ESQUIZOFRENIA 37

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... Ulquiorra ...
¿Qué hacía? No sabía...
¿Que decía? Tampoco sabía...
¿Qué pasaba en este momento? Lo sabía con perfección, pero aun así no entendía el porqué, oír esas palabras de Orihime me llegaron al ''corazón" estaba dispuesta a entregarse a mí una vez más, sin miedos ni vergüenzas, la haría mía, la sentiría una vez más.

En fin, dejarme llevar no cuesta nada, pero el detenerme y no penetrarla con violencia como a Cassandra o Ángela, sí que lo era, tal vez no era malo olvidarse de las preocupaciones de vez en cuando, pero si el no poder controlarme, no, ella era diferente a las demás, a todas, ella era delicada, era frágil, era una mujer hecha de cristal, o algo así, su piel suave lo decía, sus frágiles movimientos al acariciarme el pecho o la frente, sus delicados labios que me besaban los labios o el cuello, no la lastimaría, de ninguna forma, aunque fuera de la forma más placentera que haya.
Acaricie su cuerpo con muchos nervios —me temblaba la mano— aun encima de sus prendas que no tardarían en desaparecer.
¿Le dolería si la poseo con un poco más de fuerza? ¿Se asustaría o lloraría? ¿Me dirá que parara? ¿O me diría que siguiera? ¿Provocándome a que la penetre con más salvajismo, como a todas las demás, me pediría que no me detenga? ¿Que la tome con más fuerza? Sueno muy contradictorio, pero ella me provoca estas emociones, tomarla con delicadeza, pero firmeza, sí, eso haría, la haría subir a las nubes, pero la haría sentir en el pecaminoso infierno, pidiendo más.
Como adivinando mis contradictorios pensamientos me susurro al oído...
—Ulquiorra... quiero que me hagas tuya... pero más fuerte que la vez pasada —Se sonrojo al instante, como si no creyera lo que ella misma dijo, solo asentí para luego devorar sus labios mordiéndolos mientras ella gemía, apegando su cuerpo más al mío y apretando más sus piernas alrededor de mi cadera.
—Definitivamente... no será como la vez anterior... será mucho mejor.
Le desabroche el botón del short y lo fui bajando, separándome de entre sus piernas, baje sus bragas deleitándome de su intimidad, ella trato de cerrar las piernas escondiéndose, ¿de qué se iba a esconder? Ya la había visto desnuda.
La haría disfrutar, baje a su entrada y comencé a lamer, queriendo devorarla al instante, me costó controlarme, ella arqueaba la espalda dejándome más expuesta su entrada y su clítoris, la penetre con los dedos, ya no estaba estrecha como la primera vez, pero aun así, no estaba tan húmeda como la primera vez, las cosas iban demasiado rápido a comparación de antes, trate de alentarlas un poco, masajeaba su clítoris con mi lengua en forma de círculos y sacaba y metía mis dedos de su entrada, cada vez se mojaba más y se arqueaba más, ¡perfecto!
Comenzaba a balbucear sonidos irreconocibles, jalaba de mi pelo y trataba de separarse cuando tocaba una parte sensible, pasamos un rato haciendo lo mismo hasta que sentí como se estrechaba sus paredes vaginales en mis dedos y ella se contraía gimiendo, llegando a su orgasmo, cuando al fin llego salió un líquido viscoso de su entrada y ella dio un pequeño grito y no paraba de contraer sus caderas, como si se estuviera convulsionando, me puse de rodillas en medio de sus piernas en lo que veía como ella se recuperaba de tal descarga, sus contracciones iban bajando, pero no quise darle tregua, volví a estimularla con los dedos, deseoso de escuchar como pedía que parara, que ya no resistía, que me quería dentro de ella, quería ver sus espasmos, su respiración agitada, sus grandes pechos —lo estaban bastante, más que mi mano— subiendo y bajando aun cubiertos por su sostén y su blusa, como emanaba sus jugos y como entre abría los labios dejando escapar gemidos y gritos muy tenues.
—Aah... ya... para... —Empezó a suplicar, sonreí de lado, ella no lo puedo ver, tenía los ojos cerrados.
—Pídelo —Dije inclinándome un poco hacia ella y aumentando la velocidad de mi mano.
—Para... no aguanto... aah... aah.
—Eso no es suficiente —Me incline un poco más para alcanzar a lamer sus labios y morder un poco su cuello, ella respingo.
—Te necesito... Ulquiorra... ah... ¡YA! —Me exigió, nunca pensé que lo necesitara tan pronto pero mejor para mí.
Me lleve las manos a los pantalones y desabroche el botón y baje el cierre, me recosté de espaldas en el suelo.
