaleza —Sonrió de forma coqueta, entendí a que se refería.
—¿Debería empezar a correr? —Dije sonrojada, evitando su mirada, el solo negó.
—No, solo te traje para que observarás, ¿también ya entiendes por qué te traje a estar hora?
—¿Para disfrutar lo que no se puede hacer con tanta gente? —Dije recordando su explicación.
—Aparte, los animales nos tienen miedo en multitud, cuando son varias personas, no salen de sus escondites, pero ahora, como solo somos dos, podrían defenderse más, así que están más confiados, en cuanto demostremos que nos les haremos daño, vendrán en multitud, como en los cuentos.
—¿En serio? —Dije con los ojos iluminados.
—Si, suena muy fantasioso, pero solo necesitan tomar confianza.
—Si, ¡me imagino a blanca nieves! —Dije juntando mis manos sobre mi pecho ilusionada, ya me imaginaba que muchos animales vinieran y poder jugar con ellos y darles de comer, bailar y tal vez encontrar una cabaña en donde vivan siete enanos y...
—Te hubiera comprado el disfraz —Dijo sacándome de mis ensoñaciones.
—Que gracioso —Le dije con los ojos entrecerrados.
—¿Que tiene? Es lindo sentirse niño otra vez —Dijo burlándose.
—¿Tu diciendo eso? —Me sorprendí.
—También lo hago, cuando veo películas infantiles... a Nelliel le gustan... —Aclaró —Aprovecho esa oportunidad.
—Pero es que tu si eres disimulado.
—Solo recuerdo cuando veía esas películas, que hacía, que sentía.
—Supongo que eso está bien.
—Si es reparador.
—¿Se puede meter? —Dije cambiando dramáticamente de tema.
—¿Eh? —Pregunto confundido.
—¿Se puede meter? ¿Al río? —Dije señalando el río, tenía el agua tan clara y con los rayos de sol hacia un efecto muy de fantasía.
—Si, pero dudo que traigas ropa de repuesto —Dijo aún confundido.
—No importa, está bien, hace mucho sol, no creo que me de frío.
—Conociéndote lo dudo.
—Vamos, entremos —Lo jale de la mano levantándome.
—Bien —Se resigno.
Me quite los zapatos y entre de poco a poco, el agua estaba muy tibia, estaba perfecta.
De pura suerte llevaba un short hacía que el contacto con el agua fuera más delicado, sentía como todos mis músculos se relajaban.
—¿No vienes? —Le pregunte ya estando dentro.
—En un rato —Dijo sentándose en la orilla.
—Vamos, quítate los zapatos.
—Aun así, me quedare aquí —Dijo desabrochándose las agujetas.
—Me traes a este lugar para disfrutarlo, pero yo quiero disfrutarlo contigo, y no pones de tu parte —Hice un pequeño puchero y él sonrió.
—Estoy disfrutándolo.
—No parece.
—¿Por qué no?
—Por esa cara que pones.
—Que tiene, estoy alegre.
—¿En serio? —Dijo aun sin convencerme.
—Aja, te veo y con eso estoy satisfecho —Me sonroje y quite mi vista de su cara y volteé hacia el agua.
—Gracias, supongo —Dije aun sonrojada.
—¿Te he dicho que te ves hermosa cuando te sonrojas?
—Siempre.
—Es que es la verdad.
—Hablemos de otra cosa —Dije apenada
—Pregunta.
—¿Como te la hiciste? —Me acerque hacia él.
—¿Eh? —Pregunto confundido, cruzando las piernas.
—¿La cicatriz? —Lleve mi mano a su pecho. y el hizo una mueca de desagrado.
—Es... referente a... —Tomo mi mano con la suya.
—¿A qué? —Le insistí mirándolo, tal vez sea muy curiosa, pero tenía que saber más.
—Hablemos de otra cosa —Hizo un movimiento súper rápido de meterse al agua y cargarme.
—¡¿Qué haces?! —Pregunte sorprendida por su rapidez.
—No preguntes —Y se sumergió conmigo haciendo que quedáramos debajo del agua, en segundos ya estábamos otra vez en la superficie.
—Ca... ¡casi me matas! —Dije limpiándome los ojos de los restos de agua.
—Claro que no, solo quería que te sumergieras un poco —Dijo con falsa inocencia.
—Si claro —Le lance agua a la cara.
—Oye que agresiva —Dijo haciéndose para atrás.
—No contestaste a mi pregunta —Lo acorrale en la orilla.
—¿Que pregunta? —Obvio el tema.
—Sobre tu cicatriz —Dije nuevamente tocando su pecho.
—Fue hace dos años, por eso no me gusta ese lago, Damon me ataco con un cuchillo y me lanzo al lago, casi muero desangrándome.
—Ahora entiendo porque no me querías decir —Lo abrase, tratando de consolarlo, pero sabía que él ya no lo necesitaba.
—Es algo que no me gusta decir, solo por ser tú te lo digo —Correspondió a mi abrazo.
—Supongo que confías en mí, como yo lo hago en ti.
—Mas de lo que crees, ¿algo más que quieras saber? —Se separo un poco de mí.
—Si, háblame de tu exnovia, la chica que me dijiste hace rato —Hizo otra mueca de disgusto, ¿pues que tan mal ha vivido él?
—No era exactamente una novia.
—Es decir... —Trate de entender, pero no comprendía.
—¿Recuerdas a Isabella?
—¿A tu primera novia?
—Aja ella, pues la chica que te dije se llama Cassandra, fue la segunda con la que la engañé.
—¿O sea que viniste con tu amante?
—Si, eso —Dijo rascándose la frente.
—Y dijiste que no vinieron exactamente a ver la naturaleza —Sonrió de lado cerrando los ojos.

