El salón en el que me encontré era increíblemente grande, de estilo barroco. Paredes en tonos dorados, techos altísimos, de los que colgaban lámparas de araña con miles de cristales a modo de decoración. Cuando miré hacia arriba, vi que un gran mural recorría el techo de principio a fin. En una esquina se veía representado el cielo, todo lleno de nubes, con ángeles pequeños tocando el arpa; y en la otra, un cielo rojo lleno de siluetas de gente agonizando de miles de maneras diferentes. El infierno. Era hermoso, visto de cierta manera.
Cuando dejé de mirar a mi alrededor, me di cuenta de que todo el mundo estaba observándome. Era la masa de gente más rara que jamás había visto. Algunos parecían haber salido del siglo XVIII mientras que otros no paraban de enviar mensajes con sus iPhones. Una mujer de entre la multitud se acercó a mí y me cogió de la muñeca. Forcejeé — ya podía moverme — pero no quería hacerme daño ni llevarme a ningún lado, solo me estaba tomando el pulso.
—Esta está viva — anunció —. ¿De quién es?
—No soy un perro — mascullé.
La mujer sonrió.
—Oh, querida, claro que no. Nadie aquí lo es. Bueno, quizás Peter sea un poco perro, pero él es un caso perdido — rió como si fuera la cosa más graciosa del mundo. Me miró esperando que yo hiciera lo mismo y solté una carcajada lo más falsa que pude, pero al parecer, ella se dio por satisfecha —. Me refiero que a qué sombra perteneces.
Entonces lo comprendí. Allí todos eran sombras, por eso parecían haber salido de miles de épocas diferentes. El tiempo no pasa por las sombras. Lo primero que pensé es que tenía que salir de allí cuanto antes, ya que las pocas sombras que había conocido no habían sido precisamente "amigables" (bueno, Daniel sí, pero él no cuenta). Antes de responder, se oyó una voz a mi espalda.
—Apartaos de ella — era la voz de Ezra —. Viene conmigo.
Y antes de poder volver a decir nada, noté como Ezra ejercía su influencia sobre mí y me inmovilizaba. Me cogió en sus brazos — que resultaron ser más fuertes de lo que pensaba — y me llevó a través de todo el mundo en el salón. Víctor nos seguía por detrás, cerca.
Si no soportaba llamar la atención en las cafeterías, imagínate si me gustaría en medio de un salón lleno de asesinos. Bueno, quizás no todos fueran asesinos, pero seguro que tres cuartas partes lo eran. Las miradas de todos nos acribillaron, pero a Ezra no pareció importarle. Justo cuando estábamos a punto de subir unas escaleras que estaban en la esquina derecha de la sala, una persona nos interrumpió. Era un hombre mayor, podía verse en su pelo canoso, pero a la vez parecía fuerte y lleno de energía. Llevaba un esmoquin negro, con camisa negra, y pajarita negra. Podría haber salido de un funeral.
—¡Hombre! ¡Cuánto tiempo sin verte! — dijo mientras le daba una palmada en la espalda a Ezra —. ¿Qué ha sido de ti?
Al parecer, aquel tipo no era de su agrado, porque en vez de contestar le lanzó una mirada de odio y siguió su camino. Pero el otro no se dio por vencido y comenzó a seguirnos.
—He estado investigando tu caso — dijo con tono misterioso —. Creo haber encontrado a la chica, se llama Ana, vive en...
Antes de que pudiera decir nada, Ezra le cortó.
—Esta es la chica — me apuntó con la mirada —. Y ahora, si me disculpas, y si no lo haces también; tengo prisa. Intenta ser menos inútil la próxima vez.
La expresión cordial desapareció del rostro de aquel hombre, y miró a Ezra con odio y con las manos entrelazadas, como si estuviera tramando algo. Aquel hombre daba miedo, mucho más miedo que Ezra. Entonces pensé que si Ezra había pedido ayuda para encontrarme, tendría que llevar mucho tiempo haciéndolo. Quizás llevaba toda mi vida en peligro y no lo sabía. Quizás.
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Sombras.
Fiksi RemajaCuando el mundo de Kate se desmorona en pedazos, las sombras entran en él. Entonces descubre que la muerte no es tan sencilla como ella creía, y que las sombras, unos seres inmortales, quieren algo que ella tiene a toda costa. Algo que es irreemplaz...