—Ven, súbete en mi —La llame, y ella asintió más recuperada.
Se subió a mis piernas dejando expuesta su entrada a mi miembro a un cubierto por mi ropa, le apreté las caderas haciendo más intimo el roce.
—Busca lo que necesitas —Le susurré levantando la espalda para alcanzar su cuello... y ella me miro curiosa, sin entender lo que le quise decir.
Lleve sus manos a mis pantalones y la invite a que los bajara, al instante ella comprendió de que se trataba la cosa, se removió para ponerse entre mis piernas y bajarme los pantalones y el bóxer, los bajó lento y... ¡no! ¡No hará lo que yo estoy creyendo! ¿O si lo hará?
—¿Qué haces? —Le pregunte exaltado y poco convencido, ella estaba tomando mi miembro entre sus manos y llevando sus labios a él.
—Lo mismo que tú me hacías —Ella no sería capaz de hacer eso, ¿o sí? —No lo hagas —Le advertí. Tratando de quitar su mano.
—¿Por qué no? Tú lo haces, debería hacerlo yo —Dijo resistiéndose.
—No me incites mujer —Le volví a advertir.
—Tú lo haces conmigo, no hay de otra —insistió, solo me deje caer y llevarme las manos a la cabeza, no iba a lograr detenerla, solo me quedaba el dejarme llevar.
La verdad, cuando me hacían orales me ponía muy agresivo, no me controlaba, y quería hacerlo con ella, pero pareciese que quería todo lo contrario, Dios... esta mujer es tan contradictoria al igual que yo. Llevo sus labios a la punta de mi miembro y deposito pequeños besos en él, mientras masturbaba lo demás, hizo eso por algunos segundos que fueron eternos, me removía un poco, no podía evitarlo, jalaba su pelo no muy fuerte pero ella ni se inmutaba, empezó a lamer e introducirlo en su boca, Dios, era tan perfecto, empezaba a soltar pequeños gemidos y arañaba el pasto ya no aguantaba necesitaba correrme, si seguía así lo haría en sus labios, pero quería hacerlo dentro de ella.
Tome su brazo y la jale hacia mi ella capto y se volvió a subir a mis piernas, yo gruñí al sentir su roce.
La penetre con rapidez y ella gimió.
Nos quedamos unos segundos sin movernos... Mirándonos con intensidad...
levante mi torso recargándome en mis manos y bese sus labios, me senté completamente y le quite la blusa y sus sostén, lamí y masajee sus pechos ella levantaba un poco sus caderas y yo gemía por los movimientos en mi miembro, me quito la camisa y acaricio mi pecho... Deleitándose con mi cicatriz.
—Muévete —Le susurré y ella asintió, empezó a moverse de arriba a abajo con lentitud, yo le presionaba las caderas para hacer más contacto dentro de ella, los dos gemíamos, veía como sus pechos se movían de arriba a abajo con lentitud y me extasiaba más de lo que ya estaba, ella aumento la velocidad, ya no pensaba con claridad, solo quería disfrutar y correrme dentro de ella, al diablo las obligaciones, no creo que pasara algo malo, ¿o sí? Quien sabe solo quería disfrutar este momento con la pelirroja que amaba, ya después me preocuparía.
Aumentó los movimientos cuando se acercaba a su orgasmo al igual que yo, casi nos venimos al mismo tiempo ella unos segundos después, me quede dentro de ella en lo que me recuperaba, salí y aunque quería hacerlo nuevamente teníamos que irnos, no tardaba la gente en llegar así que mejor nos vestimos, y evitamos vergüenzas.
—Ulquiorra gracias por este día, fue maravilloso.
—Y con final feliz —Me burle, ella entre cerro los ojos.
—Deja de decir tonterías.
—Es la verdad, ¿o me dirás que no te gusto?.
—Pero a ti también.
—Claro —Me acerque a ella y le bese la frente.
—¿Ulquiorra? —Me llamo alguien, un hombre.
—¿Quién eres? —Pregunte cuando se hizo ver, eran dos hombres diferentes pero el caso era... ¿cómo me conocían?
—Pensé que eras Lilith, pero viéndote bien eres su hermano, ahora que lo pienso, hace unos días que no la veo, ¿cómo esta? —Me hablo de la forma más amigable posible, como si nos conociéramos de años, solo me puse frente a Orihime, para protegerla.
—Está bien.
—Me alegra, la última vez que la vi, estaba algo desanimada, supongo que malos recuerdos, te pido que la cuides.
—¿Quién eres? —insistí.
—Me llamo Dereck y este es mi amigo Draco, no nos conoces, pero nosotros a ti si, y no pongas esa cara, no somos asesinos, no te haremos nada a ti ni a tu novia, al menos que Damon lo diga.
—¿Qué eres de Damon?
—Eres igual a Lili.
—Nos vamos Orihime —Le mande tomándola del brazo, ella asintió.

Esquizofrenia ~ulquihime~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora