Me apoyo en las barandas del balcón,
Vengó descalza a buscar la luna,
Esta frío afuera,
Lo advierten mis pezones bajo la camiseta,
Y sólo ahí me erizo,
Siento que se me encrespan suavemente los vellos,
En cambio el resto de mi piel está calmada,
Resignada,
Se entrega a la brisa helada sin entrar en pormenores.Acá es donde vienes tu,
Sin cabeza,
Sin esos pensamientos que cuando te agobian te apartan de mi,
Sin pies,
Los que usas para correr cuando te asustas porque te sobreviene ese amor que yo sé que me tienes,
Las que me llegan primero son tus manos,
Me gusta empezar a pensar en ti desde tus manos,
Las palmas son grandes y ásperas,
Pero las yemas de los dedos son suaves y gentiles,
Toda tu piel es fuerte,
Me resiste,
Pero no la de tu espalda,
Por eso me gusta empezar desde tus manos pero prefiero terminar desde tu espalda.La piel de tu espalda es como un jarrón de arcilla acabado de terminar,
Como la porcelana,
Conserva su color natural,
Es más delgada,
Mas suave,
Mas maleable,
Como un pedacito de seda,
Sé siente nuevita al tacto,
Como piel recién hecha.La piel de tu espalda tiene un sabor tan bonito que no creo que nadie pueda descifrar,
Pero que yo creo firmemente que debe estar cerca de lo dulce,
Me lo dice el corazón,
Es un sabor misterioso,
Un sabor que es efímero en la boca, que se deshace al mili-segundo en las papilas de la puntita de la lengua,
Pero que se instala para siempre en la memoria y en las ganas.Lo que más me gusta de la piel de tu espalda,
Es que es una piel dispuesta,
Una piel que espera por mis dientes,
Que espera por mis uñas,
Que me espera a mi
Y que agradece cuando el encuentro tiene lugar,
Porque siempre me esta llamando desde su eterno silencio,
Porque siempre me llama desde la eterna nostalgia de que la piel de tus propias manos nunca la enjabonen del todo,
Y yo siempre acudo a usarla y a desusarla,
A quererla de esta forma en que sólo yo,
Quiero a la piel de tu espalda.