Epílogo.

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La oscuridad se apoderó de mí. A mi alrededor, todo era negro, silencioso y terriblemente vacío. No podía ver ni mis propias manos. Solo podía hacer una cosa: avanzar. Caminé, caminé, y caminé, esperando a que algo cambiara en aquel paisaje. Pero nada. Solo caminé en aquella interminable negrura. ¿Lo peor? Lo peor fue la soledad. Si aquello era estar muerta, era realmente horrible.

No estaba preparada para la caída. Sin previo aviso, mis pies dejaron de tocar tierra, y quedé suspendida en el vacío, para que luego toda la fuerza de la gravedad me aplastara y cayera estrepitosamente. No sé cuánto tiempo estuve cayendo, pero todos los segundos en los que me precipitaba fueron aterradores. No puedo decir en qué momento dejé de caer. En realidad, no sé si dejé de caer en algún momento.

Pero cuando abrí los ojos, ya no había oscuridad.

Un corro de personas se encontraba a mi derecha. Para mí, el tiempo que pasé en aquella negrura pareció años, pero por lo que vi entonces fue bastante diferente. Allí estaban Alice, con Daniel tumbado en el suelo a su lado y Nate, sacudiendo un cuerpo inconsciente. Todos tenían las mejillas húmedas.

—¿Qué... ocurre? — conseguí balbucir. Tenía un terrible dolor de cabeza.

Alice siguió llorando y abrazando aquel cadáver. Pero Nate se giró. Y me miró. Me miró con temor, como si no acabase de comprender lo que estaba viendo.

—Tú — dijo, simplemente.

Entonces, se acercó a mí. Conseguí levantarme un poco, lo suficiente para poder fundirme con él un abrazo. Alice nos miraba, sin comprender nada de lo que estaba pasando.

Porque ya no podía verme.

Porque me había convertido en una sombra.

FIN DEL PRIMER LIBRO.

Metatrón (timetosaygoodbye_), 2014.

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