Estaba enfadada. Muy enfadada. Con Nate, con mi madre, con el mundo, con Ezra, con las sombras, con todo. Estaba realmente enfadada. Pero no dije nada. Durante todo el trayecto de vuelta al pisito de Nate, estuve callada, mirando por la ventana, tratando de asimilar la nueva información que había recibido. No lo entendía. ¿Qué era yo? ¿Una sombra? ¿Una humana? ¿Una mestiza extraña? No quería saberlo, realmente. Pero algo tenía claro: era Kate. Quizás con aquel extraño Sexto Don, pero era Kate, sea sombra, humana, mestiza o lo que fuera. No tenía ganas de pensar, pero las voces de mi madre y de Nate arrancando los pedazos de mi pasado no paraban de atormentarme.
Pronto llegamos al piso. Nada más cerrar la puerta, decidí asaltar a Nate. Ya estaba harta.
—¿Crees que tienes derecho a usar tus malditos poderes conmigo cada vez que te de la puta gana? Si tan importante soy para ti, deberías de tenerme un poco más en cuenta. Y no te creas que estoy contenta con vivir contigo. Estoy harta de estar encarcelada como un ratón en una jaula. Estoy harta de ti.
—¿Y crees que a mí me hace gracia esta situación? — respondió Nate, acabando con su habitual serenidad —. Porque no es así. A mí tampoco me gusta tener que cuidar de ti. Pero lo hago porque eres importante. Quizás no para mí, pero sí me vas a servir de algo. Y deja de quejarte. No eres una niña pequeña. Sabes que esto es lo más seguro para ti. ¿O acaso estás insinuando que si no hubieras podido, no habrías corrido a esconderte detrás de tu madre?
—Sí — en aquello tenía razón —. Pero yo podría haberle explicado que tú no quieres hacerme daño. Yo podría haberle explicado que...
—Por favor, no me hagas reír — dijo él mientras se desplomaba en el sofá —. Y ahora, hazme un favor y cállate. Puedes leer, pues comer, haz lo que quieras. Pero déjame en paz.
—No — me puse de pie a su lado, y Nate se puso un cojín contra la cabeza como si no quisiera escucharme (y no quería) —. Quiero respuestas. ¿Quién es esa persona con la que te va a poner mi madre en contacto y por qué vale tanto para ti? ¿Y cuál es el papel de Chuck en todo esto?
—Oh, dios santo, nunca te callas. Eres insufrible — le empujé el cojín contra la cara con un puñetazo —. Vale. Chuck y yo investigamos mitos. Mitos sobre las sombras. Y el Sexto Don de la Muerte es uno de ellos. Ha habido mucha gente que ha asegurado tenerlo, y otros tantos que han asegurado conocer a alguien que lo tuviera. Por casualidad un día oímos que Ezra estaba detrás de alguien así. Y conocíamos a Ezra. Es listo, no iría detrás de una pista falsa. Fue una oportunidad, digamos. ¿Te vale?
De acuerdo, aquello tenía sentido.
—¿Y esa persona? — pregunté, recordando que no me había respondido a aquello.
—No es de tu incumbencia.
¿Qué más le daba responder a aquello? Decidí no hacer más preguntas por el tema, por si acaso. Si tanto se empeñaba en guardar el secreto, no podía haber nada bueno detrás de aquello (aunque en realidad, últimamente no había nada bueno detrás de casi nada). Pero entonces recordé una vez más aquel tema que me ponía los pelos de punta. Aquel laboratorio de mesas de metal con cadáveres encima que tan celosamente ocultaba Nate. Eso también era algo que tenía que descubrir. ¿Estaría bien preguntar sobre aquello? De repente, una lucecita se encendió en mi cabeza.
—Cuando Chuck y tú investigabais sobre el Sexto Don, ¿encontrabais a más gente como Ezra que quisiera quedarse con dicho poder? ¿Con gente así de... loca?
La pregunta pareció sorprenderle, pues se quitó el cojín de la cara y me miró con cara de "qué estás diciendo".
—Pues sí. Y no poca, precisamente.
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Sombras.
Novela JuvenilCuando el mundo de Kate se desmorona en pedazos, las sombras entran en él. Entonces descubre que la muerte no es tan sencilla como ella creía, y que las sombras, unos seres inmortales, quieren algo que ella tiene a toda costa. Algo que es irreemplaz...