—No preguntes eso, no te lo recomiendo que lo sepas.
—¿Por qué no? —Pregunte inocente, hasta ese momento no le entendía.
—¿Lo dices en serio? ¿No me entiendes? —Solo negué —Si que eres inocente mujer.
—Pues explícame.
—Pero si tú ya sabes sobre eso —Me dijo acercándose a mi rostro y ahí fue cuando caí en cuenta a que se refería.
—Ulquiorra pervertido —Me sonroje apartando mi rostro del suyo, el sólo se carcajeó.
—Qué mal por mí que no pediste que fuera más explícito —Ahora él me tenía acorralado en la orilla.
—De... déjame en paz.
—¿Segura? —Susurro en mi cuello, y mi piel se erizo, este hombre me ponía extraña.
—S... Si... —Trate de convencerme.
—Bien —Rápidamente me tomo de la cintura y me saco del río y me sentó en la orilla, y se puso en medio de mis piernas, aun estando dentro del río.
—¿Que... que haces? —Me sorprendí... Y dije con un pequeño hilo de voz.
—Solo acomodarme, ¿quieres hablar de otra cosa? —fingió dar por terminado el otro tema.
—No se me ocurre nada —Dije tratando de ocultar mi sonrojo.
—Mmm, háblame de tus novios.
—Solo he tenido dos antes de ti.
—Cuéntame a quienes tengo que matar —Le sonreí.
El recargo la cabeza en mi muslo y me abrazo la cintura comenzando a poner atención.
—Uno se llama Daniel y otro se llama Gabriel... eran mis compañeros en secundaria y preparatoria respectivamente, el primero solo estuvo conmigo por una apuesta y el segundo solo porque quería olvidar a su ex —Le dije con pena, y él se tensó con enojo... Juraría que apretaba los dientes.
Daniel hizo una apuesta con sus amigos en que en menos de un mes se acostaba conmigo, estuvimos a punto de hacerlo, pero me arrepentí, tenía apenas 13 años, y estaba asustada, Daniel en ese tiempo tenía 15 años... y Gabriel, bueno el me trataba bien, pero solo quería olvidara a su ex, solo fui un juguete para él, pero no me quejo, la pasamos bien, más como amigos, pero no quitaba el hecho de que me protegía, me consentía y me hizo feliz... Hasta que un día me dijo que quería olvidar a su ex novia, y por eso en trataba bien, porque pensó que así se enamoraría de mí, dijo que lamentaba haberme ilusionado y que lo perdonara a diferencia de Daniel él si era buen chico.
—Tsk malditos, con más razón los matare, tú eres todo menos un juguete, de nadie, ni siquiera mío, aunque... si eres mi mujer, para toda la vida... lo serás —Dijo tratando de relajarse.
—No digas eso Ulquiorra.
—Es la verdad, quiero una vida contigo Orihime, eres mía y yo soy tuyo, nunca lo olvides.
—Nunca lo olvidare.
Salió del río y me acostó en el pasto y se puso encima de mí, me beso muy apasionado.
—Orihime... —Me llamo cuando se separó.
—Dime —Le acaricie la mejilla.
—Sonara muy directo, pero... quiero poseerte, hacerte mía una vez más, aquí y ahora —Me miró fijamente, solo abrí los ojos sorprendida y asentí.
—Hazme tuya Ulquiorra —Dije por fin entrando en razón, luego sello mis labios con los suyos.

Este capítulo fue editado el 25/04/2020

Esquizofrenia ~ulquihime~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora