Alice apareció en la habitación en la que yo había estado momentos antes. Miró a su alrededor, y al no ver a nadie, soltó un suspiro. Inspeccionó la habitación y vio la ropa que antes llevaba puesta tirada en el suelo del baño. Se imaginó lo peor, pero prefirió no darle muchas vueltas y centrarse en buscarme. Segundos después, apareció Daniel a su lado.
—¿Dónde estamos? — preguntó ella.
—Si es cierto lo que creo, estamos en un maldito nido de sombras — contestó torciendo la boca —. No es que eso sea malo, pero dudo mucho que se pongan de nuestro lado si tenemos que pelear.
Al oír la palabra "pelear" un escalofrío recorrió la espalda de Alice. Ya había tenido suficientes peleas para el resto de su vida. Como ninguno de los dos sabía qué hacer, se decidieron por mirar fuera de la habitación. Daniel se acercó a la puerta y la abrió un poco, lo suficiente para que le cupiese la cabeza. Miró al pasillo y al ver que no había nadie, hizo un gesto a la otra para que saliera con él. Desde luego, no había nadie a la vista, pero en cuanto se acercaron a la barandilla que separaba la planta superior de abajo, se quedaron impactados por la fiesta que había.
—Lo mejor será pasar desapercibidos. Intentaremos no bajar abajo a no ser que no encontremos nada por aquí arriba.
Alicia expresó su conformidad con un asentimiento.
—¿Es la primera vez que estás aquí? — preguntó mientras comenzaban a avanzar por el pasillo para examinar todas las habitaciones.
—Podría decirse que sí. Me trajeron aquí una vez. Cuando me convertí en lo que soy — parecía que quería evitar la palabra —. Al menos me explicaron todo lo que tenía que saber.
Alice se imaginó cómo sería que te llevaran a un sitio así, lleno de desconocidos, y te dijeran que estabas muerto y que encima no podías establecer contacto con las personas a las que querías. Sería genial, sí. No.
Miraron habitación por habitación pero no encontraron nada especial: todas tenían la misma decoración, con la misma distribución, y todas estaban igualmente vacías. Bueno, todas sin contar una en la que había una pareja dándose el lote, lo que hizo que les echaran de la habitación con patadas y palabras bastante desagradables.
Cuando se habían dado por vencidos con aquella planta e iban a bajar a colarse en la fiesta, un hombre apareció por las escaleras. Era un hombre viejo, incluso para ser una sombra. Aparentaba unos setenta u ochenta años, pero la larga melena de pelo gris le daba un aspecto algo hippie que contrastaba con su esmoquin, negro de arriba abajo. Cuando vio a Alice y a Daniel, una sonrisa se dibujó en su rostro. En seguida, Daniel fue corriendo a abrazarle y éste le devolvió el gesto con agrado. Al separarse, Alice se acercó a ellos, y el aquel hombre fue el primero en hablar.
—¿Quién es esta señorita? — mientras decía le cogió la mano a Alice y se la besó, lo que provocó que esta se sonrojara y soltara una risita nerviosa.
—Ella es Alice — aclaró Daniel.
El hombre la recorrió con la mirada.
—¿Es tu novia?
La pregunta pilló desprevenido a Daniel. Estaban saliendo, sí, pero no estaba seguro de si Alice quería que usara ya la palabra "novia".
—Eh... Pues...
—Sí, lo soy — contestó Alice por él —. ¿Y usted es...?
Daniel la miró con asombro cuando ella lo dijo sin lugar a dudas, sin siquiera haber dudado un solo momento. Una sonrisa se formó en sus labios.
—Sebastián — contestó aquel hombre —. Para todo lo que desee.
Alice supuso que aquel hombre era una sombra (obviamente), y que seguramente habría muerto hace mucho tiempo. O quizás solo fuera un viejo loco con modales extravagantes. Ambas opciones eran igual de probables.

ESTÁS LEYENDO
Sombras.
Fiksyen RemajaCuando el mundo de Kate se desmorona en pedazos, las sombras entran en él. Entonces descubre que la muerte no es tan sencilla como ella creía, y que las sombras, unos seres inmortales, quieren algo que ella tiene a toda costa. Algo que es irreemplaz...